Cada Navidad se repite la misma escena: ideas que se agotan, cajones que ya están llenos y regalos que, con el tiempo, acaban olvidados. Frente a eso, cada vez más personas optan por regalar algo que no ocupa espacio físico y que se vive en lugar de guardarse. Los regalos no materiales se han consolidado como una alternativa clara para quienes buscan celebrar las fiestas de otra manera.

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Palabra oculta

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Regalar tiempo, no cosas en Navidad

Entre las opciones más habituales están las experiencias compartidas. Una comida especial juntos, una escapada de fin de semana, una noche en un hotel diferente o un viaje corto planeado para más adelante se han convertido en formas comunes de decir “pensé en ti”. También entran aquí las entradas para conciertos, teatro, cine o espectáculos deportivos, que no solo ofrecen ocio, sino también una fecha concreta para verse y compartir.

En ese mismo grupo aparecen planes sencillos: una tarde sin móviles, una caminata por un entorno natural, una visita a un museo pendiente o una excursión de un día. No requieren grandes presupuestos, pero sí intención y compromiso de tiempo.

Aprender algo nuevo como regalo

Otra categoría en auge es la del aprendizaje. Clases de cocina, talleres de fotografía, cursos de idiomas, iniciación a la cerámica, escritura, música o pintura forman parte de los regalos no materiales más repetidos. También lo son las suscripciones a plataformas educativas, clases online en directo o sesiones individuales con profesionales.

Incluso aprender algo juntos se ha convertido en regalo en sí mismo: apuntarse a un curso compartido, preparar una receta nueva cada mes o empezar una actividad que ninguno había probado antes.

Bienestar y autocuidado

El cuidado personal también ha ganado protagonismo. Sesiones de masaje, tratamientos de spa, yoga, pilates o meditación entran en la lista de regalos que no se guardan en una caja. A esto se suman consultas con profesionales del bienestar, desde nutrición hasta entrenamiento personal, así como retiros de fin de semana centrados en descanso o desconexión.

En muchos casos, el regalo no es solo la actividad, sino el permiso para parar, algo que no siempre se concede en el día a día.

Experiencias para vivir en grupo

Los regalos no materiales también funcionan bien en grupo. Escape rooms, rutas gastronómicas, catas, visitas guiadas, talleres creativos, juegos de rol en vivo o actividades al aire libre permiten reunir a varias personas en torno a una experiencia común. Aquí entran también las comidas temáticas en casa, organizadas y planificadas como un evento, o las noches de juegos y cine con fecha cerrada.

Este tipo de regalo suele tener un valor añadido: no se pospone indefinidamente, porque necesita coordinación y presencia.

Detalles que se viven a largo plazo

No todo tiene que ocurrir en un solo día. Regalar una suscripción cultural, deportiva o digital también forma parte de los regalos no materiales. Puede ser acceso a prensa, plataformas de cine, música, audiolibros, clubes de lectura o actividades mensuales. Lo mismo ocurre con donaciones solidarias hechas en nombre de otra persona o el apadrinamiento de proyectos sociales o medioambientales.

También están los regalos vinculados al tiempo: cuidar de los hijos una tarde, ayudar en una mudanza, acompañar a una cita importante o comprometerse a una llamada semanal durante todo el año.

Por qué este tipo de regalos gana terreno

La popularidad de los regalos no materiales tiene que ver con varios factores. Por un lado, la saturación de objetos. Por otro, la búsqueda de experiencias que generen recuerdos y refuercen relaciones. Además, muchas personas valoran que este tipo de regalos se adapten mejor a distintos presupuestos y eviten acumulación innecesaria.

Regalar algo que se vive obliga a pensar en la persona que lo recibe, en su tiempo y en sus intereses, y desplaza el foco del objeto al vínculo.

Una Navidad con menos cajas y más momentos

Elegir un regalo no material no significa renunciar a la sorpresa ni al gesto. Significa cambiar el formato. Desde un viaje pendiente hasta una clase compartida, pasando por tiempo, aprendizaje o descanso, estos regalos posibles tienen algo en común: no se rompen, no se quedan obsoletos y no necesitan sitio en un armario.

En un momento del año marcado por el consumo, regalar experiencias se ha convertido, para muchos, en una forma distinta de celebrar la Navidad. 

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