“En nuestro país hay un trauma que no hemos sabido curar, pero no querer mirarlo no significa que vaya a desaparecer”, asume Juanma Díez, actor y dramaturgo, sobre la Guerra Civil Española y la necesidad de hablar de ella, especialmente a las generaciones más jóvenes: “Nos toca afrontar la responsabilidad, incluso necesidad, de dar voz a aquellos días para sanar con la distancia que nos permite la perspectiva del paso del tiempo (…) ¿Cómo que eso es reabrir heridas? Si no se han cerrado”.

Pese a su holgada trayectoria en cine gracias a Los favoritos de Midas (Netflix) Pequeñas coincidencias (Amazon), Gran Reserva o La pecera de Eva, Díez reconoce sentirse “como pez en el agua” en el ámbito teatral y es que, aunque paradójicamente se estrene como dramaturgo con Señor B. Algunos desastres de una guerra, lleva veinte años en esto con su compañía Jamming, de teatro de improvisación.

Ahora va un paso más allá y presenta la obra mencionada en el Teatro del Barrio de Madrid junto a Lolo Diego, Mabel del Pozo y Borja Cortés (puede verse del 13 al 22 de enero). Ésta relata el episodio de un fusilamiento acontecido en el verano de 1936, casualmente con apenas un par de días de diferencia con el de Federico García Lorca, con quien el protagonista guarda paralelismos.

El Señor B es alguien sin nombre (aunque el entrevistado nos cuenta de quién se trata), pero para nada anónimo, pues su historia es a la vez la de nuestros antepasados, hombres y mujeres que dieron la vida por la libertad. Quienes sobrevivieron no son ajenos al paso del tiempo, por lo que esta actuación y sus homólogas son también un homenaje y un recordatorio a que, aunque ellos se vayan, su legado no se borre para que nadie tenga que volver a pasar nunca por él.

PREGUNTA (P): ¿Qué diferencias/dificultades encuentras entre hacer cine y teatro, más allá de que uno es en riguroso directo y el otro no?

RESPUESTA (R): En el teatro me siento como pez en el agua porque es el medio en el que me he formado. Pero aquí hacemos todo. En mi compañía, Jamming, de la que soy socio fundador junto con Lolo Diego y Paula Galimberti, nosotros somos un poco Juan Palomo: nos lo guisamos y nos lo comemos (risas). Y en Señor B también ha sido así. Es decir, que yo en el teatro soy actor, productor... estamos haciendo todo el tiempo todo. 

Mientras que en el cine, ya sea en series o en películas, he hecho lo que me han pedido con el trozo de texto que me he tenido que aprender para desempeñar el rol de actor. Esa es la principal diferencia que me viene, más allá de que son lenguajes distintos y, como bien dices, el teatro es en directo, tienes al público ahí y es donde más cómodo me siento; pero porque es también donde tengo más experiencia. 

P: Señor B cuenta un episodio unifamiliar que habla sobre un fusilamiento a principios de la Guerra y que te cuenta tu prima María. ¿Puedes darnos más detalles?

R: La obra parte, efectivamente, de una revelación de mi prima, que somos como hermanos. Un día en el pueblo me cuenta que a su abuelo le fusilaron en la Guerra y que su padre ha escrito sobre ello. A mí me engancha por completo la historia, el querer saber más de algo sobre lo que me veo totalmente ignorante, porque al final es una historia de mi prima, pero mía también y del pueblo. Ella generosamente comparte, con el consentimiento de su padre, el material; y empieza a fraguarse el proceso de contar la historia del Señor B. 

En un principio, quizás por ingenuidad, quiero hacer un monólogo dramático/documental comprometido en el que aparezca solo y siendo completamente riguroso con los escritos. Pero a la hora de escribirlo me voy dando cuenta de que hay más cosas, aparecen otros personajes... y, sobre todo, de lo complejo que es el tema y la cantidad de matices que hay para adentrarse en una historia familiar sobre la Guerra Civil Española, un fusilamiento, su historia, la mía porque mis abuelos también estuvieron allí... Y todo esto es lo que aparece también en la obra. Creo que se pone sobre las tablas el proceso creativo y lo que le pasa al propio Juanma cuando se enfrenta a sus dudas, a sus miedos y a personajes que no le dejan contar el episodio como él quiere. 

