Siempre gustan las simplificaciones. Son muy útiles para evitar dudas y permiten a las personas ideologizadas no pararse a pensar. De forma casi silenciosa, el sector inmobiliario en buena parte del mundo vive una revolución por la incapacidad del mercado para dar soluciones de vivienda accesible a amplias capas de la población.

En China, está a punto de quebrar su mayor inmobiliaria, Evergrande, en un país en el que todas las cifras son monstruosas como corresponde con su liderazgo en población mundial. Un elevadísimo endeudamiento al que ahora no puede hacer frente y que puede arrastrar al conjunto del sector en el país y contagiar de paso tanto a inversores como a esta actividad en el resto del mundo. El presidente chino Xi Jinping se ha dado cuenta ahora de que con la vivienda no se puede especular después de décadas de desarrollismo descontrolado y subidas astronómicas de los precios.

Si finalmente llegan los socialdemócratas alemanes a crear un tripartito gobernante,  tendrán que aplicar su programa que incluye el control sobre las alzas en los precios de los alquileres, algo que ya ha reflejado el gigante inmobiliario alemán Vonovia recuperaba un 4% en Bolsa después de bajar desde los 60 euros hasta los 52 euros su cotización ante la incertidumbre del resultado vislumbrado este lunes: los inversores consideran que la presencia de los liberales en un gobierno socialdemócrata o conservador atenuará las intenciones de control de los precios. Un control de precios que se también se ha llevado a cabo en la Barcelona de Ada Colau, pero al igual que en Berlín ha provocado reducción de la oferta y, por tanto, más carestía sotto voce o largas listas de espera para acceder a un alquiler.

Pero este lunes se conocía también que el 18% de los ciudadanos berlineses se muestra partidario de expropiar 240.000 viviendas a los especuladores de la capital alemana. Una capital que tenía precios irrisorios frente al resto de Europa solo hace unas décadas cuando se materializó la reunificación de las dos Alemanias.

En España, por el contrario, tenemos últimamente récords en compraventa de viviendas debido en gran parte a la congelación que se provocó durante 2020 por la pandemia del Covid-19. Esa demanda embalsada ahora sale con mucha fuerza. Sin embargo, en grandes capitales se está produciendo un nuevo fenómeno denominado buy to rent (comprar para alquilar) y que viene de otras latitudes. Ante la imposibilidad de muchas capas de la población, sobre todo jóvenes de acceder a la vivienda, los grandes inversores se están dedicando a construir edificios con el objetivo de alquilar y no vender.

También recordar la entrada en tromba de los fondos inmobiliarios en el mercado español que se produjo sobre todo durante la crisis financiera de 2008 debido a la fuerte crisis del sector inmobiliario en España, consecuencia de la burbuja. Muchos ayuntamientos recurrieron a vender a estos fondos extranjeros en un momento, cierto es, en que nadie quería saber de oficinas, pisos o plazas de garaje en nuestro país.

El mercado inmobiliario anda revuelto después de las fuertes subidas registradas en Estados Unidos y también en Centroeuropa como consecuencia de la búsqueda de rentabilidad de unos inversores que inflan los precios debido a la falta de alternativas de inversión con los tipos de interés en negativo.

El tema es complejísimo porque además en el caso de España a los inversores profesionales –calificados no pocas veces como buitres del ladrillo- hay que sumar que muchas familias tienen en el alquiler de la vivienda un ingreso extraordinario, muchas veces destinado también a cubrir la jubilación.

En una economía capitalista es complicado y tal vez injusto acudir a las expropiaciones. ¿Por qué expropiar a los que buscan rentabilidad con la vivienda y no hacerlo con los del bitcoin que al parecer contaminan mucho, o con la Bolsa…? ¿Son tan especuladores los grandes como los pequeños inversores que ofrecen viviendas para alquilar? ¿Por qué han dejado las administraciones públicas durante décadas esta especulación y subida de los precios? ¿No son los ayuntamientos y sus recalificaciones de suelo con las que se financian los primeros especuladores del sector inmobiliario? ¿Cómo afectan los impuestos (IVA, IRPF, Transmisiones..) a la subida de la vivienda y, por tanto, a dificultar el acceso de los más desfavorecidos?

Estas preguntas explican, a mi modo de ver, la complejidad del asunto. El desinterés mostrado por las administraciones al acceso de la vivienda de sus ciudadanos y también la apertura de este mercado a los grandes fondos inmobiliarios son claves para esta situación que de mantenerse puede llevar al colapso.