El estrecho de Gibraltar siempre ha sido escenario de todo tipo de fantasías. La puerta entre dos mundos y la frontera entre tantas cosas ha hecho que durante siglos la imaginación se desborde entre sus aguas.
En tiempos clásicos se utilizó el Estrecho como escenario de una de las doce pruebas de Hércules. Otras fuentes medievales, como el geógrafo ceutí Al-Idrisi, lo consideraron obra de Alejandro Magno e incluso, el historiador marroquí Abd al-Wahid, fabuló con un mítico puente que habría unido ambos continentes y que hoy día yacería derrumbado bajo el mar.
Cierto es, que Europa y África estuvieron unidas, pero en tiempos tan pretéritos, que ni la humanidad existía, del mismo modo hay constancia de infinidad de proyectos para conectar las dos orillas.

El estrecho de Gibraltar no solo ha despertado leyendas y mitos si no también obras de ingeniería utópicas e irrealizables
El estrecho de Gibraltar no solo ha despertado leyendas y mitos si no también obras de ingeniería utópicas e irrealizables.

En el siglo XIX fueron los ingenieros Laurent de Villedemil y Andrés Avelino Comerma y Batalla, los primeros en darle forma aunque todos sus planes acabaron en nada. No fue más fructífero el siglo XX con ideas como las de la Asociación del Ferrocarril Transahariana o las de Mariano Rubió y Bellver que tampoco se llegaron a materializar.
Y así podríamos llegar al siglo XXI donde todo parece seguir igual. Sin embargo, todavía no existe ningún proyecto tan loco, tan excéntrico, tan peligroso y tan disparatado como el ideado por Herman Sörgel.
Como muchos otros despropósitos, éste también nació de una buena intención. En 1932 el arquitecto alemán Herman Sörgel tenía 47 años, un marcado espíritu pacifista y nueve libros a sus espaldas. Provenía de una familia de arquitectos especializados en la construcción de centrales hidroeléctricas de Baviera y es precisamente este tipo de energía la que marcaría su vida política.
El disparatado plan de Herman Sörgel sigue sin ser superado en la actualidad

El disparatado plan de Herman Sörgel sigue sin ser superado en la actualidad. 

Consciente de que las limitaciones de los combustibles fósiles, Sörgel pensó en un proyecto que uniría sus dos grandes pasiones, la energía hidroeléctrica y la geopolítica. Lo materializó en un libro que se llamó “Atlantropa”.
O lo que es lo mismo, taponar el estrecho de Gibraltar con una gigantesca presa de la que obtener energía y dejar que el Mediterráneo se secase para ganar terreno en un mega-continente que fusionaría Europa y África.
Semejante disparate hubiese tenido un corto recorrido en cualquier otro momento de la historia, pero conectaba muy bien con los proyectos megalómanos de los nazis. Es por ello, que Sörgel detalló todo el plan junto con el ingeniero suizo Bruno Siegwart: La base de la presa tendría 2,5 kilómetros y ascendería hasta alcanzar los 300 metros de alto; el objetivo sería desecar el Mediterráneo, aunque salvando las costas de Venecia que quedaría rodeada de un lago artificial (un claro favoritismo del que no gozarían ni el Mar Menor, ni la Albufera valenciana). Se calculó que la construcción duraría 10 años y daría trabajo a 200.000 empleados en cuatro turnos.
 

En su libro Atlantropa, Sörgel detalla como llevar a cabo este megalómano proyecto

En su libro Atlantropa, Sörgel detalla como llevar a cabo este megalómano proyecto.

El desastre ecológico, climático, demográfico y económico que supondría Atlantropa parecían ser detalles sin importancia para Sörgel, al cual, afortunadamente los nazis rechazaron, ¡Pero ojo! no por catastrófico si no por pacifista.
Finalmente, como otro de los tantos proyectos, quedó en agua de borrajas. Ahora bien, el cambio climático y la dramática subida del nivel del mar ha vuelto a replantear la idea de Atlántropa ¿Compensaría salvar el actual nivel del Mediterráneo con una enorme presa? ¿O al final sería peor el remedio que la enfermedad?
 

De haberse construido Atlantropa, Venecia seguiría igual pero Serrat habría nacido en un terraplén

De haberse construido Atlantropa, Venecia seguiría igual pero Serrat habría nacido en un terraplén.