Mariano Rajoy tendrá el dudoso honor no solo de ser el primer presidente de la historia de España que, en activo, es citado a declarar en un juicio por corrupción; sino que, además, será el presidente del Gobierno al que más cuestiones de confianza se le han planteado. Nadie se fía de Rajoy, quien ya cuenta con tres ministros y un secretario de Estado reprobados. A esta lista podrían sumarse próximamente los titulares de las carteras de Exteriores y de Interior, Alfonso Dastis y Juan Ignacio Zoido respectivamente.

El Grupo Parlamentario Unidos Podemos ha registrado en el Congreso una Proposición no de Ley para reprobar a Dastis y Zoido por incumplir la cuota de acogida de refugiados establecida por la Unión Europea hace dos años. El programa expiró este martes 26 de septiembre y Rajoy tan solo ha acogido al 10% de las personas a las que se comprometió.

En tela de juicio

El presidente del Gobierno lleva tiempo en el disparadero, máxime cuando la Audiencia Nacional le comunicó que sería citado ante el tribunal Gürtel en calidad de testigo. De esta manera, Rajoy escribió su nombre en la historia batiendo un récord de dudoso honor al erigirse como el primer presidente del Gobierno de España en activo que tiene que declarar en sede judicial. Su cometido era explicar sus vínculos con la trama Gürtel. Entre la ayuda del presidente del tribunal, Ángel Hurtado, las dudas en torno a los sobresueldos –a los que llamó complementos-, su relación con Francisco Correa –el cabecilla- y sus mentiras, Rajoy dejó más sombras que luces, motivo por el cual, la Diputación Permanente, reunida a finales de agosto, decidió que el presidente debía aclarar su relación con el macrocaso de corrupción por excelencia.

Rajoy mintió en la Audiencia Nacional, donde estaba obligado a decir la verdad, y, como era de esperar, también mintió en sede parlamentaria. De hecho, ni siquiera pronunció la palabra “Gürtel”. Se dedicó a subrayar que es la oposición a quien le interesa airear el caso por motivos electorales y por “celo inquisitorial”. 

Rajoy no es de fiar

Margarita Robles fue tajante durante la sesión del pleno gürteliano: “Usted es un presidente bajo sospecha. Dimita por dignidad”. En la misma tónica se movió Pablo Iglesias, quien dibujó dos escenarios posibles: O usted nos convence, le creemos y llegamos a la conclusión de que es un incompetente, porque solo un incompetente podría no saber lo que estaba ocurriendo en su partido; o usted no nos convence y seguimos pensando que usted miente”.

Y es que, si uno se atiene a datos objetivos, el actual Gobierno de Rajoy es el Ejecutivo que cuenta con el menor grado de confianza del Congreso en la historia de la democracia española. Según el Reglamento del Parlamento, hay varias iniciativas que se pueden poner en marcha para evidenciar que el Gobierno no cuenta con el respaldo del resto de grupos parlamentarios, y Rajoy ha roto récords también en eso. El más frecuente de estos mecanismos es la moción de censura. El presidente cosechó una durante al anterior periodo de sesiones. No salió adelante. Tampoco fue el primer presidente que se enfrenta a una. Pero hay otros mecanismos: reprobaciones y comisiones que investigan las vergüenzas.

La caja B y las injerencias en Justicia

Desde que Rajoy aterrizara en La Moncloa por segunda vez, se han puesto en marcha tres comisiones de investigación, y dos de ellas relacionadas directamente con el Partido Popular: la relativa a la utilización partidista del Ministerio del Interior y la concerniente a la presunta financiación ilegal del PP. Sendos órganos salpican al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y a parte de su Ejecutivo, motivo por el cual, los populares han intentado dinamitar ambas comisiones -y de hecho, con una lo han conseguido-. Partido Popular, Ciudadanos y PSOE pactaron finiquitar la Comisión de Investigación sobre el uso partidista del Ministerio del Interior. El exdirector de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso y el exministro Jorge Fernández Díaz fueron los primeros en desfilar. Tras ellos, un mes de standy by en el que los partidos negociaron los siguientes pasos y PP, los naranjas y los socialistas pactaron permitir la citación de José Ángel Fuentes Gago, exjefe de gabinete del exdirector adjunto Operativo de la Policía (DAO), y el propio exDAO, Eugenio Pino, a cambio de que no se llamara a Alfredo Pérez Rubalcaba, en calidad de exministro de Interior; a Martín Blas, exjefe de Asuntos Internos; y al polémico comisario Villarejo. Tras las comparecencias de Gago y Pino, se reunió la comisión y PP, Ciudadanos y PSOE pactaron no citar a nadie más y dar por concluida la comisión con muchas dudas aún por resolver. ¿El resultado final? El Congreso votó las conclusiones la pasada semana y dictaminó que el PP montó una policía política. 

