Ni hubo caza de brujas ni la Inquisición fue tan mala. Es, a grandes rasgos, el principal mensaje que Elvira Roca Barea (El Borge, Málaga 1966), traslada en su estreno en la novela histórica. ‘Las brujas y el inquisidor’ (Espasa) es un relato en el que recupera la figura del inquisidor Alonso de Salazar, el sacerdote que instruyó el macroproceso de Zugarramurdi, el episodio de caza de brujas más conocido de España. Sin embargo, la historia que se ha contado, asegura la autora, responde a estereotipos falsos. 

“Cuando uno investiga la realidad, la realidad tiene un aspecto diferente. El ser humano construye estereotipos, probablemente porque le cuesta muchísimo trabajo enfrentarse a las mil formas en que la realidad se le presenta”, argumenta. Su novela, ‘Las brujas y el inquisidor’, pretende romper con esos clichés aprendidos. “Es la historia que cuentan los documentos sobre lo que sucedió allí y por qué sucedió. Ni Alonso de Salazar como inquisidor, obedece a los estereotipos ni la situación de las brujas”, enfatiza. Esta situación se debe al poder del arquetipo literario creado por Friedrich Schiller en 'Don Carlos', un personaje malvado, fanático, cuya mirada aterroriza y es la imagen que ha trascendido a nuestros días. Aparece también en 'El nombre de la rosa', de Umberto Eco, pero es un error ya que la gran caza de brujas en el mundo occidental es un fenómeno que se circunscribe a la modernidad, muy a finales de la Edad Media, por lo que en esa época no había empezado todavía”, explica.

Elvira Roca Barea en las Cuevas de Zugarramurdi (Navarra)  © Carlos Ruiz B.k.
Elvira Roca Barea en las Cuevas de Zugarramurdi (Navarra)  © Carlos Ruiz B.k.

“La intervención de Salazar fue clave para que, a partir de 1614, ya no se considerara la brujería como un delito punible"

Hemos acompañado a Elvira Roca Barea hasta Zugarramurdi, el pueblo del Pirineo navarro, que fue hace 400 años epicentro del episodio de brujería más conocido de toda España. “No siendo verdad”, puntualiza. Sin embargo, sí cree que es uno de los grandes casos de la historia porque provocó un cambio en la legislación inquisitorial que se trasladaría posteriormente a los tribunales civiles, adelantándonos al resto de Europa. “La intervención de Salazar fue clave para que, a partir de 1614, ya no se considerara la brujería como un delito punible. Su argumento fundamental es la negación de que sea verdad y, por tanto, no se puede castigar algo que no existe”, nos explica. No pudo evitar el auto de fe en este caso, pero sí salvó la vida de numerosas personas evitando nuevos procesos, advierte.

Lo que ocurrió allí, enfatiza, fue un “episodio de histeria colectiva” y acusaciones falsas. Sin embargo, lo que ha trascendido es el poder de la magia y la fantasía. “Creer a Salazar es muy aburrido porque la razón es muy aburrida siempre. Compites con esas fantasías halloweenescas, esas imágenes de la noche y los demonios, que son fascinantes”, lamenta. 

"No veo brujos ni embrujados hasta que no se empezó a hablar”

Alonso de Salazar recorrió todos los pueblos del entorno durante 8 meses recogiendo el testimonio de los vecinos y los supuestos brujos y brujas, algunos de ellos autoinculpándose a sí mismos. Todo ello está recogido en un documento de 12.000 páginas. “Hace una minuciosa investigación de las contradicciones en las que incurren. A medida que el relato va pasando de boca en boca, crece. En un primer momento todo el mundo está allí en el akelarre, con el demonio, hay bailes y actividades sexuales licenciosas, pero no misas negras ni confesiones con el demonio”, nos explica. La segunda pata del proceso y que le sirve para negar definitivamente los episodios de brujería es la demostración empírica. Nadie pudo aportar polvos o ungüentos mágicos capaces de matar o arruinar sembrados, sostiene la autora. “Por eso dice no veo brujos ni embrujados hasta que no se empezó a hablar”, concluye. 

En el trasfondo de esta historia están las guerras de religión y la lucha por el poder. Se trata de una zona transfronteriza muy influida por todo lo que estaba ocurriendo en Francia, donde reinaba el hugonote Enrique II de Navarra. Frente a la ponderación de Salazar, encontramos a Pierre de Lancre, otro personaje histórico con un importante papel en la novela. De alguna manera fue la mano negra que meció la cuna de la brujería en esta zona, movido por su fanatismo religioso.

La lucha de Elvira Roca Barea contra los tópicos

'Las brujas y el inquisidor' ha ganado el premio Primavera de novela 2023, un galardón impulsado por la editorial Espasa y Ámbito Cultural de El Corte Inglés. No es la primera incursión de Elvira Roca Barea en el mundo de las letras. Ha publicado numerosos artículos publicados en revistas especializadas y diarios nacionales y es la autora de 'Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español' (Siruela 2016), uno de los ensayos históricos más vendidos de los últimos años donde recoge tópicos falsos elaborados por el mundo protestante contra la hegmonía española del siglo XVI y que perduran en nuestros días.

La autora es licenciada en Filología Clásica y Filología Hispánica, además de doctora en Literatura Medieval. Ha impartido clases en diferentes universidades estadounidenses y europeas, entre ellas, Harvard. La mayor parte de sus vida profesional la ha dedicado a enseñar a adolescentes en la enseñanza pública como profesora de instituto.