La brecha de género sigue presente en España. Salen a flote las desigualdades en el mundo académico, especialmente, las diferencias entre los salarios de media que perciben los profesores y profesoras. Las mujeres que trabajan en las universidades públicas cobran, de media, un 12,7% menos que sus compañeros. La brecha de género en el universo del profesorado se alimenta de los complementos salariales y la falta de medidas de conciliación.

Así lo recoge el informe Brecha salarial en el sistema universitario público español, presentado por el Ministerio de Universidades, que expone las desigualdades salariales entre profesores y profesoras en 48 universidades públicas del país. Esta investigación se realiza cada 3 años y estudia las desigualdades salariales entre profesores y profesoras con el objetivo de eliminar esta brecha.

“Es una cifra demasiado alta para una institución pública como lo es la Universidad. El objetivo de este ministerio y del Gobierno es eliminar esta brecha salarial y que las universidades puedan ser ejemplares en este sentido”, explica durante el acto el ministro de Universidades, Joan Subirats.

La brecha de género y los complementos salariales

Todo apunta a la doble segregación existente en el sistema universitario español. Dividido, por una parte, por la sobrerrepresentación masculina en las categorías profesionales más altas y, por otra parte, porque la mayoría de las docentes se sitúan en las enseñanzas más relacionadas con los cuidados como las Ciencias de la Salud.

La brecha salarial de género alcanza el 30%

El informe destaca que la brecha de género se subraya aún más con los complementos salariales en donde los resultados recogen unas diferencias más evidentes. El concepto de la brecha de género se entiende como la diferencia retributiva a la hora de percibir el salario base más los complementos retributivos. El documento señala que las diferencias en el salario base se mantienen hasta el 1,8%.

Pero el sistema español penaliza a las profesoras en este sistema de complementos retributivos disparándose hasta un porcentaje del 19,1%. Este dato varía en función de la institución. Algunas universidades presentan una brecha superior al 20%, mientras otras alcanzan los valores de más del 30%.

Una brecha acompasada con el ciclo vital

Con el tiempo, también se observa esta penalización a lo largo de las fases más avanzadas de la carrera académica. Se califica Sexenio cuando se cumplen cada seis años de servicios prestados en la Administración Educativa. La brecha media de los complementos por sexenios llega al 28,5%. A medida que aumenta este número de sexenios, también de manera paralela, se reduce el número de mujeres en el Personal Docente Investigador (PDI). En el caso de los complementos por proyectos de investigación también se dispara con un 47,3%.

La brecha salarial se hace más prominente para las docentes que los comprenden desde los 30 a los 39 años, edad que desde el Ministerio apuntan que “es importante señalar” porque coincide con “la franja de edad en que las mujeres y los hombres suelen iniciar proyectos familiares”. De hecho, podemos relacionar este dato con la primera maternidad, que dispara las diferencias salariales hasta el 7%.

En función del aumento de sexenios trabajados, también de manera paralela, se reduce el número de mujeres en el Personal Docente Investigador (PDI)

Las mujeres de 40 a 49 años edad son el grupo más afectado por esta brecha cuando se aumenta la carga de los cuidados. Las diferencias marcan que los docentes cobran un 8,1% más que sus compañeras, un dato que podría derivar de la acumulación de complementos salariales.

“En las universidades públicas no solo existe un techo de cristal, sino un laberinto de cristal. Es decir, a lo largo de la carrera profesional se van dando desigualdades que perjudican a las mujeres y que se van acumulando a lo largo de la trayectoria académica”, explica la coordinadora Elena Martínez Tola en el acto.

Las brechas más notables son aquellas que atienden a las ramas de enseñanza. Las docentes en la rama de Ciencias de la Salud presentan una brecha salarial que asciende al 18%. Las ramas con mayor presencia de docentes masculinos muestran unas desigualdades más reducidas con un 2% en la variante de Ingeniería y Arquitectura y Ciencias Sociales y Jurídicas.