‘Espadas como labios’ (Aleixandre). ‘Baza de espadas’ (Valle Inclán). El apellido del pre precandidato a las primarias del PSOE andaluz Juan Espadas da mucho juego al periodismo leído para saquear a los clásicos y urdir ingeniosos titulares a costa del alcalde de Sevilla.

El título de la última entrega de la trilogía ‘El ruedo ibérico’ se acomoda bien a lo que está –o parece estar– a punto de suceder en el socialismo andaluz: la proclamación de Juan Espadas como competidor de Susana Díaz en las primarias socialistas de finales de año.

Baza, en este caso de espadas, puede ser varias cosas, pero la que, más allá de los lances del juego, describe con mayor precisión el caso Espadas es la que los diccionarios de uso del español definen como una operación calculada para efectuarla en el momento oportuno.

Ferrazólogos y espadólogos

La única candidata por ahora a la Secretaría General del PSOE-A es Susana Díaz, a quienes hoy dan prematuramente por muerta tantos como en el pasado mataron con imprudente anticipación a Pedro Sánchez.

Única candidata, pero por poco tiempo. Su desgaste es indiscutible, pero sus adversarios tienen que convencer a la militancia andaluza de que tienen una alternativa mejor que ella para recuperar la Junta… o para volver a perderla.

Juan Espadas se va asentando como ese nombre alternativo, si bien su perfil no centrista pero sí menos izquierdista –o más institucional– que el de Díaz puede ser un obstáculo para que una mayoría clara de la militancia –tan guerrera ella cuando la llaman a primarias– confíe en él.

Bastante antisusanistas en general, los ‘ferrazólogos’ de guardia aseguran que todo está ya decidido y que solo falta poner la fecha en que la candidatura de Espadas se haga pública.

Los ‘espadólogos’ se muestran, en cambio, más cautos: según ellos, el alcalde todavía se lo está pensando porque sabe que el envite de las primarias, tanto si las gana como si las pierde, es una jugada de riesgo.

De riesgo si las gana porque, primero, tendría que dejar antes o después la Alcaldía de Sevilla y no será fácil encontrar un candidato que dé las garantías que él da de conservarla para el PSOE en 2023; y porque, segundo, puede ganar las primarias pero no recuperar San Telmo, que es lo que realmente va esta partida, con encuestas por ahora muy adversas para la izquierda.

Y jugada de riesgo, en fin, si las pierde, porque la oposición se apresuraría a colgarle el sambenito, muy familiar a Díaz, de que si sus propios compañeros de partido no lo quisieron, ¿cómo habrían de quererlo los votantes?

Las primarias y los indios

En el Partido Socialista siempre han tenido una relación ambigua con las primarias, aunque ambigua puede que sea poca palabra para describir la doblez de quien proclama sin cesar las virtudes de consultar a las bases y luego maniobra todo lo posible… para no consultarlas.

Su doble juego está, por lo demás, sobradamente fundado: demasiado bien saben en Ferraz y en todas las terminales territoriales del partido que lo que los militantes quieren es alguien ganador; el modo en que sea elegido les da bastante igual. Su desgracia es que, como pocas veces hay un candidato claramente percibido de antemano como ganador, solo la democracia interna puede dictaminar quién lo es.

Los socialistas piensan de las primarias lo que cierto militar decimonónico norteamericano pensaba de los indios y expresó en una frase que luego ha dado mucho juego: “El único indio bueno es el indio muerto”, sentenció Philip Sheridan. Las únicas primarias buenas son las que no existen, piensan pero no dicen los socialistas.

Nada es imposible

Espadas y quienes le arropan acarician el sueño de que Susana Díaz renuncie a presentarse, del mismo modo que ella preferiría tener enfrente un oponente de escasa entidad o, mejor aún, ningún oponente.

¿Cabe pensar que Díaz pueda acabar retirándose? Hoy es improbable, pero mañana no es imposible. Recuérdese que desde hace como unos cinco años nada es imposible en la política española.

Si la entrada de Espadas en la carrera oficial desencadena una cascada de apoyos significativos en las provincias y en Ferraz, visibilizando así una cierta soledad de Díaz o su imposibilidad de ganar, tal vez en ese caso ella desistiera de sus planes.

Marcada por el estigma de una doble derrota, su deseo de resarcirse de la pérdida del poder en 2018 y del fracaso en las primarias federales de 2017 nunca llegaría tan lejos como para querer darle cumplimiento aun a costa de sufrir una derrota segura o de restar claramente a su partido opciones de victoria.

En cuanto a Espadas, su pasado electoral doblemente ganador en Sevilla certifica su envergadura y seriedad como candidato a las primarias y a la propia Junta, aunque las proyecciones demoscópicas evidencian que el nuevo inquilino de la fortaleza de San Telmo ha reforzado sus defensas y renovado la artillería. Reconquistarla no será fácil.

El problema principal para el PSOE en Andalucía es que, hoy por hoy, no hay ningún nombre con garantías de recuperar la Junta. Ni lo hay ni, probablemente, lo habrá.

Cuestión de tiempos

El desenlace electoral de 2022 dependerá principalmente de factores que los socialistas no controlan, desde el desenlace del calvario judicial que todavía tienen por delante hasta el relativo a Vox: la certeza generalizada en el electorado de izquierdas de que la extrema derecha entraría en el Gobierno andaluz, como va a suceder en Madrid si Vox suma con el PP, podría disparar la participación y el voto útil a favor del PSOE, creándole a Moreno contrariedades imprevistas para renovar mandato en San Telmo.

Por lo demás, Espadas tendrá dificultades, como las tuvo Díaz cuando era presidenta de la Junta y candidata a las primarias, para compatibilizar sin estridencias los tiempos orgánicos y los tiempos institucionales. ¿En qué momento anunciar la candidatura sin erosionar su papel institucional como alcalde? ¿Cuándo dejar la Alcaldía? ¿A quién? ¿Cómo gestionar el proceso, siempre delicado, de buscar un sustituto con garantías? ¿Cómo hacerse ver sin ser diputado?

Antes de desalojar a Juan Ignacio Zoido del Ayuntamiento de Sevilla, de Espadas se repitió mucho que iba a ser mejor alcalde que candidato, aunque lo cierto es que, puesto que llegó a alcalde, no debió ser tan mal candidato.

Si hay primarias y las gana, tendría, por qué no, opciones de reconquistar Andalucía, como ya reconquistó Sevilla; ahora bien, si no recupera la Junta, tal vez no sea el suyo el mejor perfil para vigorizar a un PSOE andaluz al que la derrota electoral dejaría exánime.

Partida crucial, pues, la que en pocos meses jugará el PSOE de Andalucía. Todo parece indicar que Ferraz –"no me llames Ferraz, llámame Pedro"– estaría decidido a jugar la baza de Espadas. Por cierto, que el sustantivo ‘baza’ también tiene esta otra acepción: “Hecho o asunto en que alguien arriesga la posibilidad de salir beneficiado o perjudicado”.