P: Porque el Señor B es alguien anónimo en el guion. No aparece su nombre en ningún momento.

R: Así es. Y es así por varios motivos y diferentes, los cuales puedo entender. De hecho, me parece que esto lo hace hasta más interesante.

P: La escena se da en Piedrahíta (Ávila). Imagino que también es un homenaje a los pueblos en aquella época oscura. Al final fueron igualmente núcleos de resistencia, aunque la Historia a veces se haya centrado en las grandes ciudades. Es más, seguro que a cualquiera que vea esta entrevista se le vendrán escenas concretas que le hayan contados sus abuelos o incluso sus padres, en función de la edad. 

R: Sin duda. En aquella época había mucha más gente en esos pueblos y hay un montón de historias (...) Al ser todo más pequeño y conocerse todo el mundo mucho más creo que el drama es aún si cabe mayor porque conoces a las víctimas, a los verdugos... y eso amplifica todavía mucho más la tragedia.

P: Es casuístico, desde luego; pero el fusilamiento del Señor B apenas se lleva un par de días con el de Federico García Lorca. No sé si hay algún guiño a su persona por su influencia teatral, su asesinato o, simplemente, por lo cerca en el tiempo entre la muerte de ambos personajes.

R: Sí que hay ciertos paralelismos. La figura de Lorca es inmensa y encima está muy politizada en algunos ámbitos... Pero se dan similitudes en el texto. Por ejemplo, hay una luna negra que no iluminaba esa noche y que también estaba encima del Señor B. El protagonista de la obra fue además un gran artista a su modo: organizaba veladas literarias, escribía, pintaba de una manera alucinante... Todo esto aparece en la historia. 

En la obra hay paralelismos con Lorca. Su figura es inmensa y encima está muy politizada en algunos ámbitos

P: Siempre que hablo con alguien cuya creación apela a la Memoria Histórica pregunto lo mismo. Por un lado, ¿por qué es importante esta cuestión? Por otro, ¿qué dices a quienes mantienen que hablar de lo que pasó solo reabre heridas, que fue una "pelea de abuelos"...?

R: La Memoria Histórica es sumamente importante porque nos incumbe de forma directa aunque no queramos. Es una herencia genética y una herida que nos afecta también a esta generación, y es que estamos ligados, queramos o no, a nuestros ancestros. En nuestro país hay un trauma que no hemos sabido curar, pero no querer mirarlo no significa que vaya a desaparecer”

Así que a nuestra generación le toca afrontar esa responsabilidad, incluso necesidad, de entrar ahí y dar voz a aquellos días para sanar con la distancia que nos permite la perspectiva del paso del tiempo. Afortunadamente no estamos tan condicionados como lo estaban nuestros abuelos o como lo han estado nuestros padres, ya solo las circunstancias temporales nos posibilitan mirar con distanciamiento e intentar resolverlo con menos condicionantes. Ojalá que lo consigamos y esta obra contribuya también a eso. 

Sobre la segunda parte de la pregunta: Por mucho que miren a otro lado, está ahí; no se puede ocultar. En la obra hay una frase que me parece muy interesante cuando el personaje se cuestiona eso de reabrir heridas: "¿Cómo que reabrir? Si no se han cerrado". Apelaría a la coherencia y a la gente que le resta valor a la Memoria Histórica la invitaría a escapar de lo político, de poner bandos, de la polarización y mirar el asunto desde una perspectiva humana con el objetivo de intentar solucionar el problema de la mejor manera posible. 

