Acaba el año 2019 en el que casi sin darnos cuenta por la rapidez a la que ocurren las cosas en nuestra era se han sucedido una serie de acontecimientos que se antojan el germen de lo que está por venir.

Curiosamente, se cumplen 40 años de lo que Amin Maalouf describe como “el año del gran vuelco” cuando se refiere a los acontecimientos de 1979 que, según relata en su último libro El Naufragio de las civilizaciones (Alianza Editorial, 2019), son el origen del mundo que hoy vivimos: desde las revoluciones conservadoras encabezadas por Reagan y Thatcher, a la proclamación de la República Islámica de Irán derrocando al Sha, pasando por las invasiones de Afganistán por la todavía viva Unión Soviética y la de China sobre Camboya. De aquellos polvos vienen los lodos de hoy según el premiado autor.

Pues bien, si pasamos lista a los hechos más destacados de 2019, es fácil adivinar que en las próximas décadas resultarán decisivos y que algún día nos daremos cuenta de que hemos asistido a un año histórico con mayúsculas. Seguramente sin esperar 40 años.

Si analizamos a los líderes mundiales que han alcanzado el poder este año, podríamos hablar de una revolución, a veces involución, a mitad de camino entre el populismo y la reinvención del concepto de líder. Comenzamos el año con Bolsonaro en Brasil y lo acabamos con Boris Johnson en Reino Unido, que completa la tríada con Trump. Tres presidentes en busca de un destino que nos afectará a todos de una u otra manera y que parecen más parte del problema que de la solución. Veremos en qué acaban los procesos de Impeachment en EEUU y el Brexit en Gran Bretaña. Si las amenazas de Escocia e Irlanda se cumplen, podría ser el final del Reino Unido tal y como lo conocemos. Mientras, en EEUU se empieza a hablar por primera vez abiertamente de socialismo en las encuestas o para referirse a las propuestas demócratas de candidatas como Elizabeth Warren o Alexandra Ocasio-Cortez. El panorama político internacional y el cambio de los paradigmas presidenciales no acaba ahí y 2019 nos deja a un humorista convertido en presidente de Ucrania y a una mujer “millennial” —Sanna Marin de 34 años— a la cabeza de un gobierno en Suecia compuesto en su mayoría por mujeres, cuatro de ellas por debajo de los 35 años.

Todas a la calle

Las mujeres también son otro de los factores que han marcado 2019 y que condicionarán el devenir de los próximos años. Tras el #MeToo y un 8 de marzo histórico en España que asombró al mundo en 2018, 2019 ha sido el año de la lucha feminista universal, simbolizada en el fenómeno viral surgido en Chile con la performance musical “El violador eres tú” creado por Las Tesis y que se propagó como el fuego por todo el globo. Batió récords de participación histórica en el zócalo de Ciudad de México y llegó mucho más lejos cuando las diputadas del parlamento turco lo intentaron allí mismo, ante la imposibilidad de que sus compatriotas lo hicieran en la calle. Prueba inequívoca de que la lucha es necesaria.

Otra mujer joven que ha marcado 2019 es Greta Thunberg quien, dejando a un lado otras cuestiones, se ha convertido en el símbolo de lo que hemos empezado a llamar emergencia climática y que, sin duda alguna, también nos hará recordar este año como un punto de inflexión. Aunque la COP de Madrid acabara sin acuerdos, la sociedad civil sí que parece dispuesta a tomar medidas con o sin los gobiernos.

La activista sueca pasará a la historia sobre todo por su poder de convocatoria de cada viernes en manifestaciones por todo el mundo. Aunque la ola de revueltas en las calles es otro de los fenómenos globales a los que hemos asistido este año de inflexión y no acaban ahí. Los Chalecos Amarillos de París encendieron una mecha que hoy se propaga por Chile o Ecuador y con otras connotaciones políticas se extiende a Colombia, Bolivia, Sudán, Argelia, Líbano, Irán o Hong Kong. La novedad estriba en que esta vez han sido encabezados por una clase media que ve reducir sus niveles de bienestar y reclama menos desigualdades incluso en países que hasta este momento considerábamos ejemplos de estabilidad. El descontento se generaliza una vez superada, teóricamente, la crisis de 2008 y las voces que apuestan por la refundación del sistema capitalista se han sucedido y seguirán haciéndolo en los próximos meses.

La globalización era esto

En el caso de la ex colonia inglesa, donde parece que China se cansó de la promesa de “un país, dos sistemas”, nos debe hacer reflexionar sobre el giro en la presencia del gigante asiático en nuestras vidas. El dragón parece haber despertado y se muestra imparable en su afán de ocupar el papel de primera superpotencia mundial sin más demora. Y a su creciente gasto militar y la guerra comercial que mantiene con Trump suma la posición dominante de su tecnología. Este año llegó a la cara oculta de la Luna y sin ir tan lejos, tiene en sus manos las claves del otro fenómeno que marcará el futuro más próximo y que comenzó su despliegue real precisamente en este 2019, las comunicaciones 5G que prometen cambiarlo todo impulsando la Inteligencia Artificial e Internet de las Cosas.

Hay otras noticias relacionadas con la tecnología que están aparentemente aisladas y que con seguridad tendrán más influencia en el mundo que viene de lo que alcanzamos a ver a corta distancia.  Los primeros efectos de lo que llamaron nueva economía digital representados por la batalla entre los VTC y los servicios públicos o las sentencias condenatorias a empresas de trabajo colaborativo como Glovo. O el crecimiento exponencial de la televisión de pago, centrada en el entretenimiento frente a la información, al mismo tiempo que se experimentan los muros de pago en la prensa digital que tendrá que competir contra las inquietantes Fake News en RRSS.

Asomados al balcón de la historia

Y volviendo al ámbito más local hemos vividos tres hechos que aún no alcanzamos a valorar sus consecuencias pero seguro que las tendrán: el primer discurso oficial de la Princesa Leonor, La exhumación del Valle de los Caídos y las sentencias y juicios pendientes a los dirigentes secesionistas que no son más que rescoldos de una hoguera que tardará mucho en apagarse. Todo ello en un contexto en el que por primera vez en nuestra democracia hemos celebrado dos elecciones generales en un mismo año, el bipartidismo parece cosa de otro siglo, y se intuyen los pasos hacia un modelo federal en ciernes. En otra época serían terremotos y hoy los vemos pasar como quien sintoniza Gran Hermano.

Por todo ello creo sin dudarlo que hemos asistido casi sin darnos cuenta de la trascendencia histórica al año en que todo comenzó.