Este verano de 2025 ha dejado un panorama desolador. Decenas de grandes incendios forestales han arrasado amplias zonas de la península. Solo en Castilla y León hay once fuegos activos ―cinco de ellos de especial gravedad―, y se han sumado frentes abiertos en Tres Cantos (Madrid), Tarifa (Cádiz) y Ourense (Galicia). Ante esta emergencia, los bomberos locales y autonómicos luchan sin descanso, ahora reforzados por la Unidad Militar de Emergencias (UME) allí donde se la necesita.

La UME, creada en 2005 por el Gobierno de Zapatero, ha desplegado sus efectivos en los incendios de León, Zamora, Toledo, Madrid, Valencia y Zaragoza. Incluso, tras concluir su intervención en Orallo (León) este martes por la noche, varias de sus unidades ponían rumbo a Ourense para seguir luchando contra las llamas. Su trabajo no cesa: los equipos de la UME entran y salen de los frentes de fuego continuamente, combatiendo el avance de las llamas y auxiliando a la población.

La UME se creó con una misión muy clara: intervenir rápidamente ante cualquier catástrofe. El Gobierno socialista de Zapatero la impulsó en 2005 como un cuerpo militar especializado, siguiendo el ejemplo de unidades similares en países como Canadá, Estados Unidos, Francia o Japón. Desde entonces, la UME ha intervenido en todo tipo de desastres naturales: inundaciones, terremotos, grandes nevadas y miles de incendios forestales. En la lista de sus misiones se cuentan la extinción de incendios en Canarias (2019), la respuesta al terremoto de Lorca (2011), el auxilio durante la nevada Filomena (2021) y hasta la colaboración sanitaria en la pandemia de COVID-19. Estos ejemplos ilustran su vocación de servicio civil en emergencias graves y la necesidad de contar con una fuerza preparada para intervenciones rápidas.

El desprecio inicial del PP

Sin embargo, los orígenes de la UME no estuvieron exentos de polémica. Cuando Zapatero creó este cuerpo, el PP se negó a reconocer su utilidad. Desde Génova la definieron como un “capricho faraónico” e incluso un “instrumento inventado” por el presidente socialista. Alegaban que “España no estaba para ese tipo de despilfarros”. Los conservadores argumentaban además que la UME desvirtuaba la misión constitucional del Ejército. Acusaron a Zapatero de, en lugar de modernizar las Fuerzas Armadas, haber tenido el “gesto” de crear una unidad para emergencias civiles. A su juicio, fue una “decisión discutible”, pues implicaba una “segregación permanente” de tropas para tareas no militares.

Aquellas críticas iniciales no fueron puntuales. En noviembre de 2008, la entonces portavoz de Defensa del PP en el Congreso, Beatriz Rodríguez-Salmones, reclamó un “replanteamiento general” de la UME, calificándola de una “segregación fuera del marco constitucional” de las Fuerzas Armadas. Afirmó que era discutible que la unidad estuviera dirigida por un teniente general del Ejército y que gozara de un presupuesto prácticamente intocable frente a los recortes comunes en Defensa.

Ese mismo año, el diputado Ignacio Cosidó volvió a subrayar la desconfianza de su partido: calificó a la UME como un “instrumento inventado por Rodríguez Zapatero” y dijo que estaba “infrautilizada”. En suma, el PP mantuvo durante años una postura de recelo hacia la UME, cuestionando su encaje legal y financiero.

La hipocresía ante la crisis actual

En contraste, n los últimos tiempos las administraciones autonómicas gobernadas por el PP no dudan en solicitar su ayuda. El mismo cuerpo al que en su día descalificaron es ahora imprescindible para atajar la catástrofe. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, pidió la intervención de la UME durante el temporal Filomena para rescatar conductores atrapados en la nieve. El Ejército desplegó entonces 147 militares y 66 vehículos para paliar aquel desastre, labores que el PP alabó públicamente. De igual modo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, destacó la labor “heroica” de la UME en las inundaciones de la DANA en Valencia. Mientras los incendios arrasan hectáreas, los miembros de la UME combaten el fuego y auxilia a los vecinos: su trabajo “no cesa en casi ningún momento”, independientemente del color político de quienes lo solicitan.

Con los incendios que afectan ahora a la gran parte de España, otras comunidades teñidas de azul como Galicia o Castilla y León disfrutan ahora de la ayude de esta unidad militar que tantas críticas recibió por parte del PP. Alfonso Rueda en Galicia y Alfonso Fernández Mañueco en CyL utilizan esta fuerza para tratar de compensar la falta de refuerzo contra los incendios dentro de sus competencias.

Este contraste pone de relieve la incoherencia del PP: lo que antes era considerado un simple “capricho” hoy se emplea como la herramienta principal para apagar el fuego. En definitiva, la UME sigue demostrando su valía en el terreno de las emergencias. Su presencia ininterrumpida en los incendios del país ―como lo han sido sus labores en otros desastres― confirma que es un recurso vital, mientras las críticas de ayer quedan en evidencia ante la urgencia de hoy.

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