La promotora inmobiliaria china Evergrande es la absoluta protagonista de titulares de los medios internacionales en los últimos días por su complicada situación económica. Una situación que empeora este lunes con el desplome del 10,63% de la compañía en la Bolsa de Hong Kong, provocando una ola de caídas en el resto de plazas mundiales.

La compañía pierde un 10,63% este lunes hasta mínimos de más de 2010, hace más de once años, ante el miedo de los inversores de que la compañía finalmente toque la quiebra por no poder hacer frente a sus obligaciones financieras. Las acciones de la compañía cayeron a mínimos de 2,28 dólares hongkoneses en la última sesión, con un desplome de su valoración bursátil de un 92,77% desde los máximos alcanzados en octubre de 2017, hace solo cuatro años.

Todo ello ha provocado una oleada de desplomes en el resto de bolsas mundiales, empezando por el selectivo de la Bolsa de Hong Kong, el Hang Seng, que pierde un 3,39%. También el índice CSI 300 -que incluye a las 300 mayores cotizadas en las Bolsas de Shangai y Shenzhen- cotiza en rojo en la sesión de hoy.

Los desplomes se trasladan al resto de bolsas europeas, incluido el Ibex, que pierde un 1,88% hasta los 8.594 puntos, en mínimos de finales de julio. Igualmente caen el DAX alemán (-2,42%), el FTSE británico (-1,66%), el CAC francés (-2,28%) o el Eurostoxx 50, con pérdidas del 2,31%. Unas pérdidas que cruzan el Atlántico, con el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq con un cierre negativo de la última sesión.

¿Parecido a la caída de Lehman Brothers?

Para entender estos movimientos es necesario saber qué está ocurriendo con la promotora inmobiliaria -la segunda más importante en China- y qué supondría su quiebra, que algunos ya comparan con la caída de Lehman Brothers en Estados Unidos.

En el último comunicado oficial emitido, el pasado martes 14 de septiembre, la compañía ya alertaba a los inversores de una caída “continua” y “significativa” de sus ventas en este mes de septiembre. La inmobiliaria explicaba a sus inversores de que, a pesar de que este mes suele ser el mejor para las empresas inmobiliarias de China, las últimas informaciones publicadas en la prensa "han reducido la confianza de potenciales comprados inmobiliarios en el grupo".

Más allá de lo que supone la caída de una gran empresa, un punto importante en esta historia es que los principales acreedores de Evergrande son bancos e inversionistas chinos, que perderían una importante cifra si el gigante no cumple con sus obligaciones financieras.

En cifras, la deuda de Evergrande se sitúa en 1,97 billones de yuanes -el equivalente a 260.154 millones de euros- y representa aproximadamente el 2% del PIB de China. Ahora, al cierre de la sesión bursátil del lunes, la valoración bursátil es de apenas 30.200 millones de dólares de Hong Kong, equivalente a 3.310 millones de euros.

Analistas y expertos internacionales alertan de que la situación económica de Evergrande podría incluso empeorar. Y es que la compañía tendrá que formalizar el pago de un cupón de un bono a cinco años de 83,5 millones de dólares -71,3 millones de euros al cambio- este mismo jueves. Hasta finales de año tendrá que afrontar pagos de intereses por valor de 669 millones de dólares (571,3 millones de euros).

La compañía está en plena lucha por conseguir fondos con los que poder pagar a sus numerosos prestamistas, proveedores e inversores y así, asegurar su supervivencia. Sin embargo, el miedo es real: si el gigante inmobiliario chino quiebra finalmente, las consecuencias no se quedarán solo a nivel local, sino que tendrían un nefasto impacto en el resto de las economías internacionales. Lo que para muchos sería similar al desplome de Lehman Brothers y la consiguiente crisis del ladrillo que se extendió por todos los rincones del mundo.

