Francisco J. Castiñeira (A Coruña, 1987) es Doctor en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela y contratado posdoctoral de la Xunta de Galicia en el mismo lugar. Presenta a ElPlural.com su último libro, Los Nadies de la Guerra de España, un manual a medio camino entre el ensayo y la narrativa que encuentra inspiración en Eduardo Galeano, pero, sobre todo, en esas personas -a veces anónimas- que fueron imprescindibles y que, en realidad, estuvieron repartidas por toda aquella España gris y el exilio.

Esta nueva obra sigue la dirección de Soldados de Franco: Reclutamiento forzoso, donde el autor gallego habla de quienes participaron obligados de una guerra en la que nunca creyeron. “Tan solo alrededor de un 20% de personas fueron voluntarias. Esto quiere decir que la gente no estaba dividida en dos bandos. Para mí el que ganó la Guerra no es el bando de los vencedores. Y es momento de hablar de ello también, siempre desde una perspectiva democrática”, defiende sobre dicha carta de presentación.

Los nadie, por su parte, recoge las historias de víctimas silenciadas de Galicia y en todo el mapa nacional, entre ellas la del abuelo del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, Juan Rodríguez Lozano, fusilado al principio del Golpe de Estado. “Le dedico un capítulo no por ser nieto de Zapatero, sino porque era militar y defendía la democracia. Me recordaba a mi padre”, apostilla el autor.

Castiñeira valora asimismo “positivamente” la Ley de Memoria Democrática y considera que quienes no lo ven igual lo hacen por “manipulación o ignorancia”. “Quiero creer más en la segunda opción, porque la primera sería antidemocrática”, mantiene. Todo lo demás, en las siguientes líneas.

PREGUNTA (P): Me llama la atención el título. El libro habla de “nadies”, anónimos a veces podríamos decir a ojos del mundo, pero con nombre propio. ¿Por qué es importante poner cara a todos ellos?

RESPUESTA (R): Yo recojo el título de un poema de Eduardo Galeano en el que hace una reivindicación por aquellas personas que en cierto modo no tuvieron historia. Lo que quiero es darles unas pequeñas líneas a quienes no fueron los grandes generales o los grandes políticos de los años 20 y 30; y que a su vez representen a muchos otros “nadies”.

P: ¿Las historias que relatas son 100% reales o inventadas a partir de la realidad?

R: Son 100% reales. Es un libro que está a medio camino entre la historia rigurosa, el ensayo y la narrativa. Es decir, prevalece la historia, aunque la forma de narrarlo sí que mantiene un toque de novela.

Me he basado en documentos, archivos, memorias, entrevistas orales, cartas, diarios… y otra documentación que me fueron ofreciendo las familias. Resalto esto último porque al final fueron las propias familias las que participaron de algún modo a la hora de escribir este libro. No salen como autores, pero son parte fundamental.

P: Siempre se dice aquello de que la Guerra Civil en Galicia no fue tal, sino un barrido hacia el bando republicano que duró apenas un par de días. ¿Cómo valoras como gallego la importancia de tu tierra en el devenir del conflicto y por qué es un caso particular?

R: Hay un capítulo dedicado a María Gómez, la primera alcaldesa de Galicia, y a Urania Mella. Creo que representan muy bien lo que fue la Guerra Civil: un momento de sociedad fracturada a partir del Golpe de Estado. No hubo Guerra en lo que se entiende como batallas, pero sí represión, persecución, terror, incertidumbre, violencia y mucho miedo, sobre todo.

En Galicia no hubo Guerra en lo que se entiende como batallas, pero sí represión, terror, violencia, incertidumbre y mucho miedo

P: En tus obras destacas también el sufrimiento de quienes combatieron obligados con el bando sublevado. Se aprecia muy bien en tu anterior libro, Soldados de Franco: Reclutamiento forzoso. Siempre hablas, sin equiparar a víctimas y verdugos, de la necesidad de un reconocimiento o, al menos, un análisis desde una perspectiva democrática.

R: Hay que entender que en aquel contexto mucha gente fue obligada, del mismo modo que hubo gente forzada en el bando republicano. Y eso es algo que hay que decir. Los grandes estudiosos coinciden en que tan solo un 20% de las personas fueron voluntarias a la Guerra. Esto quiere decir que la gente no estaba dividida en dos bandos.

Yo reivindico ese análisis desde una perspectiva democrática porque no podemos hablar de bando de los vencedores. Para mí no es el bando de los vencedores en el sentido de que hubo mucha gente forzada, y es momento de hablar de ello también, siempre desde una perspectiva democrática.