Con respecto a la Comisión que investiga la presunta caja B del PP, ya han desfilado por ella cinco de los 7 tesoreros del partido: Luis Bárcenas, Rosendo Naseiro, Ángel Sanchís,la actual Carmen Navarro y Álvaro Lapuerta, quien fue citado pero no acudió, alegando demencia sobrevenida. La Comisión, como demuestran los hechos, ya está rodada. Pero no solo eso, sino que además, el PP la incluyó en su acuerdo de investidura con Ciudadanos y votó a favor de su creación. Pero parecen haber cambiado de opinión y, tras varias salidas de tono, presentaron un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para que tumbara la investigación de su caja B y contraatacaron a golpe de mayoría absoluta en el Senado, donde crearon un órgano paralelo para investigar la financiación del resto de formaciones.

Las reprobaciones de Catalá, Montoro, Fernández Díaz y Nieto

Las grabaciones con De Alfonso y la denominada Operación Cataluña bien le sirvieron a Fernández Díaz para ganarse una reprobación en la Comisión de Interior. Pero si hay un ministro de Rajoy que será recordado por la historia, ese es Rafael Catalá. El ministro de Justicia, acusado de inmovilismo en el marco del caso Moix y de injerencias en la cartera de la que es titular, fue reprobado por el Congreso de los Diputados, erigiéndose así como el primer ministro de la Democracia en ser reprobado por el Parlamento. Pero rápido acudió su amigo Montoro a auxiliarle. No quería dejarle solo y, tras ser criticado por su Amnistía Fiscal, fue reprobado por el Congreso. Por cierto, los dos únicos ministros de la historia de la Democracia de España que fueron reprobados, son los peor valorados y, curiosamente, los que más cobran. 

A la lista de dirigentes reprobados se unió también el número dos de Juan Ignacio Zoido (ministro de Interior), José Antonio Nieto. El Congreso reprobó al secretario de Estado de Seguridad por haberse reunido con Pablo González,hermano del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González, hoy en la prisión de Soto del Real. El encuentro se produjo en abril, mientras se estaba investigando el caso Lezo.

En suma, Rajoy ya cuenta tres ministros y un secretario de Estado reprobados. Todos ellos siguen en sus sillones.

Gürtel, la joya de la corona

Rajoy se fue de vacaciones tras declarar en sede judicial ante el tribunal Gürtel y, como si de un fantasma del pasado que le persigue se tratara, la Gürtel marcó el primer pleno tras el parón estival. La oposición le reprocha que no aclarase nada en la Audiencia Nacional y, antes de citarle en la Comisión de Investigación sobre la presunta caja B del PP, le han dado la oportunidad de explicarse en Congreso. Pero no lo ha hecho.

Todos los partidos coincidían en sus análisis: debía haber dado la cara. Podemos subraó que “o es un incompetente o miente”, y PSOE destacó que “es un presidente bajo sospecha”. Ni tan siquiera su socio de Gobierno, Ciudadanos, se fía del presidente. No por nada el Ejecutivo de Mariano Rajoy es al que más iniciativas para retirarle la confianza de la Cámara se le han planteado. En seis meses batió récords con una moción de censura y varias reprobaciones, y podría cosechar más. Además, con el nuevo periodo de sesiones se volverán a retomar los trabajos de la Comisión que investiga la caja B del PP, aunque Rajoy no será citado almenos hasta después de Navidad. Entretanto, tendrá que lidiar con el desafío soberanista.