La historia de Evergrande: 25 años, un multimillonario al frente y un equipo de fútbol

Evergrande tiene una historia ligeramente reciente ya que fue fundada en 1996 por Xu Jiayin, hace apenas 25 años. Su líder fue incluido en diciembre en la Lista Forbes como el décimo multimillonario más rico de China y, a día de hoy, la compañía cuenta con 200.000 empleados directos, además de crear 3,8 millones de empleos indirectos.

En total, según desvela la información de su página web, cuenta con casi 1.300 proyectos en 280 ciudades y ha formalizado operaciones de compraventa de casas a 12 millones de propietarios. La compañía es una habitual de las listas de multimillonarios y grandes empresas y en 2015 ya aparecía en la revista Fortune, en el puesto 43 de su lista Fortune 500. Con sede en Guangzhou, capital de la región Guangdou, es también dueña del equipo de fútbol local, el Guangzhou FC.

Actualmente cotiza en la Bolsa de Hong Kong, donde se desploma más de un 10% este lunes, y ha expandido su negocio más allá del sector inmobiliario a otros sectores como el alimentario, automovilístico, seguros de vida, audiovisuales, parques de atracciones, tecnología o entretenimiento. Es decir, uno de los mayores ejemplos de diversificación.

Sus problemas económicos se agravaron en agosto de 2020, hace más de un año, cuando el Gobierno de Xi Jingping anunció medidas para controlar el endeudamiento de las compañías inmobiliarias, siendo Evergrande la segunda más importante en el país. La compañía respondió al anuncio con una carta al Gobierno de Guangdou, alegando problemas de liquidez, y aquí se complicó la cosa. 

Una carta privada, el origen de sus problemas

El problema saltó por los aires cuando dicha carta salió a la luz. Esto provocó directamente el miedo de acreedores e inversores para afrontar los pagos y las deudas de la compañía, especialmente en un momento en el que la crisis del coronavirus hacía de las suyas, a nivel internacional y especialmente en el continente asiático, siendo China el foco del Covid-19.

Evergrande se puso en marcha entonces y arrancó un plan con el que pretendía frenar los altos niveles de endeudamiento. El objetivo de la compañía pasaba por reducir su deuda a la mitad en 2023 -algo que ahora parece complicado- y para ello puso a la venta propiedades con un 30% de descuento, además de vender partes de sus negocios, en este caso automovilístico y tecnológico, gracias a su amplia diversificación.

Las ventas no fueron suficientes y la compañía siguió inmersa en las deudas. En esta línea, perdió liquidez mientras sus calificaciones crediticias seguían cayendo, sus bonos perdiendo valor y sus acciones sufriendo desplomes en bolsa. Pero estos no fueron los peores palos para la compañía ya que, en julio de 2020, la justicia china optó por congelar parte de los activos, como consecuencia de una demanda del banco Guanfa y de un contratista.

Con este nuevo impacto, las calificaciones crediticias de Evergrande se degradaron aún más -por parte de los grandes S&P y Moody`s- y los acreedores comenzaron a hacer públicos sus problemas económicos: la empresa les debía dinero. Las demandas y acusaciones de impagos no pararon y en agosto de 2021 la empresa ya sufría el impacto en sus cuentas semestrales, con una caída del 29% interanual en sus ganancias netas.

El pasado 31 de agosto la compañía reconocía públicamente el riesgo de incurrir en impago, por las dificultades para obtener la liquidez necesaria, consecuencia de la suspensión de los trabajos en varios de los proyectos desarrollados por la compañía. "El grupo tiene riesgos de impago de préstamos y litigios fuera de su curso normal de negocios", advertía en un comunicado, sembrando la alerta en China y en el resto del mundo.

Todos estos pasos llevan a las caídas que vemos hoy en las principales plazas bursátiles, con el miedo no solo entre los acreedores e inversores de Evergrande, sino también entre los inversores a nivel internacional. La situación de la compañía es complicada y algunos ya alertan de lo que podría ser el origen de una nueva crisis del ladrillo en todo el mundo, similar a lo que provocó Lehman Brothers en 2008.