P: ¿Cómo valoras la actual Ley de Memoria Democrática?

R: Positivamente. Creo que es necesaria. Pero sí me gustaría que se viese reflejado un espacio de debate, de participación de la sociedad civil, de profesores… para que el reconocimiento sobre aquel periodo también se pueda trasladar a la sociedad. No sirve de nada solo poner o cambiar calles, hay que hacer algo más, dar significación a esos objetos. Para ello creo que es fundamental abrir este espacio de debate en el que, eso sí, solo prevalezcan la defensa de la democracia y los derechos humanos, así como la condena del Golpe de Estado, del franquismo y de la violencia.

P: ¿Qué opinión te merecen aquellas fuerzas políticas que se oponen? Justificando además que la norma solo reabre heridas del pasado, que la niegan porque hace concesiones a las fuerzas independentistas, etc.

R: Pienso que o hay ignorancia o hay un intento de manipulación, lo cual es aún peor. La ley no impone en ningún momento ningún discurso de aquel pasado, siendo este uno de los argumentos más utilizados por los sectores revisionistas. Es necesario abrir el melón del pasado, debatir sobre lo que pasó. Y no pasa nada.

Porque además hay que tener claro que no existen herederos de aquel pasado. El hijo o el nieto de un verdugo no sigue siéndolo. El verdugo fue únicamente esa persona, y lo que tenemos que hacer como demócratas es hablar de aquel pasado y condenarlo. Repito, o hay manipulación o hay ignorancia. Y quiero creer más en la segunda opción, porque la primera sería antidemocrática.

Es necesario abrir el melón del pasado y tener claro que no existen herederos. El hijo o el nieto de un verdugo no sigue siéndolo

P: Has presentado este libro con José Luis Rodríguez Zapatero, pionero en la cuestión al asentar las bases de la Memoria con la norma de 2007. Pero ¿por qué él, más allá de esto?

R: Principalmente por eso. Creo que ha sido una persona capaz de abrir un debate necesario y que se venía produciendo desde el año 2000 con los movimientos memorialistas, aunque no fuera hasta 2007 cuando se hizo una ley de Memoria.

El otro motivo, más bien personal, es que hay un capítulo dedicado a su abuelo, pero no se lo dedico por ser abuelo de Zapatero, sino porque era militar. Él decía en una carta: “Yo soy militar y socialista y me molesta que en el diario El Socialista habléis de esta forma sobre los militares, porque somos un colectivo mucho más complejo de lo que queréis ver”.

Hacía alusión a que los golpistas y reaccionarios eran un grupo reducido dentro de los militares. Al escuchar esas palabras sentía que estaba escuchando a mi padre, demócrata, militar y defensor de los valores democráticos, que es lo que hay que defender en la sociedad en la que vivimos.

P: ¿Por qué es importante utilizar la literatura, el cine o la música para hablar de Memoria? ¿Por qué animas a la gente a hacer arte en este sentido y a consumirla?

R: Creo que el arte cumple un papel fundamental, desde los autores y autoras del exilio hasta las investigaciones desde el punto de vista historiográfico y de la politología. También el cine, por supuesto, las series… que cada vez se mejoran más a la hora de hablar de este episodio. Se me vienen a la cabeza Pa negre (Pan negro) o La Trinchera infinita… Son películas que se deberían proyectar en las aulas.

P: Recogiendo esto, ¿qué esperas que consiga tu libro?

R: Sinceramente, algo mucho más humilde que lo que acabo de decir. Simplemente espero que la persona que lo lea, en la parte final -de preguntas- le dé por pensar; no solo sobre la necesidad de conocer la historia de su pasado, sino la historia de sus nadie, de los nadie de su familia.

P: ¿Crees que algún día se hará justicia del todo, aunque sea obedeciendo a unos mínimos? Quiero decir, ¿crees que algún día, aunque sea, todo el mundo tendrá un lugar al que ir a llorar a sus muertos?

R: Espero que sí. Espero que algún momento la Guerra Civil deje de ser un tema abonado a la polémica y que seamos capaces de entender que no somos herederos de lo que hicieron nuestros antepasados. Solo de esta forma podremos mirar al pasado y entender que hay que dignificar a las víctimas y darles un discurso democrático, no propagandístico ni interesado. Pero siempre condenando el Golpe de Estado, el franquismo y la violencia en ambos bandos.