La impunidad se apodera de la tragedia de Melilla tras su aniversario. Aquel viernes 24 de junio de 2022, sobre las 8.40 horas, alrededor de 2.000 personas intentaron llegar a territorio español desde el control fronterizo en el Barrio Chino. Aquella madrugada, la ciudad de Nador (Marruecos) y Melilla (España) presenciaban la ‘masacre de Melilla’ que dejó al menos 37 personas fallecidas en el intento de salto de la valla, en datos de Amnistía Internacional. Pero podrían ser más.

No hay respuestas, pero tampoco dejan hacer preguntas. Las autoridades mantienen la ley del silencio, una omertá atisbada por la actuación de las fuerzas de seguridad en aquel amanecer utilizando “86 botes lacrimógenos, 28 botes de humo, 65 pelotas de goma, 270 salvas y 41 aerosoles lacrimógenos grandes”. Esta es la versión de la Guardia Civil sobre su intervención. Junto a ellos, actuaban también los oficiales marroquíes, la Gendarmerie Royale.

Desde aquel 24 de junio continúan en paradero desconocido al menos 76 personas. Sin embargo, las cifras podrían aumentar. Las familias necesitan respuestas, pero los altos dirigentes tampoco se han pronunciado. Tanto España como Marruecos no se han responsabilizado sobre su procedimiento aquella mañana.

“Cuando se cumple un año de la masacre de Melilla, las autoridades españolas y marroquíes no solo siguen negando cualquier responsabilidad, sino que frustran los intentos de averiguar la verdad. Sigue habiendo cadáveres en una morgue y en tumbas, y son bloqueados los esfuerzos para identificar a las personas fallecidas e informar a sus familias”, aclara Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional en la presentación del informe.

Marlaska, en el punto de mira

La organización denuncia que las autoridades españolas se negaron a abrir una investigación independiente. En diciembre de 2022, España archiva el caso. Así, abandona a todos los migrantes que fallecieron en su frontera, deja en el aire todas las cuestiones a su alrededor y se desentiende del dolor de decenas de familias que necesitan saber qué sucedió aquella mañana.

“Las familias de las personas fallecidas o en paradero desconocido están atrapadas en la incertidumbre mientras el aparente encubrimiento de las autoridades españolas y marroquíes obstaculizan sus intentos de averiguar lo que sucedió a sus seres queridos y sus esfuerzos para obtener justicia, verdad y reparación”, apunta la organización.

Alabanzas a los cuerpos de seguridad 

En la valla de Melilla no hay justicia, verdad ni reparación. Las únicas pronunciaciones del Ejecutivo actual vinieron del ministro del Interior. Fernando Grande-Marlaska argumentaba en noviembre del año pasado queno hubo ningún muerto en territorio español. Sus palabras, que ignoraban a las decenas de fallecidos que tendían sobre el puesto de control fronterizo melillense, se dedicaban en alabar la actuación de los cuerpos de seguridad.

Marlaska reiteraba que “actuaron con toda la legalidad y proporcionalidad necesaria que los acontecimientos requerían” y que ese día se produjo “un ataque violento a una frontera de la UE”. También agrega que un total de 50 agentes resultaron heridos y “dos de concreta gravedad”. Aquella mañana, los registros oficiales apuntaron el fallecimiento de 37 migrantes. España no ha recabado una investigación independiente para esclarecer si el número supera al anotado.

España y Marruecos, una relación de impunidades

Un halo de secretismo envuelve la tragedia de Melilla. “Al principio todo fueron muestras de apoyo. Mucho el ministro pero a la hora de la verdad no ha cambiado nada. Las cosas siguen exactamente en el mismo punto y aquí todos sabemos por experiencia propia que manda Marruecos. Cuando quiera castigar a España, volverá a permitir un salto masivo”, indica la plantilla de agentes fronterizos en una entrevista a El Mundo.

Las alabanzas a las fuerzas de seguridad sorprendieron también cuando el propio jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, calificó el intento de salto de la valla de Melilla como un “ataque violento a las fronteras de nuestro país”. Tampoco dio respuestas sobre la vulneración de derechos humanos. “Me parece que esta respuesta la tiene que dar el Gobierno de Marruecos. Nosotros tenemos que hablar de lo que estamos haciendo en España”, dijo.

Lo sucedido en Melilla es un buen recordatorio de que las políticas migratorias racistas encaminadas a fortificar las fronteras y restringir las vías seguras y legales para quienes buscan seguridad en Europa tienen consecuencias reales y mortales. Es difícil no ver el elemento racializado de lo sucedido en Melilla y la forma deshumanizadora en que se trata a las personas negras en las fronteras de Europa cuando viven, desaparecen o mueren”, ultima Callamard.

La única propuesta del Gobierno tras la tragedia ha sido anunciar sus pretensiones en reformar y modernizar el puesto fronterizo del Barrio Chino, actualmente cerrado.