Las primarias del PSOE de Andalucía van a ser principalmente cosa de dos, pero el hecho de que en la carrera se haya colado un tercero al que los favoritos no esperaban añade algo de incertidumbre a una competición en la que las apuestas se inclinan por el alcalde de Sevilla Juan Espadas, seguido quizá de cerca por la secretaria general y expresidenta de la Junta Susana Díaz.

Tras obtener 986 avales físicos que luego pueden verse incrementados por avales telemáticos, aunque será la Comisión de Garantías quien certifique su validez, Luis Ángel Hierro da un cierto morbo al proceso para elegir al candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía en las próximas elecciones autonómicas, previstas para diciembre de 2022 si bien es probable que se adelanten.

Dos sanchismos

Proviene el morbo de dos circunstancias: la primera, que Hierro estuvo encuadrado en el sanchismo de primera hora, que cabría denominar sin ironía ‘sanchismo auténtico’, aquel que se alineó tras Pedro Sánchez en los años 16 y 17 convencido de que su líder encarnaba una cierta regeneración democrática, la devolución del poder a las bases y un proyecto ideológico situado más a la izquierda y más federalista del que en teoría representaba Susana Díaz.

La segunda, que el abanderado del sanchismo en estas primarias no es Hierro, sino Espadas, cuya candidatura ha propiciado Ferraz y al que cabría encuadrar en un ‘sanchismo institucional’, alejado ya de los presupuestos iniciales del movimiento regeneracionista nucleado en torno al hoy presidente del Gobierno, pero mayoritario hoy en el Partido Socialista y dueño de los principales resortes de poder orgánico.

Sea como fuere, Hierro solo puede aspirar a colocar una cuña entre Díaz y Espadas y, en el mejor de los casos, arañar los votos suficientes como para impedir que ninguno de los dos candidatos obtenga el 50 por ciento de los sufragios en la primera vuelta. Ello obligaría a celebrar una segunda en la que los dos primeros se verían obligados a llamar a las puertas de Hierro para sumarlo a su proyecto y recoger los votos que sus seguidores le habían otorgado en la primera vuelta.

La aspirante incansable

Quienes conocen bien la federación socialista andaluza están convencidos de que Susana Díaz no puede ganar porque no es la favorita de Ferraz y porque haber perdido el poder detentado por su partido durante 37 años no es algo que perdonen fácilmente unos militantes acostumbrados a ganar.

No lo ve así la propia Díaz, que durante la precampaña y aun desde mucho antes viene desplegando un intensísimo peregrinaje por numerosas agrupaciones del partido, desde las más relevantes a las más remotas.

Aunque los pronósticos le sean adversos, la expresidenta piensa que puede ganar: muchos militantes valoran su entrega, la sienten muy cercana y siguen viendo en ella un contrapeso necesario a las veleidades ideológicas y estratégicas del PSOE de Pedro Sánchez, a quien la apurada aritmética parlamentaria ha obligado a colgarse del bracete de compañeros de viaje que ‘el PSOE de toda la vida’ y una amplia franja de su electorado miran con mucho recelo.

Baza de Espadas

Donde, en principio, Espadas aventaja a Díaz es en su talante integrador y su capacidad de coser las heridas abiertas en el partido durante la etapa en que ella aspiró a la secretaría federal. El antisusanismo nunca aceptará Díaz, pero el susanismo sí podría convertirse fácilmente al espadismo.

Ideológicamente, el alcalde de Sevilla estaría alejado de aquel ‘sanchismo auténtico’ de 2016 que prefería unas terceras elecciones antes que abstenerse en la investidura del conservador Mariano Rajoy. Pero ese alejamiento no tiene por qué ser un problema: auténticos devotos de aquel sanchismo primigenio quedan pocos en el Partido Socialista después de que el propio Sánchez apostasiara de él.

Durante el primer tramo de este segundo mandato como alcalde de Sevilla, Espadas vino entendiéndose a trancas y barrancas con los concejales izquierdistas de Adelante Andalucía, pero en octubre pasado amarró la estabilidad de la legislatura pactando con Ciudadanos. En su equipo piensan que ese perfil centrado y transversal es la gran baza de Espadas y le será muy útil para atraer a una buena porción de los antiguos votantes del partido naranja.

Está por ver, en todo caso, con qué baremo se regirán los más de 46.000 militantes andaluces a la hora de depositar su voto el próximo 13 de junio. Quien más quien menos es consciente de que una derrota de Espadas sería leída como una derrota de Pedro Sánchez, y el secretario general no está hoy por hoy en condiciones de permitirse ningún tropiezo más después del vapuleo sufrido en las autonómicas madrileñas. El PP ya aventaja al PSOE en las encuestas: los militantes andaluces lo saben y no querrán contribuir a ensanchar esa ventaja.