Como no podía ser de otra manera, en el periódico que más alabanzas y elogios le ha dedicado, Albert Rivera firma este domingo una carta con dos destinatarios. Por una parte, el PSOE; por otra, quien le quiera oír.

Rivera, bajo el evocador título de 'A mis compatriotas socialistas', recurre a argumentos manidos por la cantidad de veces que los ha utilizado. Habla de la Transición para comparar períodos, indicando que “nos toca a todos los españoles, y en particular a los líderes políticos, demostrar si aquella intensa y exitosa etapa, germen de nuestra democracia moderna, fue simplemente un oasis de coraje, sentido de Estado y capacidad de ceder y acordar, o si realmente abrimos por entonces una sólida etapa de grandes consensos, de estabilidad y de progreso que hoy perdura”.  

Por aquello de tirar a derecha e izquierda, hace referencia a Felipe González, Redondo Terreros y Mayor Oreja, para aludir directamente a quienes va destinada su misiva vía Cebrián: “Desde entonces, los socialistas españoles, en el Gobierno o en la oposición, con más o menos escaños, con errores y aciertos, siempre han sido coprotagonistas de los momentos importantes de la democracia española”. 

Una medalla, por favor

El líder de Ciudadanos, una vez más y aunque creía que con los 40 diputados de diciembre sería más protagonista, se sabe actor principal como llave con sus 32 parlamentarios. De la misma manera que Pablo Iglesias apareció presentándose como salvador de la izquierda, Albert Rivera lo hizo como auxiliador de la derecha. Con apenas 30 diputados, pero sabedor de que si el PSOE al final por activa o pasiva da el visto bueno a la investidura de Rajoy, él se pondrá una medalla más grande que las de Belmonte y Phelps fundidas.

En caso contrario, es decir, que Sánchez siga sin apoyar al gallego, el responsable naranja también se pondrá algo en la solapa, aunque sea un pin con forma de presea, porque 'él lo intentó'.

“La negativa de Rajoy al Rey para ir a la investidura provocó una crisis institucional sin precedentes, al no existir ningún mecanismo constitucional previsto frente a la parálisis que provocaba una decisión táctica y poco responsable del líder conservador”. Recuerda en su carta en 'El País' que, con el PSOE, su partido “en un ejercicio de responsabilidad” intentó la investidura de Pedro Sánchez. Ahí está el pin...

Ariete, becario, alumno aventajado...

Y llegamos a la actualidad. El papel de ariete, becario, alumno aventajado, futuro ministro o lo que quieran que le atribuyen desde las filas 'populares' a Rivera, lo ejerce con la maestría de la casta. Le falta darse cuenta de que, igual que IU con Podemos, a lo mejor el rol de su partido es ser fagocitado por el PP ¡Cuántos recuerdan ahora el caso de Rosa Díez!

Rivera es consciente de que unas nuevas elecciones pueden conllevar que sus ansias de poder se queden en lo que (no hace mucho) logró la líder del partido magenta, con el final conocido. De ahí su empeño en evitarlas: “Ante semejante escenario, el PSOE puede o bien mantenerse al margen de cualquier negociación política, o bien permitir con su abstención arrancar la legislatura”.

Da la impresión de que en 'El País' observa el con temor el -su- futuro político y por eso señala que “me gustaría que mis compatriotas socialistas (…) reflexionaran sobre el papel que quieren jugar en estos momentos decisivos para España”.

Escalada en la política española

Definitivamente Rivera es listo pero juega con las cartas marcadas por unos compromisos electorales incumplidos, por más que insista tras cada una de sus aseveraciones que es “por el bien de España”. Ha escalado en la política presentándose como una derecha diferente a Rajoy y a los escándalos, pero se ha olvidado de la promesa que le sirvió para subir en diciembre: El no, pese a quien le pese, al presidente en funciones.

Tras un arrebato final de 'casta' resulta que sí apoyará a Rajoy. Eso sí, por favor que nadie piense en una estrategia para eludir unas terceras elecciones y que sus votantes vuelvan al original. Ni mucho menos. Todo es 'por el bien de España'.