La rocambolesca historia de esta semana que ha llevado al Secretario General de los socialistas madrileños a dimitir y a declarar ante el juez, se ha convertido en un claro ejemplo de efecto mariposa, por el que un hecho tiene efectos inesperados en otros ámbitos no necesariamente vinculados al hecho inicial. Pero, además, es el síntoma de casi todo lo que está mal en la vida política.

La decisión original que desencadena este efecto Mariposa no la tomó Lobato, sino Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez cuando, por enésima vez en su fructífera alianza, se la juegan a que son más valiosos los relatos que los datos.

Es la presidenta Madrileña la que decide utilizar la tribuna y los medios que la otorga su posición institucional, para que un dato objetivo quede opacado por un relato que lo oculta hasta casi hacerlo desaparecer del centro de la actualidad.

El dato objetivo es que su pareja ha cometido varias ilegalidades para tratar de ocultar (y por tanto defraudar a hacienda) el exponencial aumento de ingresos que obtuvo en época de pandemia.

El relato que se han afanado en construir, y que está siendo efectivo, al menos en las consecuencias del efecto mariposa, es que el Estado persigue a un pobre hombre anónimo porque ha entablado una relación sentimental con Isabel Díaz Ayuso.

Esta decisión, sus motivaciones, su viabilidad y su éxito posterior son síntomas claros del escaso valor de la verdad en la sociedad actual, y del bajo nivel de escrúpulos políticos y morales del equipo y del partido dirigente de las instituciones de la Comunidad de Madrid. Ni en el gobierno ni en el partido autonómico se han oído, ni siquiera en forma de “fuentes de”, ni una voz discordante que reclame el más mero acogimiento a nada cercano a la verdad del hecho objetivo inicial, ni por supuesto cuestiones el hecho probado de que la presidenta vive con un defraudador de impuestos.

Es el jefe de gabinete de la presidenta madrileña, en el despliegue de esta estrategia de relato mata dato, quien decide contarle a varios medios de comunicación una sarta de mentiras para sostener la posición de víctima de su jefa. La más burda, pero no la única, es que, en realidad, era Hacienda quien debía dinero al señor Amador.

Que varios medios de comunicación lleven a sus portadas y gastan ríos de tinta en defender esta y todas las mentiras posteriores que elaborará Miguel Ángel Rodríguez, para alimentar el relato de la pobre mujer libre perseguida por la dictadura comunista del sanchismo político y mediático, es un síntoma del nivel de putrefacción en el que se encuentra el ecosistema mediático en nuestro país.

Y a partir de aquí, el despliegue del efecto mariposa tiene que ver con decisiones del PSOE, desde Moncloa, o desde la Asamblea de Madrid, y son síntoma de un partido que no pasa por su mejor momento.

La decisión de desmentir el relato del estafador estafado por hacienda, desde instituciones públicas y con datos de dudosa procedencia, es un síntoma de la ansiedad política que se desata en los cargos socialistas cada vez que se ilumina, aunque sea levemente, la opción de golpear a la presidenta Madrileña.

Que la jefa de gabinete del jefe de gabinete del presidente del Gobierno, y cuadro político del socialismo madrileño, transmita instrucciones de buena mañana sobre cómo debe actuar Juan Lobato para ser el primero en percutir en lo que Moncloa ha visto como veta de desgaste del enemigo político, es síntoma de un ansia y nerviosismo que no acostumbran a ser buena consejera en decisiones políticas estratégicas.

Que Juan Lobato tenga dudas del origen de las armas que amablemente le concede Sánchez Aceña, para su disputa semanal con Díaz Ayuso, es síntoma de las dudas que en el seno de los dirigentes del partido existen sobre de lo que es capaz de hacer Moncloa por atestar una buena estocada a sus enemigos políticos.

Que además negara la evidencia de estas sospechas en su extraña comparecencia matutina, cuando ya era público el sainete de los whatsapp y el notario, y el mismo sainete, son síntomas de que aun creyéndose más íntegro que sus compañeros de partido, Juan Lobato miente con el mismo desparpajo que sospecha del origen de los correos que le remiten. Además, que se fuera al notario no el día que se mantiene la conversación, sino cuando el fiscal es investigado por revelación de secretos y que no lo compartiera con su interlocutora de chat, prueba que su prioridad no era aclarar la verdad, sino salvarse de cualquier problema judicial o político que aquella conversación pudiera acarrearle, lo que tira por tierra el relato del hombre digno que quiere hacer las cosas bien, (que en sus ilusiones le salvará para un futuro post sanchismo que no termina nunca de llegar), y deja en evidencia que no es el peine con más púas del PSOE.  

Que el resultado final de este efecto mariposa inaudito, sea que el congreso del PSOE, en lugar de enterrar al post sanchismo y alumbrar una vez más al ave fénix Pedro Sánchez, se haya convertido en el funeral político de Juan Lobato, es síntoma de que la enfermedad de la intrascendencia política del PSM, además de crónica, tiene riesgo de contagio.