El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha anunciado la suspensión del Festival Internacional de la Luz “debido al actual contexto de crisis energética”.

La celebración del evento estaba programada para los días 28,29 y 30 de octubre, pero pospone su segunda edición para las mismas fechas del año que viene “a la espera de contar con una situación más estable en lo que al contexto energético de refiere”.

La primera edición de LuzMadrid supuso un desembolso de 2,3 millones de euros y no encontró apenas patrocinios, lo que provocó que los gastos fueran sufragados mayoritariamente por las arcas municipales. En el que hasta ahora es el único precedente de la celebración, se encendieron una veintena de instalaciones durante los tres días entre las 20:00 horas y la medianoche.

Almeida no apaga

La decisión llega la semana en la que ha entrado en vigor el paquete de medidas de ahorro energético aprobado por el Gobierno de España y que ha recibido las críticas tanto de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como del primer edil, aunque este no amenazó con saltarse la ley como sí hizo su compañera de partido.

Sin embargo, ha dado el beneplácito a la decisión de la lideresa regional de llevar la normativa al Tribunal Constitucional (TC) y ha mantenido, al igual que la responsable madrileña, encendidos aquellos edificios que reúnen la condición de Bien de Interés Cultural y, por tanto, se quedan fuera del texto, como el Palacio de Cibeles.

La imagen, aunque legal, choca con la de los sitios que son competencia del Gobierno Central y que tienen el mismo distintivo, ya que estos sí apagan sus luces a partir de las 22:00 horas.

Una conversación comprometida

Más allá de afear el plan de ahorro energético de Moncloa, Almeida se encuentra en entredicho en las últimas horas por una conversación con dos humoristas rusos que se hicieron pasar por el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko.

El hecho de haberse creído el engaño es lo que menos reacciones ha provocado a nivel político y social, pues en los aproximadamente 13 minutos de charla, el regidor expone que Madrid “tiene las capacidades para deportar personas a Ucrania” y se muestra de acuerdo con acabar con los “bastardos rusos”.

Además, da el visto bueno a que un festival gay en Ucrania que los impostores se sacan de la manga se llame “Bandera” -siendo este el apellido de un antiguo líder de la Organización Nacionalista de Ucranianos- y reconoce que no ha leído “ningún libro” de Almudena Grandes.

Los interlocutores preguntan también a Almeida sobre el polémico caso de la compra millonaria de mascarillas y acerca del apodo por el que muchos se refieren a él. Todo ello ha generado mucho más revuelo que la escena en sí.