Y Feijóo empezó a gestionar o, como según le acusan desde diferentes ámbitos, incluido el político, a improvisar. Entre las últimas medidas adoptadas, una muy ensalzada, que ha servido de 'ejemplo' al resto del país, la prohibición de fumar en la calle si no hay distancia de seguridad. En La Voz de Galicia y en los espacios informativos de los medios públicos gallegos dominados por la guardia pretoriana del PP, así como en el cártel mediático afín, no solo se ha considerado una decisión acertada, sino básica para sacar adelante a Galicia y al país del atolladero en el que se halla por culpa de la nula gestión del Gobierno central. Es una exageración en la forma. No en el fondo.

Junto a esta norma, algunas otras, como la obligatoriedad del uso de mascarilla en los centros educativos a partir de los seis años, eso sí, sin mención a la distancia que recomiendan los expertos (1,5 metros) o a la ratio de alumnos por aula. Para qué, si el Gobierno regional gallego compite con Madrid en el menor número de profesores contratados.

Este mismo domingo, la conselleira de Educación, Carmen Pomar, ha dicho en SER Galicia que es “inviable” cumplir esa ratio de escolares porque “no hay espacio”. Para justificarlo ha dicho que “hay que ser realista”. También ha revelado que esperan el dinero del Gobierno central para... no sé sabe, pero lo esperan. La conclusión es que -sin ese dinero- la administración regional no tenía, tiene o tendrá intención alguna de incrementar la plantilla de docentes. Y todo así, sin anestesia.

Las direcciones de colegios e institutos se preguntan ¿Y qué ha hecho la responsable autonómica en la materia en estos meses para tratar de solucionar ese presunto 'problema'?

En política, lo de escudarse en frases preparadas por los equipos de comunicación del estilo “hay que ser realista”, “prefiero decir esto que engañar a la gente” o “no estamos aquí para vender humo”, está tan manido que ha perdido cualquier efecto. Siguiendo la técnica de la conselleira en relación con la pandemia, también se podría decir que “es lo que hay” y, a partir de ahí, pues que sea lo que Dios quiera para los creyentes, la Naturaleza para los no creyentes y las sustancias estupefacientes para quienes quieren escapar de la realidad.

Un tipo listo... o con suerte

En estas tierras se supone que detrás de estas declaraciones se sitúa siempre el presidente en funciones. En más de una ocasión, con respecto a él, se ha planteado la cuestión de si es un tipo listo o con suerte. Quizás hay que buscar algo de las dos virtudes. Suerte tiene. Es capaz de no hacer nada en materia de industria, de estallarle el asunto de Alcoa en medio de la campaña electoral (aunque venía de lejos) y no afectarle porque, de repente, aparece un brote de coronavirus en A Mariña que tapa lo anterior.

Pero también es listo, porque cuando ante ese aumento de contagios en Lugo le pidieron un nuevo aplazamiento electoral, su respuesta fue que dejarlas para después del verano podría hacerlas coincidir con una segunda ola del coronavirus. Además, con la ayuda adecuada y estudiada (sobre todo mediática), ha sabido vender que ha invertido una millonada en la sanidad gallega, cuando las cifras no son mentirosas y revelan que su destino ha sido, en un porcentaje elevado, a la privada, a través de conciertos y derivaciones. Quizas esto no es cuestión de listeza, sino de otras virtudes.

El presidente electo de Galicia es capaz de pasar de pedir al Gobierno de Pedro Sánchez que le deje gestionar a solicitarle que intervenga para coordinar las acciones autonómicas. Vamos, como Casado. Y es aquí donde algunos -que haberlos haylos- observan cierto reclinamiento del gallego ante Génova o, lo que es lo mismo, que empieza a dejar a un lado la moderación para pasar al ataque. Pobres incrédulos.

Lo que ocurre es que Casado no cuenta con la suerte de su posible sucesor. La elección de buena parte del equipo del que se rodea más que a la fortuna, se lo debe a su enemigo o a alguien que es nefasto en el 'negocio' de la política (¿Pero nadie le ha dicho que un buen número de los integrantes de aquel gabinete milagroso de su principal asesor, Aznar, ha pasado o está entre rejas?).

Además, al aún presidente del PP, está privado de las virtudes de Tot o Apolo. Alguien que pone a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso sin saber que la va a liar y que si prescindes de ella no se va a quedar callada, es que no se ha enterado de nada en los últimos años. En esto, ella no ha engañado a nadie. Era así antes, siguió de la misma manera durante, se ha despedido -y seguramente hasta renuncie a su escaño- sin dejar de serlo y a partir de ahora continuará de la misma manera.

Es Cayetana y el todavía algo líder 'popular' debería empezar a agarrarse los machos porque si la diputada de su partido es capaz de enfrentarse a Carmena por los Reyes Magos, poner como chupa de dómine al ex jefe Rajoy, acordarse del padre de Iglesias y criticar al emérito, por citar solo tres ejemplos, ¿qué no va a decir a partir de ahora de Casado y Egea? Se aproximan curvas que, a lo mejor, allanan el camino de quien en la primera semana de septiembre será investido como presidente de la Xunta.

El RH de los gallegos

Ahora, dicen sus acólitos, Pablo Casado ha dado un golpe de timón, ha tirado de autoridad, ha sido capaz de enfrentarse a su miedo escénico y le ha dicho a Cayetana que se vaya. Pocos se lo creen. Probablemente ni él mismo. Si antes se comentaba que sus hilos los manejaba el gurú Aznar, ahora el mando tira al norte, en concreto, al noroeste.

Y aquí, en Galicia, cómo cambian las cosas. En marzo, cuando el maldito COVID-19 empezaba a hacer de las suyas y tardaba en llegar a esta región, creíamos que lo que un conocido vasco nacionalista dijo de su RH negativo, se quedaba más que corto al lado de nuestra fortaleza galleguista. Lo achacábamos al aguardiente, las meigas o la Santa Compaña. Quizás a cierta pócima mágica a la que llamamos licor café. Incluso, había quien buscaba (y encontraba) cierta correlación entre esa inmunidad y la lluvia que en Galicia, como cantó Siniestro Total, es arte.

Ojalá hubiese sido así, pero no. Según denunciaban en este periódico desde SOS Sanidade Pública y en otros medios el colectivo de eventuales de este sector, falta gestión. Al final va a resultar que lo ocurrido fue cuestión de suerte, debido al 'aislamiento' de esta comunidad, y que Feijóo es eso, un político con suerte que, en lugar de crecerse en las duras, lo hace en las maduras, porque en los momentos complicados, como los políticos que desde su partido califican, como poco, de mediocres y poco patriotas, es simplemente un incompetente improvisador... o no. La todavía portavoz parlamentaria del PP en el Congreso, probablemente, sabe la respuesta.

Alberto Núñez Feijóo parece seguir criterios básicos de comunicación, es decir, no 'quemarse' en situaciones de crisis. Por no aparecer no lo hace, siquiera, en la Televisión de Galicia, tal y como denunciaron los socialistas gallegos esta semana, cuando los medios públicos han sido siempre su principal altavoz. Hay quien empieza a hablar de una posible comparecencia del presidente en funciones, esas que gustan a la clase política: sin preguntas, en horario de máxima audiencia y con todo perfectamente estudiado. La semana que viene, días antes de la investidura, puede ser perfecto.

Lo que daríamos porque nuestras meigas, con un simple gesto, transformaran este terrible virus en un catarro común. Lo que nos hubiera gustado. Mientras tanto, nos queda estar en manos de esta clase política. Al fin y al cabo “hay que ser realistas” y “no engañar a nadie”.