Un grupo de investigadores ha detectado, por primera vez, grandes olas de arena marciana migrando. El descubrimiento disipa una creencia arraigada que pensaba que estos sedimentos no se habían movido desde que se formaron hace cientos de miles de años, evidencia además la existencia de vientos más fuertes de lo esperado en el Planeta Rojo.

A diferencia de las dunas de la Tierra, los sedimentos de Marte están formados por dos tamaños de granos de arena. Los granos más gruesos y pesados ​​cubren las crestas, lo que dificulta que el viento las mueva. Desde principios de la década de 2000, los rovers y orbitadores de Marte han visto repetidamente sedimentos en el Planeta Rojo. Pero no parecían cambiar de posición, lo que llevó a algunos científicos a pensar que eran reliquias del pasado de Marte, cuando su atmósfera más densa permitía vientos más fuertes.

Ahora, utilizando imágenes capturadas por el Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA, se ha demostrado que algunos sedimentos se arrastran muy lentamente.

Los investigadores centraron su análisis en dos sitios cerca del ecuador de Marte. Analizaron aproximadamente 1100 sedimentos en el cráter McLaughlin y 300 en la región de Nili Fossae. Buscaron signos de movimiento comparando imágenes de lapso de tiempo de cada sitio, tomadas con 7.6 y 9.4 años de diferencia, respectivamente. Y concluyeron que los sedimentos avanzaron en ambas regiones unos 10 centímetros al año, una rapidez equivalente a la que se mueven en el desierto de Lut en Irán.

Los científicos responsables del hallazgo sugieren que los vientos podrían estar acelerando en Marte pequeños granos de arena, y una vez que éstos comienzan a rodar o rebotar, pueden actuar como arietes, golpeando granos más grandes y poniéndolos en movimiento. Este proceso se ha observado en la Tierra también.