En los últimos días las declaraciones de Bárcenas han recorrido todos los medios de comunicación coincidiendo este día 7 de febrero con el 198º aniversario de la muerte de un personaje histórico con un paralelismo singular. Juan Antonio Llorente, el delator de la Inquisición. Un personaje en el que mezclan corrupciones, fortunas millonarias y documentos secretos.
 

Retrato de Juan Antonio Llorente

Retrato

Pocas organizaciones en la historia han sido tan buen ejemplo de injusticias, corrupciones y todo tipo de desmanes como la Inquisición española.

El riojano, Juan Antonio Llorente González, nacido en Rincón de Soto, es de esos personajes tan poliédricos y controvertidos que calificarlo es una tarea casi imposible. Huérfano desde muy niño supo labrarse un lucrativo futuro en el mundo eclesiástico.

Guiado por su tío materno, el presbítero José González Mendizábal, tuvo una meteórica carrera religiosa, tanto fue así, que necesitó dispensas para acceder algunos cargos pues aún era demasiado joven. A los veintitrés años era fiscal, provisor y vicario del obispado de Calahorra, Todo ello aderezado de flamantes títulos académicos en filosofía, leyes y cánones.
Vamos, todo lo que se dice una joven promesa, por lo que no tardó en dar el salto a Madrid donde se estableció como administrador de los duques de Sotomayor y secretario de la Inquisición en la Corte. 
En 1801 se mostró crítico ante los métodos de la Inquisición y a causa de un informe presentado por Jovellanos al rey, fue procesado y encerrado en el convento franciscano de San Antonio de la Cabrera para posteriormente ser desterrado a Calahorra.

El avance que Jovellanos quería para España pasaba por sacar al país de tribunales arcaicos como era la Inquisición por lo que contó con el informe de Juan Antonio Llorente

El avance que Jovellanos quería para España pasaba por sacar al país de tribunales arcaicos como era la Inquisición por lo que contó con el informe de Juan Antonio Llorente.

Fue una corta reclusión, pero con el suficiente escarmiento como para que desde entonces Juan Antonio Llorente se mostrase siempre advenedizo al poder.
Sin embargo 1808 esta estrategia llegó a su fin. El racionalismo que le caracterizaba le hizo ser un declarado francesado y premiado por ello, pues José Bonaparte le otorgó importantes cargos como desamortizador. Dejó por tanto de ser secretario de la Inquisición, pues este tribunal fue disuelto, para ser nombrado director general de Bienes Nacionales con lo que sacó pingues beneficios económicos especulando con antiguas propiedades de la Iglesia.

En el momento de más alta condecoración fue retratado por Goya

En el momento de más alta condecoración fue retratado por Goya.
 

Poco durarían los años de abundancia. La millonaria fortuna de Llorente quedó en nada cuando en julio de 1813 tuvo que exiliarse en Francia donde cuatro años más tarde publicaría su más famosa obra, “Historia crítica de la Inquisición de España” sacó a la luz documentos hasta entonces secretos de la Inquisición tales como:
-Cartas de los reyes de España al cabildo de la catedral de Toledo hasta 1755.
-El Libro Verde de Aragón. Un libelo antisemítico en el que estaban registradas las genealogías de distintos aragoneses descendientes de judíos para así poder manipular su imagen pública. Además, Llorente aporta un dato interesante de este libro, pues pese a considerarse anónimo nuestro protagonista se lo atribuye a micer Manente un asesor de la inquisición a finales del siglo XV.
-Relación del martirio del santo Niño inocente de la Guardia. Un verdadero manual de cómo construir paparruchas o fake news con fines claramente políticos.
Incluso episodios históricos rodeados siempre de misterio por falta de documentación parecen en ese libro tener algo más de luz gracias a documentos secretos como sería la inquietante muerte del hijo de Felipe II en el Alcázar de Madrid. Para ello Llorente aporta “una relación de lo que sucedió en la prisión del príncipe don Carlos hijo del rey Felipe II, por un ujier de cámara del mismo Príncipe que se halló presente”.
En definitiva, el libro de Llorente aporta exageraciones, pero también datos verídicos y coherentes con otros archivos inquisitoriales a los que hoy tenemos acceso. Pero separar el grano y la paja en esta extensísima obra no solo implica una inversión ingente de tiempo. Si no también una gran amplitud de miras para descubrir que la historia puede no ser como hasta ahora nos la han contado.

Sin lugar a dudas el libro de Llorente se convirtió en un auténtico super ventas del siglo XIX

Sin lugar a dudas el libro de Llorente se convirtió en un auténtico super ventas del siglo XIX.