Cada vez que un gran homenaje tiene lugar, se ensalzan grandes figuras del poder, reyes, papas y emperadores copan el protagonismo de los aniversarios más famosos. Por eso, en el 800º aniversario de la catedral de Burgos, vamos alejarnos de la historia de los grandes dirigentes para recordar a otros personajillos más divertidos y con muchísima historia que en cierta manera “viven” en la catedral de Burgos. Me refiero al Papamoscas y su inseparable compañero Martinillo.

El Papamoscas, robots al servicio de la Iglesia

Papamoscas y Martinillo, los “habitantes” más divertidos de la catedral de Burgos.

Historia y leyenda se mezclan en estos robots burgaleses, por ello, vamos a discernir la verdad de su pasado, comprobando así, que por sí sola es maravillosa. Para adentrarnos en el origen de estas figuras, habría que explicar que la historia de la relojería es el germen de la robótica. Los mecanismos que servían para indicar las horas, dieron origen a pequeños personajes llamados autómatas (los que se valen por sí mismos) y estos a su vez a nuestros actuales robots.
Aclarado esto, viene otra circunstancia más singular: el gusto medieval de la Iglesia por las últimas tecnologías. En este sentido catedral de Burgos es el ejemplo perfecto. Tal como nos indica el archivo municipal de esta ciudad en el año 1384, el obispo Gonzalo de Mena y Roelas se sumó a la iniciativa ciudadana para costear 4.500 maravedís con los que encargar al abad de San Millán un reloj que se colocaría el primer día de marzo de 1385.

Retrato de Gonzalo de Mena y Roelas, obispo e impulsor del reloj de la catedral

Retrato de Gonzalo de Mena y Roelas, obispo e impulsor del reloj de la catedral.

Recaería desde entonces su cuidado en expertos relojeros como Pedro Fernández de Rebolleda (en 1419), Juan Sánchez de San Gil (en 1435), Juan de Rosas (en 1495) o Juan de Nuremberg (en 1496).
Lo cierto es que hasta ese entonces solo se habla del reloj, sin figuras o autómatas que lo decorasen. De hecho, todo hace pensar en el reloj, visible aún en fotografías del siglo XIX, colocado en la fachada occidental de la torre norte. Un reloj desaparecido actualmente pero muy cercano a la ubicación del Papamoscas.
Igualmente las Actas Capitulares de la catedral del 7 de mayo y 30 de septiembre de 1519, nos cuentan que el canónigo obrero, Diego de Castro, propuso sumar a la maquinaria del reloj las piezas suficientes como para:


"facer una invención de un tardón, que era un fraile rezando en su libro y un mochacho con él: y cuando hubiese de dar el reloj, le daba el fraile un coscorrón con un palo é salía un rótulo que decía, despierta é cuenta; é que el mochacho despierta y se pone a contar”.

Este sería el primer Papamoscas conocido, pero no el actual. El autómata burgalés original terminó tan deteriorado que en el año 1742 el cabildo de la catedral reconoce que el reloj está totalmente destruido.
Es por ello que, en el año 1746 el cabildo recurriese al maestro relojero salmantino Francisco Álvarez García, quien percibirá 20 reales diarios por la construcción de este nuevo reloj. A su vez Álvarez contrató a:
-El maestro de obras vasco Francisco de Bazteguieta (discípulo de Churriguera)
-El escultor burgalés Bernardo López de Frías «el mozo» (especializado en imágenes piadosas)
-Y el pintor Miguel García Gutiérrez.

 

Firma de Bernardo López de Frías «el mozo» escultor del Papamoscas actual
Firma de Bernardo López de Frías «el mozo» escultor del Papamoscas actual
 

En menos de un año todo estaba listo, incluso elementos, hoy desaparecidos, decoraban a los autómatas (el Papamoscas tenía cascabeles y Martinillo permanecía oculto en una habitación de la que salía solo para tocar las campanas).

Por lo tanto, podríamos concluir con varias certezas. Papamoscas y Martinillo formaban parte de un mecanismo ideado en 1519, acoplado a un reloj medieval. Su función era (y es) la de dar las horas, por lo tanto, nacieron como autómatas campaneros o jaquemarts, siendo “parientes” de autómatas de otras localidades como Astorga (con el reloj de los Maragatos) o en Plasencia (con el reloj del abuelo Mayorga).
 

Los maragatos y el abuelo Mayorga son como el Papamoscas, autómatas campaneros o jaquemarts

Los maragatos y el abuelo Mayorga son como el Papamoscas, autómatas campaneros o jaquemarts.
 

Originariamente el Papamoscas sería un fraile con un libro en la mano y una vara en la otra con la que agrediría a un niño (Martinillo) para que despertase y diese la hora. Un aspecto que desaparecería para siempre cuando en 1746 Francisco Álvarez García y su equipo rehicieron el reloj (y por ende los autómatas) dotándoles del aspecto por el que les conocemos hoy.