La agenda internacional del Gobierno es ahora, como en pocas ocasiones en la historia reciente, de lo más crucial. El presidente Pedro Sánchez comenzará esta semana su viaje de Estado oficial a Vietnam y China, en un contexto marcado por la guerra de aranceles declarada por la Administración Trump a todo el conjunto de la Comunidad Internacional, así como con el papel más que relevante que juega en el tablero la Unión Europea. Bajo este foco, Sánchez buscará estrechar lazos empresariales y diplomáticos con el gigante asiático.

El fin último de este viaje se concentra en equilibrar las balanzas comerciales entre España y estas dos potencias asiáticas, así como adquirir más relevancia en el tablero internacional actual, con la intención de lograr avances que faciliten la entrada del mercado chino a empresas españolas en diversos sectores del tejido empresarial y productivo, destacando especialmente la farmacéutica, cosmética o el agropecuario.

Pese a los voluminosos gravámenes que ha aplicado la Casa Blanca a la Unión Europa -del 20%- y a China -del 54% inicial a la posible amenaza de sumar otro del 50% adicional-, fuentes de Moncloa remarcan que Estados Unidos es aun un socio insustituible y que este viaje a China no lleva consigo segundas intenciones o que se trate de una reacción a la guerra comercial de Trump, sino que va encaminado a favorecer estas relaciones.

Fue el 20 de marzo cuando el Gobierno central anunció que la agenda del presidente Sánchez en abril estaría focalizada en este viaje a China y Vietnam. Lo que también se conjuga dentro del estrecho acercamiento de ambos países, ya que el jefe del Ejecutivo estuvo en septiembre de 2024 en Pekín y fue su homólogo, Xi Jinping, quien le invitó a volver este año bajo el contexto del 20 aniversario de la Asociación Estratégica Integral, la cual regula la relación bilateral firmada en Madrid de 2005.

Sánchez, primer presidente español en viajar a Vietnam

Otra de las cualidades que nutren este viaje oficial se centra en la parada que realizará el presidente en Vietnam. Sánchez aterrizará junto a un grupo de empresarios españoles -equipo que no se desplazará a China- este lunes por la noche, aunque la agenda oficial arrancará el miércoles en Hanoi.

Está previsto que el presidente se reúna con las principales autoridades políticas del país, el primer ministro, el presidente, el secretario general del Partido Comunista y el presidente de la Asamblea Nacional. Con este, se oficializará el primer viaje oficial de un presidente del Gobierno español a este país asiático.

Al día siguiente, jueves 10, Sánchez estará en Ho Chi Minh, la capital económica, donde intervendrá en el foro ‘España Abierta’ y podría reunirse con un grupo de estudiantes españoles en la ciudad. Finalmente, el viernes 11 estará en Pekín, donde primero mantendrá un encuentro con inversores chinos y después se reunirá con el presidente Xi.

Coordinación con Bruselas

El telón de fondo de este viaje también cuenta con el papel crucial que juega la Unión Europea, más aún con la presión ejercida por los aranceles estadounidenses. Moncloa ha desgranado que el contenido de las reuniones que tendrán lugar en el gigante asiático están negociadas y coordinadas con Bruselas.

La Unión Europea considera a China como un socio, competidor y rival sistémico, por lo que el viaje de Sánchez no pretende cambiar esa concepción bajo ningún concepto. No obstante, Bruselas apuesta por desarrollar los ámbitos en los que puedan encontrar puntos de conexión y establecer una agenda positiva.

España importa más a China y Vietnam de lo que exporta

Por otro lado, en cuanto al fondo de las relaciones comerciales, el Gobierno es consciente de que mantiene relaciones comerciales muy desequilibradas con China y Vietnam, viendo esta oportunidad como un impulso para revertir este escenario.

Para ser más exactos, Vietnam exporta a España 5.200 millones de euros anuales y solo importa 530 millones. Con China, la brecha es aún más acuciada: venden 45.000 millones y compra a España solo 7.400 millones de euros. Esta diferencia entre importaciones y exportaciones a Pekín supone más del 70% de todo el déficit comercial que acumula nuestro país.

El objetivo, en esencia, es aumentar las ventas e incrementar la interlocución política para generar más confianza en mercados tradicionalmente difíciles para los productos españoles, que encuentran diversas barreras de acceso. España tiene la intención de seguir abierta a sus productos, siempre y cuando ellos también se abran a mantener esta reciprocidad.

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