"Mucha gente preferiría morir antes que pensar, de hecho lo hacen". Si Bertrand Russell levantase la cabeza, quizás volvería a usar esta frase para valorar la mentalidad de una bolsa de los votantes fieles del Partido Popular, que además de avalar con su voto un largo historial de corrupción a lo largo de nuestra democracia y respaldar a un líder con una salud mental de la que se puede especular, también consiente que una formación política se dirija a él de la misma forma que haría con un niño de doce años (educado con el sistema español).

"Mucha gente preferiría morir antes que pensar, de hecho lo hacen"

Y es que la creciente banalización del discurso político del PP es realmente preocupante. Especialmente en un momento crítico en el que enfrentamos graves retos a nivel nacional e internacional y que precisamos de un gran grado de madurez política. Pero el partido que todos ven como el caballo ganador muestra síntomas inequívocos de desgaste, falta de ideas e inmadurez. Su estrategia maniquea nos hace mirar por el retrovisor y volver a un triste momento histórico que creíamos superado: la era de la propaganda.

Asistimos impertérritos a campañas vergonzosas en las que los candidatos hacen gala de una gran desfachatez, poca talla política y una gran dosis de populismo y demagogia para calentar a sus masas a través de un discurso ideado para aumentar la tensión y la crispación. Cuando llamar "extremistas", "terroristas" o "antisistema" a los que no piensan como ellos deja de funcionar, recurren a un nuevo truco: la infantilización del discurso

Un insulto a la inteligencia

Tratar a los ciudadanos como si fuesen niños es un efecto que se produce, probablemente, por la confluencia de varias tendencias que hemos visto surgir en los últimos años. Según describen Beatriz Gallardo, profesora de lingüística de la UV y Salvador Enguix, periodista y doctor en Comunicación en su libro Pseudopolítica: el discurso político en las redes sociales, hay tres factores que pueden haber dado lugar a esta situación.

En primer lugar la "espectacularización de la política", algo que parece inherente a la televisión y a nuevos medios como Twitter o Facebook, que popularizan los chascarrillos hasta tal punto que se convierten en axioma nacional. En segundo lugar estaría la idea de que "el mensaje es el político". A pesar de que en realidad no elegimos un candidato, sino un partido político, el argumentario se centra en explotar la figura del líder de la formación, ya sea mediante plasma, holograma o al estilo mainstream de Juego de Tronos.

En tercer lugar estaría la desideologización de los ciudadanos. La población actual está mejor informada y quemada a consecuencia de varios gobiernos seguidos que han mostrado su completa ineptitud. Eso transforma totalmente la actitud que el ciudadano toma ante la política: ahora es más cínica, descreída, escéptica y crítica. Hace falta ser mucho más ingenioso para conquistarle.

Además, parafraseando una frase de Mafalda "lo malo de la familia humana es que todos 'los conservadores' quieren ser el padre". El dirigente del PP se erige orgulloso como un salvapatrias similar a un superhéroe: un padre para gobernarles a todos. El 30% de la población que apoya el viejo patriarcado ha dejado claro que pasa olímpicamente de comprometerse políticamente. Lo único que busca en un candidato es alguien con una etiqueta azul que afirme vehementemente que resolverá sus problemas para poder ubicarse a la diestra del "padre". Aunque a la hora de la verdad, ni este ni ningún otro cumple con lo reflejado en el programa electoral. Pero, como siempre pasa cuando hay un telón por medio, "el espectáculo debe continuar".

"¿Dónde vas? Manzanas traigo"

Esta popular expresión española resume a la perfección en qué consiste la estrategia política en nuestro país: el juego del despiste. La niña de Rajoy, el vídeo de los gatitos, el empalagoso himno 'pinchado' con estilo electrolatino, el baile de Soraya o los habituales fails de Rajoy solo son técnicas de despiste para evitar el debate sobre temas de importancia para todos los españoles. El mensaje es completamente insignificante y su único fin es propagandísticoEl mensaje es completamente insignificante y su único fin es propagandísticoCasi les interesa convertir a su líder en un "meme social" y evitar que la gente recuerde el dinero que algunos miembros del partido han expoliado a los españoles, su absoluta negligencia o su falta de responsabilidad política.

Este vergonzoso intento de rejuvenecer el maniqueo estilo de la formación popular ha dado lugar a situaciones en las que uno no sabe si reír o llorar. Hace un año, Cristina Cifuentes pretendía 'dar la paga' al electorado. Pero no la que merece como trabajador, por supuesto. La idea era ofrecer un cheque de 100 € anuales a los menores de 30 y mayores de 65 para que se lo pudieran gastar en "espectáculos y eventos culturales". Como "limosnilla para los pobres" sonaba muy mal, bautizó el proyecto como "cheque cultural". Esto quiere decir que si un tercio de los madrileños que tienen derecho a él decidiesen pedir el talón, gastaríamos la friolera de 458 millones de euros en este menester en tan solo una legislatura del PP. Es lo que pasa por querer legislar después de una noche de juerga.

"Meme man"

Los políticos ya han empezado a calentar al público con motivo de la campaña electoral. Y, por supuesto, el PP no ha perdido la ocasión para presumir de creatividad. Pero, por desgracia, una vez más vuelve a mostrar que carece de habilidades para empatizar con la gran parte de la población madura. Pero, vamos a ver ¿a quién se le ocurre montar una rueda de prensa para presentar tu himno en versión 'electrolatina'

Suponemos que la ocurrencia es de la misma persona que permite que Rajoy se meta en charcos de los que después le es muy difícil salir con dignidad. Nadie le pide ser un reputado orador como lo fuese en su momento Manuel Azaña, pues tampoco la política nacional está a la altura, pero sí al menos mostrar un poco de coherenciaPero cada vez que el presidente en funciones pretende ponerse serio y dejar de lado el discurso banal y populista, patina hasta tal punto que el mensaje inicial se pierde dejando un sitio estelar al meme. Veamos algunos ejemplos:

¿Cómo son los españoles?

¿Y los catalanes?

¿Quién elige al alcalde?

La vida de un español es eso que pasa entre un"fin de la cita" y otro "fin de la cita"

"Todo es falso... salvo alguna cosa"

Rajoy y los chiringuitos 

No no es el patio de un colegio. Es el hemiciclo

El Presidente que no sabe por qué cae agua del cielo

La gran estrella de la legislatura... 

Y algo que entendería incluso hasta un niño de cinco años.

Como diría Groucho Marx... ¡Qué me traigan un niño de cinco años!

Confirmado: se nos va

Gatitos, electrolatino... ¡basta, por favor!

Por si unirse a la moda hipster o electrolatina no fuese suficiente tortura, el PP ha decidido tocar otro punto débil de las redes sociales: los gatitos. Será que aún estarán dolidos con todos los que se les escaparon en Madrid y se fueron al tejado de Carmena.

En lugar de hacer un anuncio inteligente, donde se vean sus propuestas, ideas o argumentario, ellos recurren a los gatitos con el fin de hacer una campaña "desenfadada". Como si su gestión pública no fuese suficientemente cómica e infantil. Pero eh!, "España va bien": #EnSerio.