Numerosos personajes a lo largo de la historia han perdido el contacto con la realidad una vez han alcanzado el poder político. Víctimas de su propia soberbia, cayeron en las garras del síndrome de hubris, un trastorno paranoide cuya existencia data de los albores de la primera democracia. Los antiguos griegos utilizaban el término de hibris para referirse a aquellos héroes que, borrachos de éxito y de adulaciones, se habían transformado en tiranos despreciables una vez habían hecho acopio de todo el poder posible.

Y es que ya lo decía el célebre historiador Lord Acton, "el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente". Partiendo de la base de que éste puede llegar a transformarse en una enfermedad en las manos equivocadas, podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que el gen infeccioso que causa la patología es el hubris. Aunque los atenienses lo utilizaron inicialmente como un concepto moral, por desgracia pronto se incorporó a su vocabulario habitual. Atónitos, veían como sus líderes cambiaban sus nobles propósitos por un ego desmedido y una arrogancia intolerable.

El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente

En 2008, el político y neurólogo británico David Owen publicó: En el poder y en la enfermedad: enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien añosun libro donde analizaba en profundidad la psique y la salud física de algunos mandatarios de la historia. Las conclusiones del exhaustivo análisis realizado por el científico británico daban lugar a pensar que la materia gris de nuestros gobernantes queda en un estado realmente lamentable. "En muchos jefes de Estado, la experiencia del poder les provoca cambios psicológicos que les conducen a la grandiosidad, al narcisisimo y a un comportamiento irresponsable. Los líderes que padecen este síndrome hubris 'político' se creen capaces de llevar a cabo grandes obras, creen saberlo todo, tener la solución a todos los problemas y tienden a operar más allá de los límites de la moral ordinaria".

Tres años después, Owen establecía los elementos psiquiátricos que caracterizaban este trastorno paranoide en un segundo libro: El síndrome hubris: Bush, Blair y la intoxicación del poder. Según el científico británico, quienes padecen esta enfermedad "comienzan con una megalomanía instaurada y terminan con una paranoia acentuada.”

¿Tiene Rajoy el síndrome de hubris?

Para averiguarlo necesitamos dos cosas: conocer si la actitud del presidente en funciones sigue un patrón paranoide y contrastar los resultados con un par de expertos. Y por supuesto, en ELPLURAL.COM hemos hecho ambas cosas. Vayamos por partes.

Como un buen lector avispado, ya habrás hecho un análisis mental con la breve descripción que te hemos facilitado del síndrome. A priori, posiblemente te encajen más con este perfil personajes como Putin y su egocentrismo, Sarkozy y sus ansias de protagonismo o Miterrand, quién dejó impreso su hubris para la posteridad en las obras farónicas que realizó durante el ejercicio de su poder. Pero seamos serios: ¿Rajoy puede encajar en este perfil?

Los afectados por esta conducta paranoide suelen interpretar todo con un sesgo de lo más egocéntrico, ya estén hablando de un tema tan banal como el vino o de gran trascendencia como recortes sociales que perjudicarán seriamente a la sociedad. Otro de los síntomas y quizás el que más hace dudar a la hora de saber si el presidente en funciones está enfermo de poder como lo estuvo Hitler, Stalin o Napoleón, es que esta clase de sujetos suelen demostrar una confianza desmedida en sí mismos y se sienten muy superiores a los demás. Aquí ya hay uno que evidentemente no nos cuadra.

Estos sujetos suelen demostrar una confianza desmedida en sí mismos y se sienten muy superiores a los demás

Otro de los síntomas que ponen en evidencia esta conducta paranoide es pensar que todo aquel que no opine como tú está contra ti. Si tenemos en cuenta este dato tendríamos que poner en tratamiento provisional a todo el hemiciclo y luego ya ir viendo a quién damos el alta, así que pasemos al siguiente. Además de creerse superiores a los demás, le dan una gran importancia a su imagen, no escuchan la opinión de otros, sienten que alguien les ha iluminado para realizar su labor y, aunque se equivocan, nunca son capaces de reconocerlo. Además, la pérdida de su poder les provoca una gran frustración que canalizan a traves de la rabia y el rencor.

