El impacto de Ana Isabel García Llorente, conocida artísticamente como Gata Cattana, sigue vivo y vibrante siete años después de su fallecimiento en 2017. Su obra literaria, que combina poesía y activismo, se consolida como un referente cultural en España con la reciente publicación de su Poesía completa (editorial Aguilar). Este volumen reúne sus dos poemarios —La Escala de Mohs (2016) y No vine a ser carne (2020, publicado de forma póstuma)—, además de dos poemas inéditos, un prólogo que contextualiza su relevancia actual y un epílogo detallando el proceso editorial.

Una obra única como única fue, es y será la Gata. Porque su poesía es un testimonio que desafía al tiempo y su propia mortalidad. Una suerte de Nostradamus de eyeliner y Air Max. Una bruja del siglo XXI a la que no consiguieron quemar. Un testimonio en vida ante la tentación suicida. Sus versos, visionarios y profundamente humanos, entrelazan referencias clásicas de la mitología, la literatura y la historia con las luchas feministas, antirracistas y de clase. Inspirándose en autores como Unamuno, Góngora y Lorca, la poeta cordobesa construyó un estilo único que no teme mezclar lo sublime con lo cotidiano. Política de banco de parque. La verdadera política. A través de sus metáforas y su verso libre, Gata Cattana convirtió su arte en un manifiesto revolucionario cargado de sensibilidad analítica y crítica social. Mujer en toda regla, poetisa con mayúsculas.

10.000 oyentes bien usados son un ejército

El ejército de la Gata, que comenzó con unos pocos miles de oyentes, se ha convertido en un movimiento mucho más amplio. Con su pluma certera y su voz sincera, Gata Cattana no solo logró hacerse un hueco en un género como el rap, históricamente dominado por hombres, sino que también inspiró a una nueva generación de artistas que han recogido su legado. Ella escribía la revolución para que nos llegara a todos y a todas. De la estirpe de Rosalía de Castro, Cleopatra, Eva o Juana de Arco. Un tributo a todas las que luchan. Un tributo a sus compañeros de lucha. Porque si la poesía amansa a las fieras, la de Ana es todo lo contrario; da fusiles de asalto a todos los revolucionarios. A todos los expulsados del Edén. La rabia como elemento conector.

El compromiso con sus raíces andaluzas y su pasión por el rap enriquecieron su voz, dotándola de un carácter musical y combativo que resuena como los quejíos flamencos que tanto admiraba. “Se puede estar, aunque no se esté”, escribió en uno de sus poemas, anticipando su propia inmortalidad literaria. Su obra, concebida desde la introspección y la colectividad, sigue siendo una fuente de inspiración para quienes encuentran en sus palabras un refugio y una herramienta de cambio. Letras que sientan como un tripi. Porque sí, no todos eran prescindibles.

Y si alguna vez negociamos un mundo nuevo,
queremos café para todos y todas,
que ya van muchos siglos fregando las tazas

Demasiado humana para endiosarla

Gata Cattana no se limitó a crear música y versos; se entregó a una causa mucho más profunda: romper moldes y desafiar las estructuras establecidas. En su poesía, la mezcla de mitología y literatura clásica con problemas contemporáneos la convirtió en una voz única, una figura que iba más allá de las etiquetas tradicionales. Por un lado, era una poeta en el sentido más clásico, con una sensibilidad por la palabra y la belleza que evocaba a los grandes nombres de la literatura española. Por otro, era una activista y rapera que no temía entrar en los terrenos más crudos de la realidad. Porque si tenía que rebatir a Freud, lo hacía. Esa dualidad le permitió conectar con públicos muy diversos: quienes buscaban en su obra un refugio literario y quienes se encontraban con una herramienta para la revolución personal y social.

En un momento donde la música urbana podía caer en tópicos vacíos, Gata ofreció poesía. Pero no una poesía complaciente o hermética; era una poesía que mordía, que hablaba de clase, de raza, de género. En un mundo desértico, cada metáfora era un golpe certero a las estructuras injustas. A través de sus palabras, consiguió convertir el dolor en fuerza, la marginalidad en poder y la introspección en un arma cargada de futuro. Demasiado humana para endiosarla. 

Ante un folio en blanco jurando bandera
Yo solo me debo a mis quimeras

Un legado inmortal

Hoy, Gata sigue siendo un faro. Su legado no solo persiste, sino que crece con cada nueva lectura de sus versos, con cada joven que descubre su obra y siente en ella una chispa de revolución. “Se puede estar, aunque no se esté”. Con su Poesía completa, esa frase cobra un significado aún más profundo. Ana Isabel García Llorente no está físicamente, pero su voz, su mensaje y su lucha siguen presentes.

Una poeta inmortal. Una voz necesaria. Una revolución que sigue viva. Gata Cattana es más que su obra; es el eco que sigue resonando, el ejército que sigue creciendo, la fuerza que sigue inspirando. 

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