Imaginemos el espacio exterior como aquél Lejano Oeste al que llegaban pioneros de todas partes. Eran territorios en muchas ocasiones desiertos, sin dueño y por tanto, son ley donde el más fuerte imponía su “justicia”. Una imposición que se aplicaba también en el caso de que hubiera población local indígena, sin respetar sus códigos, apoyados en una superioridad meramente tecnológica, la de sus armas. Ahora, pensemos en la llegada del ser humano a Marte y cómo será regulado lo que allí ocurra.

Existe marcos jurídicos concreto para algunos escenarios supranacionales como el mar en el que, aunque cada buque se rige por las leyes de su bandera, debe respetar también las leyes internacionales. Este criterio podría trasladarse a las naves espaciales, y tal vez a las futuras estaciones  o bases construídas sobre la superficie de un planeta, como también ocurre con las embajadas. Pero, ¿qué pasará en las dunas de Marte?

Legislar la tecnología, desde internet al espacio exterior

La profesora Melissa de Zwart de la Universidad de Flinders (Australia) está involucrada en un debate legal global exigente para encontrar el marco adecuado para una ley espacial pionera, con un perfil internacional en los campos del derecho de Internet y la regulación del acceso y uso del espacio ultraterrestre. “En esencia, estas dos áreas de la ley analizan la tecnología en rápida evolución, y ambas han surgido de una financiación predominantemente militar, por lo que tienen más en común de lo que parece. Ambas áreas también son inherentemente internacionales, no son cosas que se detengan en ninguna frontera nacional”, explica. “Estoy tratando de entender dónde se encuentra el ser humano entre toda esta tecnología”.

Como líder del Centro Jeff Bleich de la Universidad de Flinders para la Alianza de EE. UU. en Tecnología Digital, Seguridad y Gobernanza, está examinando los usos comerciales y de defensa del espacio exterior. 

Me interesan los lugares donde existe muy poca ley, que requieren más reflexión legal sobre cómo usamos estas tecnologías en beneficio de la humanidad” —dice la profesora de Zwart—. “También tenemos que entender qué puede hacer el comportamiento humano para socavar los regímenes legales que se han establecido”.

 

 

Su trabajo en la última década se ha centrado en ayudar a las industrias espaciales, siendo el sur de Australia el hogar de esta nación de industrias emergentes en el sector espacial. “Junto con el rápido crecimiento de los empresarios espaciales, estamos viendo muchas posibilidades nuevas que suceden rápidamente, a escala global”, dice ella. “Nueva Zelanda no era miembro del Tratado del Espacio Exterior, pero en 2016 anunció su primera compañía de lanzamiento espacial. Australia solo ha tenido una Agencia Espacial desde 2018, pero ahora hay un Comando Espacial dentro de Defensa.

Entender la tecnologíam para legislarla

La profesora Zwart cree que “como investigadora legal y abogada de Propiedad Intelectual, primero tengo que entender hacia dónde se dirige la tecnología. Es un área muy interdisciplinaria en la que trabajar, por lo que me inspiro en la industria. Los abogados no están al frente del espectáculo; están allí para ayudar al crecimiento de la industria y comprender cuáles son sus necesidades”.

Como base para el debate actual sobre la ley espacial, Australia y otros 18 países son parte de los Acuerdos de Artemis con la NASA, que describen una visión compartida de los principios que se basan en el Tratado del Espacio Exterior de 1967. “Este es un estudio de caso fascinante de cómo para reunir asociaciones internacionales”, dice el profesor de Zwart. “A todos les interesa que tengamos las reglas correctas y calibradas para que todos quieran observarlas”.

“En esencia, estas dos áreas de la ley analizan la tecnología en rápida evolución, y ambas han surgido de una financiación predominantemente militar, por lo que tienen más en común de lo que parece. Ambas áreas también son inherentemente internacionales, no son cosas que se detengan en ninguna frontera nacional”, explica. “Estoy tratando de entender dónde se encuentra el ser humano entre toda esta tecnología”.

 

Vigilar los usos comerciales del Espacio Exterior

Como líder del Centro Jeff Bleich de la Universidad de Flinders para la Alianza de EE. UU. en Tecnología Digital, Seguridad y Gobernanza, está examinando los usos comerciales y de defensa del espacio exterior. “Me interesan los lugares donde existe muy poca ley, que requieren más reflexión legal sobre cómo usamos estas tecnologías en beneficio de la humanidad”, dice el profesor de Zwart. “También tenemos que entender qué puede hacer el comportamiento humano para socavar los regímenes legales que se han establecido”.

Este trabajo implica explorar situaciones hipotéticas, como la minería en otros planetas, ya sea por agua o algún tipo de combustible o recurso, y preguntarse cuánto está bien, en qué términos está bien la minería y cuáles son los principios éticos y legales que hay que aplicar Otra cuestión apremiante es definir un número máximo de satélites de órbita baja antes de que el espacio se congestione demasiado y sea potencialmente demasiado peligroso. El turismo espacial también es una consideración, luego de que los empresarios Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson iniciaran sus propios viajes espaciales, fuera de los programas espaciales nacionales. 

“¿Qué lecciones aprendemos de estas empresas y cuáles son las consecuencias más amplias del aumento del turismo espacial? Nos preguntamos si debemos regular esa actividad y cómo lo hacemos”.

 

Establecer la Ley en nuevos mundos y territorios tecnológicos inexplorados

La colonización espacial no es el único campo en el que va a ser necesario fijar un marco legal que acepten todos los implicados. Algo que no resulta fácil como hemos podido comprobar a lo largo de la historia, sin ir más lejos, con la lenta y en ocasiones nula aceptación de códigos como la Declaración de Derechos Universales del Hombre. La tecnología nos plantea retos en lugares hasta ahora no habitados, como el Metaverso, en el que personas y organizaciones habitan un limbo llamado nube y donde es difícil, literalmente, poner puertas al campo. La experiencia adquirida en las últimas décadas en la necesidad de cierto control sobre entornos como las Redes Sociales para que no se propague el odio, las fake news o los efectos perversos del uso de filtros, deberían llevarnos a una reflexión colectiva sobre qué límites vamos a exigir a los desarrolladores de tecnología y a las empresas que las pueden aplicar. Porque, entre otras cosas, se está produciendo una brecha entre quienes tiene el control de estas herramientas y el resto de la sociedad, lo que hace imprescindible una normativa que nos defienda a la mayoría y que se rija por la ética.

Fuente: Flinders University