Hace unos días,ElPlural.com revelaba las nefastas exectativas que en privado confiesan tener los dirigentes del Partido Popular en uno de sus principales y más tradicionales feudos. "Nos hundimos", decían entonces, tras conocer que Ciudadanos les había adelantado en la Comunidad de Madrid en las elecciones generales del 28A.

La fuga de Garrido al partido de Rivera, llevándose todos los secretos de la campaña popular, suponía otro duro golpe a la moral del PP de Isabel Díaz Ayuso. A espaldas de su novata lideresa, alcaldes y dirigentes aseguraban tener "miedo" ante el golpe que se pueden dar el 26M, un nerviosismo que continúan manifestando en sus declaraciones a este periódico y que tiene su foco en la candidata impuesta por Pablo Casado.

Las constantes meteduras de pata de Ayuso en sus declaraciones a los medios o en las redes sociales agravan la situación de una formación que parece agonizar. "Hay partido", repiten a la desesperada, mientras Casado ruega a los votantes de derechas que concentren su voto en el PP porque "no queremos pasar de la Champions a la segunda división".

El centrista reconvertido y la candidata que defiende los empleos basura y los atascos nocturnos, no consiguen animar a unos dirigentes locales y regionales que perciben muy malas sensaciones en cada mítin y que ven cómo la gente rechaza coger sus panfletos por la calle.

Que Ayuso no moviliza al electorado se ha comprobado fácilmente en las celebraciones de San Isidro, donde su equipo se veía más preocupado porque la candidata no volviera a patinar frente a las cámaras que por la encuesta publicada por Sigma Dos, en la que se pronostica un potente desplome de los populares que dejaría Ayuntamiento y Comunidad en manos de la izquierda de Carmena y Gabilondo.

A esa falta de movilización se suman otro problemas como el agotamiento tras 24 años de gobierno o la colección de casos de corrupción que el partido alberga en Madrid.

Tampoco ayuda el desánimo de sus votantes, que ven una derecha muy fragmentada, con Vox seduciéndoles por un lado y Ciudadanos por el otro, un panorama atomizado que roba al PP la etiqueta del voto útil.