No debe extrañarnos que un gran número de gobernantes hayan sufrido los estragos del poder, pues es, al fin y al cabo, la materia prima con la que trabajan diariamente. Además, la primera etapa de la enfermedad se da una vez cruzan la puerta del despacho presidencial, cuando se ven rodeados de aduladores que vanaglorian cualquier gesto que haga el amado líder. Después, cuando se han acostumbrado al goce de sentirse un dios en miniatura (véase Aznar), pasan a un segundo estadio del trastorno, momento en que no permiten que nadie ponga en duda sus opiniones e instrucciones. Cómo decidir embarcarse en una guerra injusta cuando tu pueblo entero clama a gritos por la paz o preparar una boda en El Escorial a tu hija de lo más principesca (también conocido como "síndrome monclovita").

Pero como decíamos anteriormente, son muchos los líderes que encajan con este trastorno, pero en el caso de Rajoy existe una duda razonable. Por ello, en ELPLURAL.COM contactamos con dos psicólogos que intentarán ayudarnos a resolver nuestras dudas.

¿Qué pasa dentro de la cabeza de Rajoy?

Según nos explica el psicólogo clínico Carlos Ramos Gascón, "las personas que tienen una demostrada veteranía en la esfera política no suelen presentar especiales rasgos psicopatológicos, salvo algunos casos particulares y políticos de tendencias extremistas. No veo en Rajoy a un político que tenga una especial ambición y aferramiento al poder, sino más bien a un hombre pragmático. Sabe que es un líder carente de carisma, de gancho popular, como sí lo tuvieron en su momento y en mayor o menor medida Adolfo Suárez o Felipe González". 

El psicólogo madrileño Juan Sánchez llega a las mismas conclusiones que Ramos, aunque sí ve algunas advertencias que deberían llevar al presidente en funciones a preocuparse más por su salud mental. "Creo que Rajoy aún no tiene una conducta paranoide, pero sí muestra signos de un Trastorno por evitación experiencial (TEE)". Este trastorno, según el profesor Steven C. Hayes, "es uno de los peores procesos psicológicos que la ciencia ha estudiado: 'si no lo quieres, lo tendrás'". Suele presentarse cuando las personas no están dispuestas a estar en contacto con experiencias aversivas, ya se trate de emociones, pensamientos o conductas, y tratan de evitarlas a toda costa. Esta actitud provoca una paradoja, ya que la intención de esconder la cabeza como un avestruz ante los problemas hace que estos estén cada vez más presentes.

"Es uno de los peores procesos psicológicos que la ciencia ha estudiado: si no lo quieres, lo tendrás"

Para comprobar la certeza de este problema haz una pequeña prueba. Piensa en un elefante blanco durante tres segundos ¿lo tienes? Ahora trata de dejar de pensar en él, ¿a qué no puedes? Pues sustituye a los elefantes blancos por un montón de dinosaurios llenando sobres de dinero de forma ilícita. Sin duda es más fácil dejar de pensar en bellos paquidermos ¿verdad?

Lo peor viene cuando uno pasa demasiado tiempo en estas tensas circunstancias. Según explica Sánchez, "las consecuencias de la evitación cuando se convierte en patología pueden ser muy gravescausar mucho sufrimiento a las personas. Depresión, ansiedad, delirios, fobias, los afectados pueden perder la perspectiva y actuar en contra de sus propios valores. La evitación experiencial siempre tiene un plan para evitar los eventos aversivos".

¿Por qué pensar que Rajoy lo padece en silencio? Sánchez lo tiene claro: "haciendo un análisis superficial de Mariano Rajoy no es dificil concluir que cuando suena el río... Contestar a la gallega con otra pregunta, hacer una rueda de prensa detrás de una pantalla de plasma, no saber que en su partido hay varios cestos de manzanas podridas, no saber que su propia sede quizá esté pagada con dinero negro, no comparecer en el Congreso por que dice que están en funciones, decir que los debates electorales son muy agotadores y que a nadie le apetece prepararlos y por este motivo preferir no participar en ellos, recriminar a los periodistas que solo se fijan en lo malo y no en lo bueno, etc,. son actos de evitación de libro".

Además, por desgracia se da el caso de que los seres humanos podemos padecer varios trastornos a la vez, algo que se conoce como comorbilidad. "Este tiene pinta de ser uno de los que quizá acompañe a nuestro presidente", matiza Sánchez. "En mi opinión, si a Mariano Rajoy le faltara el apoyo de su partido, psicosis paranoide sería otro".