El Instituto Nacional de Estadística (INE) hará público este jueves el dato avanzado del Índice de Precio de Consumo (IPC) de marzo, que deberá ser desgranado el próximo 14 de abril. Las previsiones apuntan a una bajada que podría situar el valor de la inflación entre el 3% y el 4% y, aunque no ha querido detallar la cifra, la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha confirmado que “todo apunta a que bajará en marzo”. Como es habitual siempre que un dato estadístico muestra una evolución positiva, el entramado de la derecha ha comenzado a trabajar para poner en duda la validez del dato.

De igual manera que sucedió con los fijos discontinuos, cuya contabilización corresponde a las Comunidades Autónomas y lleva realizándose igual desde 1985, la bandera del negacionismo estadístico comienza a atisbarse a lo lejos. En esta ocasión, el argumentario se centra en señalar que el dato de inflación que se reflejará en marzo experimentará un descenso porque en el mismo mes del pasado año los primeros efectos de la guerra de Ucrania dispararon el indicador. ‘Efecto Ucrania’, lo han bautizado algunos, señalando que realizar una comparativa con un mes inusual corrompe los resultados.

Antes de nada, cabe señalar que el valor del IPC general es interanual, es decir, plasma la evolución de los precios a un año vista, algo que no ha variado desde que se presenta esta estadística. Así, el mes de marzo de este año reflejará la evolución en comparación con el mismo mes de 2022, de igual manera que este lo hizo con el de 2021. Hace un año el ‘efecto Ucrania’ también estaba presente, al compararse el primer mes de afectación del conflicto bélico con marzo de 2021; sin embargo, en ese momento, cuando un elevado dato de la inflación (9,8%) servía para cargar contra el Gobierno, la derecha no puso en cuestión la estadística ni sugirió que esta podría estar desvirtuada por el conflicto.

Fuentes de Asuntos Económicos reconocen a ElPlural.com estar cansadas de este tipo de estrategias y se limitan a señalar que “los datos son los que son, tanto cuando son buenos como cuando no son malos”. Efectivamente, una estabilización del conflicto, alejado el shock del estallido, atribuirá una mejora al dato, de igual manera que la presencia de esa circunstancia lo disparó el año anterior. Desde la cartera de Calviño prefieren señalar a las medidas asumidas por el Gobierno para reducir la inflación, “cinco puntos en cinco meses”, reiteran, que sitúan a España, desde hace meses, como uno de los países con la inflación más baja de la eurozona.

“La estadística es así”, insisten, lamentando los malabares que en ocasiones se quieren realizar para hacer de menos los datos. Lo que tienen claro en el ministerio de Economía, y así lo han transmitido a este periódico, es que no tienen ninguna intención en “alimentar un cuestionamiento de las estadísticas”. Por el contrario, Calviño ha preferido defender este miércoles en el Congreso de los Diputados la "perspectiva positiva de crecimiento y de progreso", apoyada en los fondos europeos, y criticar la intención del Partido Popular de "boicotear todo aquello que es bueno para el país”.

Preocupan los alimentos

Más allá de triunfalismos, por un lado, y discursos catastrofistas, por el otro, lo cierto es que el precio de la vida está disparado y las familias trabajadoras continúan afrontando, con serias dificultades, un encarecimiento de los bienes de primera necesidad inasumible. Entre estos, apaciguado el precio de la electricidad, destacan ahora la vivienda y, por encima, los alimentos. En febrero, el encarecimiento de la cesta de la compra se disparó hasta el 16,6%, dejando en nada las medidas de reducción del IVA del Gobierno. Este viernes no se conocerá la evolución específica del precio de los alimentos, para lo que habrá que esperar hasta el dato confirmado, pero no se espera una reducción significativa.

Así, la inflación general experimentará un descenso por el efecto de los precios de los productos energéticos, pero los alimentos continuarán al alza. Esta oscilación de los datos del IPC se producirá durante todos los meses del año, atendiendo a lo excepcional de los meses del pasado 2022. No obstante, desde el Gobierno, aseguran, los esfuerzos están concentrados en abaratar la cesta de la compra, combatir la elevada inflación subyacente -aquella que descuenta el efecto de la energía y los alimentos no elaborados- y dar una solución al encarecimiento desmedido de la vivienda.

Por el momento, el Banco de España ha hecho público este miércoles un informe en el que señala que “el mayor peso que tienen los alimentos en la cesta de consumo española”, en comparación con la de los vecinos europeos, “ha hecho que su contribución a la inflación general haya sido superior”. El organismo presidido por Pablo Hernández de Cos muestra especial preocupación por la evolución, “por su intensidad y por su importancia en la cesta de consumo”, de los productos alimenticios relacionados con los cereales y con la leche.

De cara a futuro, el banco es optimista y asegura que “dada la moderación recientemente observada en los precios de las materias primas, cabe esperar una cierta desaceleración en los incrementos de los precios de los alimentos”. Pone también el foco sobre las grandes distribuidoras que, si experimentándose una baja de los costes no reducen los precios de venta al consumidor, tendrán que reconocer que esta diferencia se recoge en beneficios.