Pues bien, seguido el juicio contra el Juez Baltasar Garzón, observando las pruebas que se han practicado y  las que hemos tenido acceso a través de los múltiples medios de comunicación, así como aquellas cuya practica ha sido inadmitida por el TS, y la propia instrucción seguida, he llegado a la conclusión de que la sentencia dictada por el Tribunal Supremo, en la que se condena al Juez Baltasar Garzón a 11 de años de inhabilitación por un delito de prevaricación, es una resolución judicial que no merece se le tribute homenaje alguno de sumisión; por tanto no merece acatamiento alguno; tampoco es digna de veneración y, por ende, tampoco merece el más mínimo respeto. Aún más allá, el antónimo de acatar es “temer, desconfiar y sospechar”,  y antónimo de “respetar” es  sencillamente, “desconsiderar”, es decir,  no atender debidamente a alguien por no merecer la atención que le seria propia. La sentencia, efectivamente, es temeraria, inspira desconfianza y es sospechosa.

En conclusión, ni acato ni respeto la sentencia dictada por el Tribunal Supremo. Las razones de esta mi modesta opinión, se extraen de una doble consideración, tal como  ha hecho el Tribunal Supremo, una de orden jurídico y otra de orden político y social.  He podido leer la sentencia y, aparte de ser un extraordinario panegírico del derecho constitucional a la defensa que podría haber redactado cualquier alumno de primero de derecho, nada tiene que ver con lo visto, actuado y practicado en el acto del juicio oral. Parecen olvidar los Magistrados del Alto Tribunal que ya se acabaron los tribunales de honor, y, lo que es más sorprendente,  parecen levitar por encima de la realidad, obviando que se está juzgando a una persona que, como todo mortal, tiene derecho, igualmente, a la defensa y a la presunción de inocencia. Sres del Alto Tribunal, como pueden ustedes comparecer ante sus conciencias sin que las togas se derritan?…..¿Cuantas escuchas han anulado ustedes a lo largo de sus carreras…? ¿cuántas escuchas anuladas entre letrados y clientes, o clientes y letrados, o médicos y abogados, o abogados y jueces, o jueces, médicos, abogados y clientes, o simplemente acusados…? Quizá cientos?, o, cientos de cientos de cientos?….¿En cuantas han condenado ustedes por prevaricación al juez que ordenó las escuchas finalmente declaradas ilegales?; pero ya no al juez, ¿y al policía?, y  al director de la institución penitenciaria?, y al fiscal correspondiente?;  Y en el presente asunto: ¿y el fiscal que no se opuso a la intervención? ¿y el Juez que ratificó el acuerdo de intervenir las comunicaciones? Ustedes no han condenado por prevaricación a nadie en los múltiples casos similares a este; ¿Cuántas veces han dado ustedes cuenta al Ministerior Fiscal invocando la incoación de diligencias previas cuando han anulado las escuchas autorizadas por un Juez?, nunca;  Algo huele a podrido en esta sentencia que, dicho con todo respeto, desde el punto de vista jurídico, es decir, profesional, es, en sentido coloquial, una mierda, es decir, una basura; no se ofendan, quiero decir que su sentencia es, coloquialmente hablando una “Cosa sin valor o mal hecha” . Y en cuanto al término “basura”, es una aposición para indicar que lo designado por el sustantivo –sentencia- al que se pospone es de muy baja calidad. Utilizo los términos del diccionario de la Real Academia de la Lengua.

Finalmente, como creo que ustedes no son unos ineptos ni unos tontos, es decir, no son personas “faltas o escasas de entendimiento o razón”, en términos lingüísticos, creo sinceramente, que han dictado una resolución, a sabiendas de que perjudicaban ilegal e injustamente a una persona, el Juez Garzón que, dicho sea de paso, personal y profesionalmente, creo que no le llegan ustedes a la suela del zapato. Y, ya terminando, aunque no sea normal alabar a quien sólo cumple con su obligación, dadas las circunstancias, se hace necesario resaltar el trabajo imparcial, ecuánime, legal y profesional que realizan cada día los jueces de este país; yo conozco unos pocos, pero son muchisimos, a los que vuestra infame (digase como falta de crédito o muy mala) sentencia, estoy seguro, no va a acobardar en la aplicación diaria de la justicia. Que su dios les conserve el puesto y el salario Señorias, ya que una sociedad justa les mandaría al paro, como están hoy millones de españoles…., y el Juez Garzón.

José Martín Olmo es abogado