El debate social y político sobre los avances en derechos y libertades para el colectivo LGTBIQ+ está a la orden del día. Pero hay aristas dentro de este ámbito que aún sufren invisibilización social y prejuicios o estereotipos mal infundados. La bisexualidad es una de ellas, punto al que Daniel Valero, más conocido en redes sociales como Tigrillo, aborda de manera profunda y reflexiva en Confundidas, indecisas y promiscuas: Bisexualidad, identidad y deseo en un mundo monosexista (Paidós, Planeta de Libros), su nuevo libro.
El activista, influencer y colaborador de televisión aborda en esta entrevista las actitudes bifóbicas, los intentos de ocultar socialmente a las personas bisexuales y el impacto que generan ciertas voces ideológicas ultras, además de añadir tintes de su propia experiencia, en un contexto en que la diversidad sexual se hace más relevante que nunca.
PREGUNTA (P): Dices que la bisexualidad ha sido sistemáticamente invisibilizada por la sociedad, pese a todos los avances del colectivo LGTBIQ+. ¿En qué aspectos se perciben aun estos estereotipos?
RESPUESTA (R): Hay muchísimas aristas en la invisibilización de la bisexualidad. Una de ellas es la forma tan agresiva en la cual se rechaza su mera existencia. El Ratoncito Pérez no existe, simplemente, se ignora su existencia, no me pongo a gritarle a la gente que eso no es verdad o a insultar por redes sociales. El hecho de que exista este rechazo tan agresivo a la bisexualidad muestra, no sólo que existe porque enfada mucho, sino que existe una razón importante y de peso detrás para intentar que no se reconozca como una identidad.
Esto se ve en la falta de representación en medios, la forma en la que se niega a figuras públicas que, tradicionalmente, han tratado de salir del armario como tal, tenemos figuras como David Bowie y más que decían que eran bisexuales y se les negaba por parte de la propia prensa la forma en la que la prensa habla de ello; incluso por la falta de espacio dentro de la propia comunidad LGTBIQ+. Esto último es algo muy doloroso, porque los activismos LGTBIQ+ han rechazado visibilizarla porque creían que dañaba a los más asimilacionista, es decir, a los que pensaban que podían casarse igual, tener una relación monógama y tranquila, la existencia de la bisexualidad, y también de lo trans, dañaba esa imagen porque se asociaba a lo cambiante, caótico, promiscuo, confuso, no productivo.
P: ¿Qué quieres decir cuando hablas de bisexualidad como una identidad política?
R: Dentro de la forma de identificarse como bisexual hay una carga reivindicativa y rupturista muy potente que no todo el mundo tiene por qué acatar o llevar por bandera. La carga política de la bisexualidad es muy útil en una lucha en la que creemos en un sistema menos determinado por el sexo y el género. Todo el sistema, en cuanto incluso su organización económica, se basa en la clasificación binaria de sexos. Tradicionalmente, la mujer dentro de los trabajos no pagados, los cuidados o el mantenimiento del patrimonio del hombre.
También es un negocio. Los concursantes de La Isla de las Tentaciones salen y empiezan a hacerse operaciones de reafirmación de género porque tienen una presión gordísima. La división binaria de sexo y género es lo que estructura el sistema capitalista. La bisexualidad imagina un mundo en el que el sexo y el género no tienen tanta importancia porque te puedes relacionar de la misma forma con las personas, independientemente de ese hecho. Esto amenaza el privilegio de quienes están en lo alto de la pirámide: el hombre blanco cis, heterosexual con dinero y a toda esa estructura capitalista.
La bisexualidad imagina un mundo en el que el sexo y el género no tienen tanta importancia
P: ¿Qué conlleva la pregunta que le suelen hacer a las personas bisexuales de ‘a ti te gusta más los hombres o las mujeres?
R: Se percibe como una forma más de invisibilización. Como orientación sexual, lo bisexual es más que evidente que existe, todos conocemos a personas que se han relacionado sexual y afectivamente con hombres y mujeres. Sin embargo, el sistema necesita buscarse excusas para justificar que eso esté pasando, pero al mismo tiempo decir que la bisexualidad no es una identidad de verdad, que no existe. Por eso se dice que, si mayoritariamente te gustan los chicos, eres un hombre gay, no bisexual. Este tipo de excusas sirven para eso.
P: ¿Y sobre la bifobia interiorizada?
R: Primero esta la bifobia interiorizada primigenia, la que te lleva a pensar que tú no eres bisexual porque nunca has tenido referencias de ello, creo que nos pasa a muchas personas. Luego llega la bifobia exterior, por la que se sufren burlas y comentarios por los que no se te toma en serio. La parte más cruda viene con la violencia correctiva, que afecta de forma distinta a hombres y mujeres. Según las estadísticas, las mujeres bisexuales son las más propensas a sufrir violencia sexual y violencia machista dentro de la pareja.
P: Pese a los avances, aún se dan casos de agresiones a personas LGTBIQ+. El caso más reciente es la sentencia sobre Samuel Luiz. ¿Supone este fallo un antes y un después?
R: Ha servido de precedente en cuanto al clamor popular y su reacción a este tipo de agresiones. Empezamos a hacer entender que la violencia LGTBIfóbica es muchísimo más habitual, cruenta y mortífera de lo que creemos. El mismo año que asesinaron a Samuel, también una chica de 20 años de Jaén se quitó la vida después de ser acosada durante un año por el resto de su pueblo por ser lesbiana.
Nos queda la parte más dura que es hacérselo entender al Poder Judicial, ya que se siguen utilizando excusas como si no se conocían de antes y no sabía con quién se acostaba o se dejaba de acostar, ¿cómo va a ser una agresión homófoba o bifóbica?
