El presidente de los Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, esperaba poder desplegar su política proteccionista, interponiendo aranceles a las importaciones de productos del resto del mundo, y que los países afectados no reaccionasen. Esta pretensión está fundada, principalmente, en el servilismo que Europa ha mostrado siempre con el gigante yanki, al que en las últimas décadas tan solo China ha respondido con medidas equiparables. Sin embargo, en esta ocasión parece que la Unión Europea (UE) no se va a permitir ningunear, posicionamiento que no ha gustado nada en la Casa Blanca.

La soberbia gringa llega al límite de protestar por la reacción ante un ataque y Trump encarna perfectamente esta personalidad. Los Veintisiete responderán al 25% de aranceles anunciado por EEUU interponiendo, a partir del 1 de abril, la misma figura de entrada a una amplia gama de productos yankis, por valor de 26.000 millones de euros. Una respuesta proporcional que el empresario condenado considera injusta.  "Claro que responderé. El problema es que nuestro país no ha respondido. La Unión Europea se creó para aprovecharse de Estados Unidos", ha pataleado el mandatario.

Trump ha explotado en el Despacho Oval en compañía del primer ministro irlandés, Michael Martin, mostrando el mismo respeto y saber estar ante el mandatario del país de la UE que el que desplegó en su encuentro con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. En esta línea, no ha dudado en acusar a Irlanda de “aprovecharse” de los Estados Unidos, entre otras muchas lindezas que ha dedicado a su supuesto invitado. De la misma manera, ha reiterado que el bloque europeo ha tratado a su país "muy mal" y "durante años".

"Ahora nos toca a nosotros también porque no han sido justos”, ha justificado su posición. “Demandan a nuestras empresas y ganan cantidades enormes de dinero", ha añadido. Así, Trump ha afirmado que impondrán aranceles recíprocos a la UE, pese a que fue su administración la que interpuso las primeras barreras aduaneras y abrió una guerra comercial con la mayoría de países. "Si nos imponen el 25, el 20, el 10, el 2 o el 200, eso es lo que les impondremos. No entiendo por qué la gente se enfada por eso. No hay nada más justo que eso", ha afirmado.

La UE intenta negociar con una pared

Mientras tanto, los Veintisiete responden sin querer entrar en una guerra y perplejos ante la imposibilidad de mantener unas relaciones internacionales adultas con el Gobierno del país más poderoso del mundo. Al respecto, la Comisión Europea "lamenta la decisión de Estados Unidos de imponer tales aranceles, que son injustificados y perjudiciales para el comercio transatlántico, dañinos para las empresas y consumidores y que a menudo resultan en precios más altos".

Más allá de lamentos, Bruselas reactivará los aranceles que impuso en anteriores crisis comerciales (2018 y 2020) para responder al ataque por valor de 8.000 millones a producciones europeas. A su vez, pondrá en marcha un nuevo paquete en respuesta a las nuevas tasas estadounidenses que afectan a más de 18.000 millones de euros de contingentes europeos. Todo ello con mucho pesar para la presidenta del Ejecutivo europeo, Úrsula von der Leyen, que hubiese preferido no tener que confrontar con la administración estadounidense.

La UE, ha valorado la mandaría, "lamenta profundamente" las medidas de Estados Unidos porque los aranceles "son unos impuestos" y en un contexto de tantas "incertidumbres geopolíticas y económicas" este tipo de medidas sólo pueden dañar la economía. Un daño que podría ascender hasta los 28.000 millones de dólares de afectación al sector del acero, aluminio y derivados y que la UE devuelve con aranceles a productos como el whiskey Bourbon o las motocicletas Harley-Davidson.

El bloque europeo no descarta que el caso llegue a la Organización Mundial del Comercio (OMC) o que Bruselas recurra a otros instrumentos de represalia como el mecanismo contra injerencias extranjeras, pero las fuentes consultadas insisten de momento en el paquete anunciado para "mostrar la determinación" de los 27, aunque apuntan que "todas las opciones están sobre la mesa". Así, los expertos esperan "golpear donde más duele" en la economía estadounidense y afectar a sectores que puedan ser emblemático para los norteamericanos pero tengan un menor coste para los europeos.

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