La seguridad de Europa ha sido un tema de debate recurrente en las últimas décadas, pero la actual coyuntura internacional ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de crear un ejército europeo unificado. La dependencia de la OTAN y, en particular, de Estados Unidos, ha sido un pilar de la política de defensa del continente desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, los cambios geopolíticos, el auge de nuevas potencias militares y la inestabilidad en regiones clave han llevado a numerosos líderes europeos a plantearse la necesidad de una mayor autonomía en defensa.

La reciente invasión de Ucrania, el aumento de la inversión militar en países como China y la creciente imprevisibilidad de las administraciones estadounidenses han hecho que la Unión Europea se cuestione si debe reforzar sus capacidades defensivas sin depender exclusivamente de la OTAN.

La invasión rusa de Ucrania en 2022 y las posteriores negociaciones de paz entre Estados Unidos y Rusia, que excluyeron a la Unión Europea y a Ucrania, han generado inquietud en el continente. Estas acciones han puesto en entredicho la fiabilidad de los aliados tradicionales y han evidenciado la necesidad de que Europa asuma un papel más proactivo en su propia defensa. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha sido uno de los principales defensores de esta iniciativa, instando a la creación de un ejército europeo para garantizar la seguridad del continente y asegurar que Europa sea tomada en serio en el ámbito geopolítico.

Un debate histórico con nuevos bríos

La idea de un ejército europeo no es nueva. Desde los años 50, figuras como Jean Monnet y Robert Schuman, padres fundadores de la UE, ya abogaban por una defensa común. Sin embargo, la propuesta siempre ha chocado con la reticencia de los Estados miembros a ceder control sobre sus fuerzas armadas y con la dependencia estratégica de la OTAN, liderada por Estados Unidos.

En los últimos años, no obstante, el panorama ha cambiado. La retirada de tropas estadounidenses de Afganistán en 2021, la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones con Rusia y China han llevado a muchos líderes europeos a replantearse la necesidad de una defensa autónoma. "Europa debe asumir una mayor responsabilidad en su propia seguridad", declaró recientemente el presidente francés, Emmanuel Macron, uno de los principales impulsores de la iniciativa.

Los defensores de la formación de unas Fuerzas Armadas europeas argumentan que una estructura militar unificada permitiría una respuesta más eficaz y coordinada ante amenazas externas. Además, fortalecería la autonomía estratégica de Europa, reduciendo la dependencia de aliados externos cuya lealtad puede fluctuar según cambios políticos internos. La reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha intensificado estas preocupaciones, dado su escepticismo hacia las organizaciones multilaterales y su aparente inclinación a priorizar intereses nacionales sobre compromisos internacionales.

A pesar del creciente apoyo ciudadano y político, la creación de un ejército europeo enfrenta desafíos significativos. La fragmentación política dentro de la Unión Europea, las diferencias en las políticas de defensa de los Estados miembros y las preocupaciones sobre la soberanía nacional son obstáculos que deben superarse. Además, la financiación de una fuerza militar conjunta requeriría inversiones sustanciales, en un momento en que muchos países europeos ya están incrementando sus presupuestos de defensa de manera individual.

La industria militar europea, ante un reto sin precedentes

Además, para que un ejército europeo sea una realidad, también sería necesario fortalecer la industria militar del continente. Actualmente, los países europeos dependen en gran medida de armamento y tecnología militar importados de Estados Unidos, lo que limita la autonomía estratégica. La creación de una fuerza conjunta exigiría la estandarización de equipos, armas y vehículos militares, así como la inversión en nuevas fábricas y centros de desarrollo de tecnología de defensa.

Si bien la Comisión Europea ha impulsado en los últimos años programas de cooperación en materia militar, como el Fondo Europeo de Defensa, estos esfuerzos aún son insuficientes para sostener un ejército europeo plenamente operativo. A esto se suma el hecho de que muchas empresas del sector defensa en Europa tienen contratos de colaboración con empresas estadounidenses, lo que dificultaría la transición hacia una autonomía militar total.

En definitiva, la creación de un ejército europeo es un asunto que divide opiniones y plantea tanto oportunidades como desafíos. Mientras algunos consideran que fortalecería la seguridad y la independencia del continente, otros temen que suponga un gasto excesivo y un problema de coordinación entre los Estados miembros. Ahora, la pregunta queda abierta: ¿cree usted que Europa debería tener un ejército propio? Participe en nuestra encuesta y comparta su opinión.

Encuesta
¿Debería Europa tener un ejército propio?
Imagen de recurso de soldados de la OTAN. EP/Archivo.