La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) pide al gobierno de Pedro Sánchez terminar con la censura en películas y libros a la que todavía hoy, más de 45 años después de que muriera Franco, se enfrentan algunos de los grandes clásicos universales.

Uno de los ejemplos más claros, y detonante en parte de esta propuesta es Qué bello es vivir. La cinta, que se emite la mayoría de las navidades, cuenta con cortes que alcanzan los siete minutos y que ocupan dos escenas. En total, la cinta debería durar 130 minutos, pero dura 123.

En Elplural.com hablamos con Emilio Silva, presidente de la Asociación y uno de los máximos propulsores de una iniciativa que, espera, no caiga en saco roto. “Todo depende de la voluntad política. Hasta ahora no la ha habido, pero ahora hay un proyecto de ley de Memoria en el Congreso…”, cuenta esperanzado. Y añade: “Hay que devolver a esas obras lo que el franquismo les quitó”.

La solicitud surge, precisamente, después de que la voz principal de este artículo viera y compartiera en redes la censura que sufre todavía hoy cuando se emite en algunas cadenas de televisión la película estadounidense dirigida y producida por Frank Capra. Sin embargo, Silva lamenta que no es la única obra maestra que se mantiene “amputada” en nuestros días.

‘Casablanca’, Orwell y Hemingway, entre los afectados

Dentro de las grandes películas reconocidas en el mundo del cine destaca también Casablanca: “No puede ser que siga circulando sin que se cuente que el personaje que hace Humphrey Bogart estuvo en la Guerra Civil, luchando con el bando republicano (…) Todavía eso sigue cortado con una tijera que utilizó el franquismo”.

De esta manera, y aunque lamenta que el asunto debería estar resuelto desde hace “muchos años”, el protagonista de estas líneas espera que el Ministerio de Cultura abra una investigación y tome cartas en el asunto. Y es que la censura franquista no solo tiene todavía consecuencias en algunas joyas del séptimo arte, sino que también influye en grandes obras de la literatura de Orwell o Hemingway, entre otros muchos. Por otra parte, no es de extrañar que estas obras fueran censuradas por el franquismo, ya que Franco no fue el único que intentó poner barreras a sus autores.

“Siempre se cortan escenas de fuerte contenido político”. Así, por ejemplo, en el caso de Qué bello es vivir, las escenas que se suprimen tienen que ver con la dimensión que quiso darle el autor a "la posibilidad de crear cooperativas de vivienda frente a la avaricia de quienes desde la usura del mercado son capaces de pisotear derechos fundamentales". En una línea similar aparece censurada la película Raza (1941), que el propio Franco “dirigió”. En ella el dictador suprime minutos que dan a entender sus vínculos con Hitler y Mussolini.

Escena censurada de 'Qué bello es vivir', de Frank Capra.
 

Un amigo de la Asociación y estudioso de la universidad de Glasgow, Jordi Cornellá, hace un muy buen repaso de otras obras -en su caso libros- delimitados por el franquismo. En esta destacan La Marca del mismo Orwell u Operación trueno (Ian Fleming). Otros autores que aún no se leen -o al menos no siempre- completos en nuestro país son Ira Levin, James Baldwin, Muriel Spark, Bill S. Ballinger o Henry Miller. Los escritos con frecuencia fueron importados a Hispanoamérica, y por lo tanto la censura franquista -que a veces tenía también lugar por contenido "sexual" o "cuestiones de género"- repercutió igualmente al otro lado del Atlántico.

Una ley insuficiente

La Ley de Memoria Histórica de 2007 supuso un buen paso adelante, pues inició el debate sobre la censura franquista. Tuvo gran importancia desde el punto del progreso, pero sin hacer referencia, por ejemplo, a los libros. Se condenó en ella la dictadura e instauró compensaciones para las víctimas. Asimismo, promovió la retirada de estatuas y símbolos públicos que enaltecían el mandato de Franco.

Sin embargo en 1975 y como, por otra parte, suele ocurrir en estos casos –sucedió en la II Guerra Mundial con marcas comerciales conocidas en todo el mundo- se había firmado en España el Pacto del Olvido. Importante sin duda, en tanto en cuanto los partidos de izquierdas y derechas se desvincularon del todo y para siempre del Régimen, pero insuficiente en otros muchos aspectos –y a la vista queda- como en el campo de la cultura..