Yo con ocho años ya recibía violencia homófoba, me llamaban maricón en el patio del colegio y me agredían; evidentemente no me había acostado con nadie, ni siquiera sabía lo que me iba a traer en el futuro. La violencia la sufrimos porque se nos señala por nuestra expresión de género y nuestra forma de comportarnos, y eso es identitario, no depende de lo que hacemos en la cama. Eso cuesta todavía que se entienda.
La violencia LGTBIfóbica es muchísimo más habitual, cruenta y mortífera de lo que creemos
P: Un importante reflejo de esta realidad también se da en el cine, series y televisión. En este ámbito, ¿todavía crees que se cae en demasiados estereotipos?
R: Absolutamente. Durante muchísimo tiempo hemos visto a las personas bisexuales primero, no utilizar la palabra bisexual y segundo, recibir un trato de casi como de violencia correctiva. En Instinto básico, Sharon Stone, su personaje, es una mujer que mantiene relaciones tanto con hombres como mujeres y es representada como una mujer pérfida, traidora, traidora. La visión que se le da es que la bisexualidad es traicionera, inmadura, pérfida, malvada y todo tiene que acabar girando alrededor del hombre. Al hombre bisexual, mientras tanto, se le representa constantemente dentro del vicio y promiscuidad más absoluta.
La liberación sexual y la bisexualidad son dos luchas que han ido de la mano durante toda la existencia. Sin embargo, se asocia mucho a las relaciones sexuales de una forma más patológica y peligrosas. Marlon Brando era un hombre bisexual y hubo un artículo en el que literalmente se dijo tuvo una adicción tan fuerte al sexo, estaba tan deprimido y metido en las drogas, que llegó a desmadrarse. Igual en la película de Freddy Mercury, sí que se representó, pero las relaciones con mujeres siempre son dentro del contexto de la relación monógama sana, el amor; mientras que con hombres dentro de la fiesta o la droga.
El PP no había estado nunca en un extremo tan peligroso de la LGTBIfobia
P: En términos políticos, el auge de la extrema derecha supone un peligro para estas libertades y derechos. En lo que se refiere a las personas bisexuales, ¿qué mensajes mandan estas voces?
R: La extrema derecha no reconoce la existencia de la bisexualidad, no creo que tengan un mensaje tremendamente concreto porque nos engloban a todos en el mismo saco, de peligrosos sociales, enemigos del sistema, personas aprovechadas que se quedan con dinero público porque siempre recurren a la promiscuidad y a las infecciones de transmisión sexual. En España lo hemos visto en VOX con una discusión con Eduardo Rubiño, de Más Madrid, que directamente le dijo ‘Ten cuidado en El Orgullo’. Tienen que buscarse una excusa para hacer parecer que lo LGTBIQ+ es una amenaza para la salud pública o el sistema, o para lo que sea, necesitan desviar la atención a algún sitio y buscar un enemigo imaginario.
P: En las últimas semanas, en la Asamblea de Madrid, el PP de Ayuso y Vox tumbaron una propuesta para castigar con penas las terapias de conversión. ¿Qué tipo de daño infringe esta postura?
R: Lanzó un mensaje tremendamente peligroso, que es que las orientaciones sexuales se pueden curar entre comillas, cambiar o redirigir utilizando unos métodos que ya están más que comprobado que son tremendamente peligrosos para la salud. Lo peor es que se escuden en una supuesta libertad. Vox el argumento que lanza es que se intenta coartar la libertad de las personas LGTBIQ+ para ir al psicólogo.
Lo peor es que el Partido Popular, tradicionalmente, no había estado en un extremo tan peligroso de la LGTBIfobia, al menos en los últimos años, que habían intentado dar una imagen más LGTBIfriendly. Sin embargo, cuando cambia la tendencia y tienen que seguir la estela de la ultraderecha internacional no tienen ningún tipo de escrúpulo y de reparo en jugar literalmente con las vidas de personas vulnerables.
P: Esta cuestión también se ha llevado a nivel nacional. En el Congreso también se está trabajando para castigar con penas de cárcel las terapias de conversión. Sin embargo, la realidad se ve que todavía hay como mucha impunidad con este tema. Si logra aprobarse, ¿hay esperanzas de que se acabe con la impunidad?
R: Por desgracia, es tremendamente complicado que acabe al 100% porque en este tipo de terapias de conversión vienen de la Iglesia Católica, que parece que sigue siendo intocable. Es absurdo, demencial y tremendamente doloroso incluso cuando no viene de la Iglesia. Es una lucha muy larga que queda todavía por delante, pero se tiene que blindar porque hay una amenaza muy fuerte a nivel internacional y, si no se hace, el día de mañana puede ser tremendamente mortífero.
P: Ante este escenario, hay una repercusión más que notable en la salud mental. ¿Cómo se combate?
R: Se debe combatir con visibilidad, políticas públicas, inversión en educación inclusiva y poniéndonos completamente de frente contra las influencias LGTBIfóbicas. El colectivo en general tiene tasas de enfermedades mentales muchísimo mayores debido a estas violencias. Luego viene Vox y dice que las personas trans se suicidaban más porque es una enfermedad o se las intenta confundir u obligar a ser lo que no son. Los estudios lo dicen: existe una violencia específica que nos hace tener peor autoestima, mayores problemas de dependencias o mayor propensión a la drogadicción. Hacen falta políticas públicas, la educación debe ser inclusiva desde el inicio y las influencias que se lanzan en redes sociales aumentando los discursos de odio.