El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido bajar los tipos de interés por cuarta vez consecutiva, desmarcándose de la Reserva Federal, que tras tres bajadas consecutivas decidía este miércoles mantener los tipos entre el 4,25% y el 4,50%. La entidad monetaria europea se ha propuesto regresar a unos niveles de inflación estables alrededor del 2%, y consideran plausible lograrlo continuando con la bajada de tipos, a la contra de su homólogo del dólar. En concreto, el recorte ha sido de 25 puntos básicos, hasta el 2,75%, en lo que supone la cuarta rebaja consecutiva y la quinta en seis reuniones.
"El proceso de desinflación sigue avanzando. La inflación ha continuado mostrando una evolución en general acorde con las proyecciones de los expertos y probablemente retornará al objetivo del 2% a medio plazo a lo largo de este año", ha argumentado la presidenta de la entidad, Christine Lagarde.
El clima predominante desde diciembre no ha sido favorable para suavizar la política monetaria. La toma de posesión de Donald Trump ha generado mucha incertidumbre comercial ante la posibilidad de la aparición de nuevos aranceles, y mientras la Reserva Federal sí ha podido hacer una pausa en sus bajadas de tipos por la fortaleza del dólar y la continuidad de la inflación, Europa no se encuentra en las mismas tablas, a riesgo de que el euro se debilite aún más ante el dólar y la inflación se vuelva mayor. Por otra parte, los datos PMI del pasado viernes indicaban que la actividad de los países del euro se está recuperando más fructíferamente de lo esperado, lo que le quita parcialmente al BCE el yugo de la urgencia por estimular la economía.
Ligero estancamiento económico
No obstante, este tablero de juego es, a juicio de la entidad, insuficiente para detener por completo los recortes de tipos, que los inversores prevén que llegará hasta el 2% a mediados de año. Aunque países como España se encuentran en un buen momento macroeconómico, la economía europea está en zona de estancamiento, lo que hace que el BCE tenga que continuar con las bajadas pese a lo indicado. Este mismo jueves se conoció que los países del euro crecieron un 0% en el último trimestre de 2024, es decir, nada (Eurostat prefirió llamarlo estable), a pesar de que se predijo que habría una décima de avance. El caso de Alemania es particularmente flagrante, después de reducir su previsión de crecimiento para este año del 1,1% a un 0,3%. El BCE reconoce que la situación no es ideal, pero confía en el incentivo que pueden aportar estas bajadas de tipos. "La economía se enfrenta aún a factores adversos, pero la mejora de las rentas reales y la desaparición gradual de los efectos de la política monetaria restrictiva deberían, con el tiempo, respaldar una recuperación de la demanda", agregó Lagarde.
Sin embargo, el escaso crecimiento mencionado no es el único factor que pone al BCE en la senda baja. Lo cierto es que el euro ha perdido valor y los precios de la electricidad han ido al alza, aunque sin que sea dramático. Al mismo tiempo, la política exterior y comercial de Trump introduce un nuevo factor por el que temer, a pesar de que aún no haya adoptado la agresividad arancelaria que prometía contra Europa. Lagarde, además, expresó que no veía motivos para pensar en un efecto contagio a Europa si la inflación volvía a apoderarse de Estados Unidos con las políticas económicas de Donald Trump.
La próxima reunión, fechada para el 6 de marzo, será clave para observar si la tendencia continúa o si Frankfurt echa el freno. Lo más probable es que se repita la bajada, similar a la actual, de 25 puntos básicos, y que sea la quinta consecutiva. Será un punto clave, en tanto que surgirá el debate sobre cómo quedará el tipo neutral (aquel que ni impulsa ni frena la actividad económica). A su vez, habrá más elementos de juicio, como que ese día el BCE presentará las nuevas previsiones macroeconómicas. Entre unas cosas y otras, los agentes macroeconómicos irán descubriendo sus sendas de actuación.