En una noche mágica en el Estadio Olímpico de Berlín, la selección española de fútbol se coronó campeona de la Eurocopa 2024, superando a Inglaterra con un emocionante 2-1. Una victoria que permitió a España convertirse en la más laureada del Viejo Continente en este torneo, con cuatro victorias, una más que Alemania, y el doble que Francia e Italia, todas estas selecciones que cayeron ante la ‘Roja’ en su camino hacia la gloria en la capital germana.

Pero más allá del triunfo deportivo, esta victoria tiene un significado especial: es la historia de un equipo formado por hijos de obreros que han llevado a España a lo más alto del fútbol europeo. Los Palacios, Leganés, Mataró, Madrid, Éibar, Vitoria, Pamplona, Alella, Tarrasa, Agen, Marruecos o Ghana… Cada uno de su padre y su madre, pero dispuestos a morir en el campo por sus compañeros. El equipo por encima del talento. El talento al servicio del equipo. Esta España no solo ha logrado ganarse el respeto del mundo del fútbol gracias a su espectacular juego, sino que también ha logrado unir a todo un país. En un momento en que la sociedad española enfrenta diversos desafíos, el fútbol ha servido como un bálsamo, y este equipo ha sido el catalizador de esa unión. La diversidad y pluralidad de la plantilla son un reflejo de la España moderna, una nación rica en culturas y tradiciones. Jugadores de diferentes regiones y orígenes han encontrado en la selección un espacio común donde sus talentos se complementan y potencian.

Una diversidad que no solo ha cuajado a la perfección, sino que también ha provocado que España entera (salvo algunas excepciones a las que es mejor ignorar porque no se hizo la miel para la boca del asno) abrace a esta selección sintiéndola como suya misma. Madridistas celebrando las hazañas de Lamine Yamal, culés gozando con la experiencia de Carvajal, sevillistas brindando con el saber estar de Fabián, béticos dando alas a Jesús Navas, leones quedándose sin aliento tras los goles de Mikel Merino y Oyarzábal, txuriurdines disfrutando de las carreras de Nico Williams y la templanza de Unai Simón... Una España diferente que abraza la diversidad.

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Lamine Yamal y Nico Williams, máximos representantes de la nueva España

Este equipo, dirigido por Luis de la Fuente -mucho crédito para este que llegó en medio de mucha crítica y ha logrado reunir un grupo humano de otra galaxia-, no solo ha ganado partidos; ha ganado corazones. Cada jugador tiene una historia de esfuerzo y sacrificio. Muchos de ellos crecieron en familias trabajadoras, donde el fútbol era una vía de escape y un sueño por alcanzar. Sus padres, muchos de ellos obreros, han sido el pilar fundamental en sus vidas, inculcándoles valores de trabajo duro y perseverancia. Una selección de jugadores que no duda en hablar abiertamente de salud mental

Lamine Yamal, por ejemplo, es un joven prodigio que ha capturado la imaginación de los aficionados. Nacido en una familia de inmigrantes marroquíes, Yamal creció en Mataró, un barrio modesto de Barcelona. Unos orígenes que el astro azulgrana, elegido mejor jugador joven del torneo, ha tenido presente durante toda su vida. Al igual que su padre.

Sin ir más lejos, Yamal celebró el último de sus goles en las semifinales de esta Eurocopa haciendo referencia al código postal (304) de su barrio, Rocafonda en Mataró, un área descalificada por la ultraderecha como un "estercolero multicultural". Un acto de valentía con el que el jugador de La Roja reivindicó sus raíces y se enfrentó a la xenofobia.

Nico Williams, por su parte, es otro ejemplo de la nueva generación de futbolistas españoles que han surgido de entornos humildes. Criado en una familia de origen ghanés en Pamplona, Nico y su hermano mayor, Iñaki, han trabajado incansablemente para alcanzar el éxito en el fútbol profesional. Nico, con su velocidad y destreza, ha sido una pieza clave en el ataque de la selección española, y su gol en la final es un reflejo de su talento y determinación.

La diversidad de este equipo es uno de sus mayores puntos fuertes. Jugadores de diferentes orígenes y culturas se han unido bajo la bandera española, demostrando que la unidad en la diversidad es posible. Esta selección ha sido un ejemplo de inclusión y cohesión, y su éxito ha resonado en todo el país, uniendo a personas de todas las edades y procedencias en una celebración de orgullo nacional.

La victoria de España en la Eurocopa es un homenaje a todas esas familias que, con esfuerzo y dedicación, han apoyado a sus hijos en cada paso de su carrera. Es un triunfo que resuena en cada rincón del país, desde las grandes ciudades hasta los pequeños pueblos, uniendo a todos en una celebración de orgullo y alegría.

Además de los logros individuales, el éxito de esta selección también se debe a su capacidad para trabajar en equipo. Cada jugador ha aportado su granito de arena, y juntos han superado desafíos y adversidades. La química y el compañerismo dentro del equipo han sido evidentes en cada partido, y su determinación para luchar hasta el final ha sido inspiradora.

En este sentido, la celebración en las calles de Madrid, Barcelona, Sevilla y otras ciudades españolas ha sido un reflejo del impacto de esta victoria. Familias enteras, amigos y vecinos se han reunido para festejar, ondeando banderas y cantando canciones en honor a la selección. Este triunfo ha traído alegría y esperanza a un país que ha pasado por tiempos difíciles, y ha demostrado que, cuando se trabaja juntos, se pueden lograr grandes cosas. Juventud, divino tesoro. El futuro no puede ser más brillante.