Susana Díaz no ha tenido finalmente más remedio que resignarse al adelantamiento en seis meses del calendario de primarias para elegir candidato socialista a San Telmo.

Alentados por Ferraz y haciéndose eco de la convicción de numerosos dirigentes locales de que Díaz no es la persona adecuada para recuperar el poder perdido, varias ejecutivas provinciales y diferentes cargos institucionales y orgánicos han presionado para forzar ese cambio del calendario que nunca fue del agrado de la secretaria general.

Queda por saber, no obstante, lo principal: cuántos de los casi 40.000 militantes del PSOE andaluz comparten la convicción de que hay que buscar ya un nuevo líder y cuántos siguen confiando en Díaz.

La dirección federal y su secretario general Pedro Sánchez han intentado de forma reiterada pero sin éxito convencer a la expresidenta de la Junta de que diera un paso atrás. Díaz no se ha movido de su idea inicial: la pérdida de la Junta fue un accidente electoral de naturaleza coyuntural, un tropiezo que no obedeció a causas estructurales como el agotamiento del proyecto socialista o el desgaste del liderazgo de la propia Díaz.

La mayoría de observadores y una parte significativa de la dirigencia local del PSOE-A piensan, en cambio, que solo una renovación a fondo del partido le dará garantías para disputarle al PP el sillón presidencial de San Telmo. Aun así, los críticos de Díaz y la dirección federal preferirían esquivar las primarias o, al menos, celebrarlas con un formato lo bastante bajo en calorías como para conjurar el riesgo de división interna.

Los resultados de Madrid no cambian la situación interna del Partido Socialista, pero sí la vuelven un poco más complicada. El 4-M han sucedido demasiadas cosas a la vez como para que Ferraz no impulse una reflexión en profundidad sobre por qué ha sucedido lo que ha sucedido y qué hacer para que la derecha no releve al PSOE como fuerza hegemónica en España.

Ciertamente, el desastre socialista de Madrid hay que ponerlo en la cuenta particular de Pedro Sánchez: él autorizó la fracasada moción de Murcia que a su vez desencadenó el tsunami de Madrid. Ser el líder absoluto de un partido tiene el inconveniente de que los fracasos son no solo del jefe pero sí son sobre todo del jefe.

En principio, no hay motivo para que la amarga derrota de Madrid tenga un efecto directo en el proceso de primarias que va abrirse en junio en Andalucía, donde rige una dinámica propia que en realidad nadie controla del todo, ni Susana Díaz ni tampoco Pedro Sánchez.

Nadie sabe cómo votará la militancia: demasiados observadores dan por seguro que Díaz será derrotada por Juan Espadas, olvidando que, aunque favorito de Ferraz, tampoco el alcalde de Sevilla despierta una simpatía unánime en las filas del sanchismo. Así lo viene proclamando, por ejemplo, el exdiputado y profesor universitario Luis Ángel Hierro, que ha decidido competir también en las primarias en nombre del sector más a la izquierda del partido.

Ni se sabe cómo votará la militancia ni se sabe qué calendario beneficia más a quién. Al insistir tanto los críticos, con el respaldo tácito de Ferraz, en adelantar las primarias para elegir al candidato a la Presidencia de la Junta ha dado la impresión de que ese adelanto perjudicaba a Díaz, pues no en vano ella misma ha venido resistiéndose a dicha modificación del calendario.

En los últimos días el entorno de Díaz empezaba a convencerse de que la batalla del calendario la tenían perdida. De hecho, si había un número significativo de dirigentes locales que, junto con Ferraz, reclamaban hacer las primarias cuanto antes y dado que no es posible saber a qué candidato beneficiará el adelanto, ¿para qué seguir oponiéndose a él?

Es cierto que el argumento de que hay que estar preparados por si Moreno adelanta las elecciones es poco consistente y más parece una excusa que una razón, pero eso no significa que sea mala idea acabar de una vez por todas con la situación de interinidad en que se encuentra el partido desde diciembre de 2018, cuando Díaz perdió la Junta. Despejar la incógnita en junio y no en diciembre clarificará las cosas dejando atrás la provisionalidad del actual mandato.