Invito a quienes restan valor a la Memoria a escapar de la polarización y mirar el asunto desde una perspectiva humana

P: ¿Qué significa para ti actuar en un sitio tan emblemático con el elenco que te acompaña?

R: Es casi un sueño porque me estreno como dramaturgo y a la hora de redactarla, escribirla, pensarla, descubrirla... me imaginaba mucho hacerlo aquí. Es un teatro que ya conocía por la obra Famélica, de Juan Mayorga, con la que estuvimos tres años; y es un lujo, más con un elenco que son casi hermanos de profesión. Tanto Lolo Diego, con quien comparto esta pasión desde hace más de 20 años que trabajamos juntos en Jamming, hasta Mabel del Pozo, otra actriz inmensa, pasando por Borja Cortés, que es un actor igualmente único. Y luego, por supuesto, agradecer a todo el equipo que lo ha hecho posible.

P: Te has referido un par de veces a Jamming. Vamos a hablar también un poco de ella para quien te conozca menos. ¿Dónde surge tu inquietud por el teatro de improvisación? ¿Consideras que, pese a que cada vez más gente se acerca a él, tiene el reconocimiento que se merece?

R: La técnica de la improvisación la descubrí en el teatro Asura, un taller de teatro que sigue estando en Cuatro Caminos (Madrid). Allí con 20 años, sin tener ni puñetera idea de lo que quería hacer con mi vida, me apunté a clases de acrobacia y el primer día tuve una rotura de fibras (risas). En ese momento pensé en la improvisación teatral, con Pablo Pundik de profesor y Lolo Diego, que llevaba ya unas semanas. Fue un amor a primera vista, sé que suena a cliché, pero para mí fue como descubrir lo que quería hacer en seguida. No sé, me dio de repente un hambre tremendo de aprender aquello.

Por otra parte, existe una responsabilidad nuestra de cuidar mucho esta disciplina. En ese sentido puedo entender que haya gente que vea espectáculos que están menos cuidados y que tengan una opinión determinada de la improvisación teatral. Jamming quiso cuidar mucho esto desde el principio, tanto la puesta en escena como la formación de los integrantes de la compañía. Nos consideramos todos actores profesionales e indagamos mucho en la técnica. Jamming no tiene nada que envidiar a cualquier obra de texto, es otra obra de teatro como cualquier otra (y enfatizo en la palabra). 

P: Nos manejamos en un escenario en el que las plataformas audiovisuales están en auge, y eso es positivo para que la gente no opte por la piratería. Sin embargo, esta lacra es algo que sigue existiendo. Pero el caso del teatro es particular porque no se puede piratear. ¿Cómo ha favorecido en este sentido el ámbito teatral a la cultura?

R: Bueno... el teatro siempre va a estar. Además durante la pandemia la gente se dio cuenta de lo que lo necesitaba. Al final es una convocatoria de gente en un lugar que ve algo en directo, y eso es muy difícil que se pierda. 

En ese sentido las plataformas no compiten con el teatro. Quiero decir, puede haber un día que llueva y prefieras quedarte en casa viendo una peli, pero la experiencia del teatro es otra y la gente se ha dado cuenta de lo que supone cuando se lo han quitado. No hay más que ver el mogollón de ofertas teatrales que hay desde que se abrieron las puertas tras la pandemia. Yo soy bastante optimista con eso y quiero pensar que el teatro no se va a perder.

Las plataformas no compiten con el teatro. Un día que llueva te puede apetecer quedarte en casa viendo una peli, pero la experiencia es otra 

P: ¿Qué planes tienes después de la obra?

R: Seguir con mi compañía, por supuesto. Y en el caso concreto de la obra, me gustaría que tuviese un recorrido importante. Más allá de representarla queremos hacer debates de olvido y memoria en los que abramos al público a hablar de ella, traer a los jóvenes a verla para refrescarles o descubrirles aquel pasado de nuestro país. A partir de ahí, ya tengo el furor de la dramaturgia enganchado en el cuerpo y estoy escribiendo más teatros.