2023 va a ser un año de vital importancia para el desarrollo económico de España y del resto de Europa. Tras un 2022 cargado de medidas para hacer frente a la inflación y a la crisis tanto a nivel nacional como en el plano europeo, el escaparate que presenta el nuevo año sigue la estela del que acabamos de despedir, pero con algunas particularidades.

Para analizar este nuevo horizonte, contamos con dos voces de considerable autoridad en materia económica: la del economista y ex ministro de Industria, Comercio y Turismo entre 2008 y 2011, Miguel Sebastián, y la del Doctor en Economía y Empresa y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Eduardo Garzón. Ambos han aportado a este medio sus impresiones al respecto de tres claves fundamentales: los precios de consumo, el empleo y el plano europeo.

Sebastián: “Tenemos señales que invitan a pensar en positivo”

El profesor Miguel Sebastián. EP

El extitular de Industria asegura estar “en el lado positivo” de las previsiones. Augura cierto optimismo para el futuro y pone en valor medidas como la reforma laboral o la excepción ibérica.

“2023 va a ser un año que, al igual que el anterior, va a seguir marcado por la guerra y sus consecuencias. Sin embargo, tenemos algunas señales que invitan a pensar en positivo, como la estabilización de los precios de la energía y el descenso significativo de los precios del petróleo”, apunta el exministro. “Esas tendencias tardarán en traducirse al conjunto de los precios de la economía, pero se traducirán. Hemos terminado 2022 por debajo del 6% de inflación, y creo que 2023 dejará una media todavía más baja, del 3,4%”, prosigue.

“Por otro lado, están las reacciones de los bancos centrales, que serán mucho más suaves si cambian las previsiones de inflación, que actualmente están elevadas porque se fijan en los futuros de la energía. Sin embargo, eso es, bajo mi punto de vista, un error, porque los últimos meses hemos experimentado una tendencia mucho más positiva”, asevera.

“Además, en el caso de España, estamos todavía en una situación económica de postpandemia, donde se ha generado una cantidad de ahorro acumulado muy importante y que es ahora cuando está repercutiendo. También nos está ayudando la depreciación del euro: ahora tenemos una moneda con un tipo de cambio muy competitivo que se está notando en las exportaciones y en el turismo”, asegura.

“Con respecto al empleo, la verdad es que todas las previsiones, desde las más pesimistas hasta las más optimistas, apuestan por cifras de paro similares, entre el 12 y el 12,5%. Esto llama bastante la atención, ya que parece existir cierto consenso en que el impacto de esta crisis en el mercado de trabajo no va a ser como el que ocurrió en ocasiones anteriores. Se tiene la sensación de que el empleo esta mucho más blindado, probablemente por la reforma laboral y por la reducción de la temporalidad”, concluye Sebastián.

Garzón: “Se han tomado medidas bien orientadas, pero se echan en falta otras más valientes”

El economista Eduardo Garzón durante un vídeo de su canal de YouTube.

Por su parte, Garzón mantiene también una perspectiva positiva, pero prudente, al considerar que “las tendencias alcistas ya no supondrán tanta novedad como en 2022” y que “todo puede torcerse por cualquier factor exógeno”. A su vez, opina que el Gobierno podría haber sido “más valiente” a la hora de tomar ciertas medidas.

“Creo que el Gobierno de coalición ha tomado medidas valientes y bien orientadas, como han sido el límite a los precios de los alquileres y el descuento en el transporte. Otras medidas han sido útiles pero mejorables, como la Excepción Ibérica, el descuento en los carburantes y la reducción del IVA a los productos básicos y a la luz”, arranca el Doctor en Economía.

“Todas esas propuestas reducen la inflación y vienen bien en términos sociales y económicos (y, además, explican que tengamos la inflación más baja de la Eurozona), pero también se han echado en falta medidas más valientes, como podrían ser el control de los precios de los alimentos básicos y de los carburantes”, sostiene.

“En relación con el empleo, seguramente la tendencia no sea tan positiva como la de 2022, por dos motivos. En primer lugar, porque ya no hay tanto efecto rebote tras el parón de la pandemia, y en segundo lugar, porque los efectos positivos de la reforma laboral se han notado ya en 2022 y, aunque se mantendrán en 2023, no serán ya una novedad”, apunta.

“Sin embargo, eso no quiere decir que la tendencia vaya a ser mala, al contrario: la mayoría de organismos nacionales e internacionales prevén un año 2023 positivo en términos de crecimiento económico y de empleo para España. Por otro lado, estamos ante un año electoral y esto también juega a favor del empleo, porque las administraciones públicas tendrán interés en aumentar la inversión pública, que impulsa el empleo y el PIB”, asegura.

Sobre el binomio España-Europa, que parece estar en mayor sintonía que nunca en tiempo reciente, Garzón opina que “la Comisión Europea ha aprendido, por la fuerza, de los errores cometidos durante la crisis del año 2008 y del euro”. “El sentido común ahora es mucho más heterodoxo que antes. La pandemia y la inflación han empujado a todos los Gobiernos nacionales europeos a disparar el gasto público y a intervenir en los mercados, algo que era prácticamente tabú hace sólo unos años”, indica.

“Mientras los efectos de la pandemia y de la guerra de Ucrania no desaparezcan, es de prever que la Comisión Europea seguirá en sintonía con el gobierno de coalición español y sus políticas heterodoxas, y ello jugará a favor de nuestra economía”, asegura.

“De todas formas, el futuro no se puede conocer a ciencia cierta y todo podría torcerse por cualquier factor exógeno, lo cual no parece improbable teniendo en cuenta las tensiones geopolíticas en torno a Rusia y también los efectos del cambio climático”, concluye el economista, manteniendo la prudencia y dejando abierta la puerta a cualquier cambio imprevisto.