Este jueves, 8 de agosto, es la fecha elegida para completar el complejo puzle catalán. O no. La investidura de Salvador Illa ha caminado por el filo de la navaja desde la misma noche electoral del 12 de mayo. Un camino plagado de baches difíciles de sortear que, pese a todo, el candidato socialista ha conseguido superar. Todos menos uno. El encaje de la financiación catalana se solventó con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), pero el factor Carles Puigdemont complica las cosas, al menos para esta semana, pues el expresident ha confirmado este miércoles que volverá a España siete años después para asistir al debate y torpedear la coronación del candidato del PSC, quien, sabedor del apremiante calendario, urge a retomarlo lo antes posible.

Puigdemont cumplirá una de sus promesas. Lo ha anunciado este miércoles, a través de un vídeo difundido en sus redes sociales. El expresident “emprende” el camino de vuelta tras siete años “en el exilio”. Lejos queda ya aquel convulso mes de octubre de 2017, cuando Cataluña pasaba por su clímax de tensión interna y con un Gobierno menos flexible que el actual. Casi una década después, el escenario es diametralmente opuesto. Por primera vez en la historia de la democracia, habrá un president no independentista en el Palau de la Generalitat gobernando en solitario -Maragall y Montilla lo hicieron en coalición-. Ese, a todas luces, será Salvador Illa, que tras encajar las piezas de un rompecabezas de imposible resolución, roza con la yema de los dedos el título de Molt Honorable.

El encaje de las pretensiones que ERC ponía sobre la mesa a cambio de su voto favorable a la investidura tardó en cerrarse, pero llegó. Lo hizo incluso con algo de suspense, habida cuenta de las diferencias entre el partido y su organización juvenil (Jovent Republicà). Los recelos de los cachorros de Esquerra, sin embargo, se disolvieron tras el cónclave de la cúpula este mismo lunes, que dio el visto bueno a su diputada Mar Besses para que subiera el pulgar en cuanto se agendara el debate de investidura de Salvador Illa de manera definitiva.

Las complicaciones orgánicas obligaron a Esquerra a solicitar al president del Parlament, Josep Rull, a postergar la ronda de consultas prevista para el lunes. Un día después, ya con el ok de los cachorros republicanos, el neoconvergente convocó a los grupos parlamentarios para constatar que Illa contaba con los apoyos suficientes. Escudriñada la robustez del pacto, Rull propuso este jueves para la celebración del pleno, ratificado este miércoles por la Diputación Permanente. Pero he aquí la madre del cordero del proceso de elección del nuevo jefe del Ejecutivo catalán: el regreso del Hijo Pródigo.

Vuelta y posible detención de Puigdemont

A medida que se iban despejando las incógnitas en la ecuación de Illa, el expresident en el “exilio” se quedaba sin margen de maniobra para impedir lo inevitable. Después de descargar toda la presión sobre ERC y que esta hiciera oídos sordos rubricando un nuevo sistema de financiación para Cataluña, a Puigdemont tan sólo le restaba una bala en la recámara: cumplir la promesa de su regreso y exponerse al más que probable arresto. Teatralización, la última del catálogo actoral del que fuera Molt Honorable, para autocanonizarse como mártir independentista y dibujar a los republicanos como sumisos al Estado y Justicia españoles.

Confirmaba su regreso este miércoles, mediante un vídeo publicado en su perfil oficial de la red social X. “He emprendido el viaje de retorno desde el exilio”, anunciaba. El expresident, el mismo que rechazó volver a Cataluña para asistir al funeral de su madre, lo hará para montar el espectáculo y torpedear la investidura de Illa. Es la última baza que le queda. Ni siquiera está en posición de impedirla, tan sólo de retrasarla con su más que presumible detención. ¿Cómo? Suspendiendo el pleno fijado para este jueves y retrasándolo lo máximo posible. Ganando tiempo para la próxima argucia y para consolidar un relato que ya no encaja con la realidad de la Cataluña de 2024.

La celebración del pleno está en cuarentena. Tras la ronda de consultas, tanto el propio Puigdemont como Junts plantaron la semilla, centralizando el debate en la imposibilidad de oficiar la unción del socialista inmediatamente después del arresto del expresident. Una idea a la que sumaron los Comuns de Jéssica Albiach y una Esquerra Republicana de Catalunya que, pese a todo, estará en el comité de bienvenida al líder neoconvergente. Los dos socios del PSC metían presión y los socialistas, finalmente, cedieron y pactaron con magentas y republicanos el aplazamiento de la sesión. Los de Illa, sin embargo, reclaman que se retome lo antes posible, debido a que el 26 de agosto se convocaría una repetición electoral automáticamente si no hay president.

Todo está en el aire, aunque ninguno de los tres partidos que han suscrito el acuerdo para investir a Illa quieren dilatar más la situación; lo cual anularía la enésima treta que busca Carles Puigdemont con su detención. No obstante, el expresident persistirá en el torpedeo constante al debate para, al menos, conseguir la victoria anímica de dominar el relato.

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