Lunes, 9.35.- Un lunes con su cielo gris plomo de panza de burra, un poso de inexplicable tristeza, un tedio vital con todos sus avíos, una sospecha de apariencia de  normalidad. Ay, aquellos lunes de antes tan adictivamente jodidos.

Lunes, 10.02.- El Banco de España prevé un desplome importante del producto interior bruto y el descarte de la rápida recuperación. Gran eco en el avispero de las ediciones digitales. Ayer era el turismo. Andan obviedades persiguiéndose: perro/muerde/niño.

Lunes, 10.02.- Andrés Trapiello es el padre de Las Armas y las Letras, sin duda la obra más determinante y rigurosa sobre nuestros escritores e intelectuales en la Guerra Civil: sus angustias, sus cobardías, sus miedos. Buscado como libro de culto es uno de los grandes de referencia, a caballo entre dos siglos. Se salvan pocos: Unamuno, Clara Campoamor, Juan Ramón Jiménez, Chaves Nogales... Un alud de datos y una narración impecable que provoca desafecciones y no pocos chascos sobre nuestros propios mitos: Neruda cobarde y canalla (“gran poeta pero persona muy poco poética”, diría de él Morla Linch), salidas en Madrid de Lorca con José Antonio, la “guerra bonita” de María Teresa León y Alberti...

Lunes, 10.03.- Mi altocargo viene desde hace dos lustros y medio fabricando los cimientos de una gran serie documental. Reuniones con el autor (más bien almuerzos con sobremesas deliciosas), búsqueda de patrocinadores, sentadas con los popes de las televisiones y las superproductoras. Total, llegó la crisis de la burbuja inmobiliaria, desapareció el dinero que brotaba de las fuentes y los árboles, y la vida se redujo a matar a Zapatero. Hace unos meses, tal vez octubre, parecida música, viajes a Madrid, desayunos en la editorial, contactos con las plataformas, discusiones sobre la (ya estamos) visión “comercial” y apuntes sobre estructura y guión. Total: llega el coronavirus y todo se reduce a matar a Sánchez. Guasap para Andrés: la serie escribe su propio guión, casi tan apasionante como tu libro; alguna vez, antes de la siguiente catástrofe, volveremos a vernos.

Lunes, 12.45.- Por escribirlo en fino, llamaremos infantilismo a esta carrera propagandística por ser los primeros en abandonar el confinamiento. Esas portadas en la prensa de debida obediencia con menos muertos que los vecinos de Palancarejo de Arriba, como si la pandemia fuera un anuncio de lavavajillas. Siguiendo en fino: al menos una gruesa inelegancia.

Lunes, 14.25.- Los niños regañan todo el día, los expertos dicen que son los efectos de las interminables semanas de aislamiento. Yo más bien creo en los vaticinios de Mihura, profeta del humor, que suelo llevar en el bolso: los mayores no son otra cosa que niños estropeados. Lo que le pasa a los niños es que se están contagiando de nosotros, sus mayores.

Lunes, 17.21.- Abascal se querella contra el Gobierno por matar a la gente, grandes carcajadas en la expertise judicial. Llamo a un jurista ratón colorado. Se le vienen unas risas y una maldad: todo depende, Cristinita, de la jueza adecuada.

Lunes, 17.22.- Suaves músicas de posibles pactos, políticos que aparcan su yoísmo. Parafraseando a Piglia: no era todavía la vida, pero ya no era la muerte.