La ruptura de Tamara Falcó e Íñigo Onieva supuso el pasado fin de semana un terremoto en la prensa del corazón y en redes sociales, y todo por la filtración de un vídeo que pronto se hizo viral en el que el empresario aparecía siéndole infiel con otra mujer en un conocido festival de música que se celebra en Estados Unidos.

Ahora, el exótico festival está en boca de todos, y no solo por el escándalo amoroso que este ha desatado en España, sino por las excentricidades que se dan en él y de las cuales Onieva fue testigo, incluso pudo ser partícipe. En este evento multitudinario está prohibido el dinero y se suele practicar el nudismo, todo ello mientras los asistentes disfrutan de horas y horas de música y actividades recreativas.

Origen y excentricidades de Burning Man

Su primera edición se celebró en 1986 en una playa de San Francisco, aunque, con el gran recibimiento que iba acumulando año tras año, el festival decidió trasladarse al desierto de Nevada, concretamente a Black Rock City, donde acuden actualmente hasta 70.000 visitantes. Como bien explica su significado en inglés, su nombre se refiere a un “hombre quemado” o “hombre en llamas”, y viene de la iniciativa de dos jóvenes que en 1990 quemaron obras de arte contemporáneo en las inmediaciones del evento. Ahora, y en honor a este, se quema todos los años una estatua humana de hasta 32 metros, bautizada como The Man.

 

Una de las características más sorprendentes del festival es que el nudismo está permitido entre sus participantes. La normativa del festival invita a toda clase de personas a acudir a él, independientemente de su género, edad, religión o creencias culturales, por lo que llaman a “reconectar” con el ambiente y ser libres para hacer aquello que les haga sentirse cómodos, incluyendo así esta práctica.

Asimismo, la supervivencia es una de las cláusulas que se incluyen dentro de la experiencia a la hora de sumergirse en ella, ya que los asistentes no pueden entrar al recinto con dinero por lo que, dentro, tienen que recurrir a intercambios o pactos para conseguir comida, ropa y otras necesidades básicas, siendo este un gesto de compañerismo que fomente así el espíritu de comunidad.

A pesar de la estricta restricción del dinero dentro, lo cierto es que para acceder al festival la entrada no es apta para todos los bolsillos: el precio es de 425 dólares. No obstante, cabe destacar que Burning Man entiende el alcance que tiene a nivel mundial, por lo que siempre dispone de 4.000 entradas especiales valoradas en 190 dólares para aquellos que no se pueden permitir pagar la cantidad estándar.

Por último, tal y como reza la ley de la naturaleza y dada la ubicación del festival, igual que se construye en el desierto, todo debe desaparecer cuando toca a su fin. Todas las personas que acuden a él están obligadas a no dejar rastro de todo lo que ha acontecido en Burning Man. De los objetos personales, tiendas de campaña y escenarios desplegados por la arena infinita, no debe quedar rastro alguno.