En estos gélidos días es casi inevitable pensar en el famoso General Invierno. Un apelativo con el que se ha denominado a los severísimos meses de invierno en Rusia, y cuya importancia determinó el transcurso las guerras con derrotando a las tropas de Carlos XII de Suecia y hasta el mismísimo Napoleón. En tiempos de la primera guerra mundial periódicos como Le Petit Journal ya hablaban del “Général Hiver”.

El General Invierno ataviado a la usanza rusa en la primera guerra mundial

El General Invierno ataviado a la usanza rusa en la primera guerra mundial.

Lo que no es tan conocido es que en las guerras llevadas cabo entre celtíberos y romanos el General Invierno también presentó batalla y no solo eso, sino que si celebramos el inicio del año el día 1 de enero, fue gracias a este gélido enfrentamiento.

La situación era la siguiente: En el año 154 a.C. el poblado de Segeda (cerca del actual Calatayud) decidió ampliar sus murallas. Estas obras a priori inofensivas fueron la excusa perfecta para que Roma declarase la guerra a los belos (el pueblo celtibérico que habitaba aquel lugar) pues una de las cláusulas de la paz anterior firmada con Tiberio Graco establecía la no construcción de nuevas murallas, pero claro…, aquella no era nueva, era simplemente una ampliación.

Segeda y sus murallas, detonante de uno de los múltiples enfrentamientos de las guerras celtibéricas

Segeda y sus murallas, detonante de uno de los múltiples enfrentamientos de las guerras celtibéricas. (Fuente: https://redhistoria.com/)

El tratamiento injusto, reconocido por los mismos cronistas romanos, sirvió de excusa (casus belli) para declarar la guerra aquellos pueblos del interior peninsular, pero con lo que no contaban los invasores fue con la inestimable colaboración del General Invierno.

Al mando de las tropas romanas se encontraba Quinto Fulvio Nobilior quien con 30.000 hombres se presentó en Segeda encontrando la ciudad vacía, pues todos los habitantes habían buscado refugio en Numancia.

Es entonces cuando Nobilior intentó asediar esta otra ciudad pero con resultado infructuoso, pues aunque contaba con la colaboración del rey númida Masinisa y sus elefantes, tal ayuda resultó contraproducente porque en su desbandada arramplaron con parte de las tropas romanas. Amén de los paquidermos que quedaron en poder de los numantinos concluyendo con una bochornosa derrota para los romanos el día 23 de agosto del año 153 a.C., día de las Vulcanalias, que, por cierto, quedó marcado como nefasto para la posteridad.

Ruinas de Numancia ante la que fue derrotado Nobilior aunque aún le esperaba otro enemigo peor, el frío

Ruinas de Numancia ante la que fue derrotado Nobilior aunque aún le esperaba otro enemigo peor, el frío.

Pero lo peor aún estaba por llegar. Derrotado y desprotegido Nobilior se retiró a sus campamentos (hoy identificados en las inmediaciones de Renieblas) pero claro… elegir como refugio del invierno la provincia de Soria no fue la decisión más acertada.

Algunos escritores romanos como Catón el Viejo ya habían avisado de los peligros de la climatología ibérica en la que incluso había vientos con nombre propio como el cercius, un turbulento vendaval capaz de derribar hombres armados y carretas cargadas y que hoy día todos los aragoneses conocen como cierzo.

Por eso cuando Nobilior se vió carente de leña y falto de víveres sabía que estaba a merced del invierno de la Celtiberia, viendo incluso como sus tropas morían ateridas en el interior del campamento. La situación era tan desastrosa que desde Roma se vio obligada a adelantar la fecha del nombramiento de cónsules y con ello poder enviar refuerzos.

Desde aquel año de 153 a.C. los años comenzaron el 1 de enero, gracias en gran medida al terrorífico frío del interior peninsular. Un clima que los romanos no volvieron a menospreciar y siempre tuvieron en cuenta pues a poco que nos fijemos descubriremos como en los posteriores tratados de paz, como el firmado en 141 a.C. por Publio Escipión Emiliano se imponía como condición la entrega de miles de sagum, una prenda característica de los celtíberos consistente en una densa capa de lana, ideal para combatir el frío y que los legionarios romanos no tardaron en incluir en su propia vestimenta.

El antropólogo Julio Caro Baroja identificó esta prenda con las mantas y capotes de los pastores de la meseta que viviendo en parajes de los antiguos celtíberos tenían que hacer frente a los mismos rigores del invierno. Así que de nuevo la historia nos sirve para ser felices, por mal que lo estemos pasando, peor lo pasaron los soldados de Nobilior en el invierno de hace 2174 años.

Tipos sorianos pintados por Sorolla con prendas que poco distarían de los sagum celtibéricos

Tipos sorianos pintados por Sorolla con prendas que poco distarían de los sagum celtibéricos.