Tener un comportamiento políticamente correcto es mantener una actitud neutra para evitar ofender a otros individuos. Pero hace mucho que en política se dejó a un lado lo políticamente correcto. La relación entre Ciudadanos y Partido Popular ha entrado en una nueva fase a raíz del descalabro de los populares el 21D. Los acuerdos y el enemigo común (Podemos), ha dejado paso a un cruce de declaraciones subido de tono, motivado por el auge en las encuestas de los naranjas.

El pasado lunes, tras la reunión de los barones autonómicos convocada por Mariano Rajoy, el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maíllo, compareció ante los medios. Durante su intervención, calificó de “estatua de sal” a Inés Arrimadas. Una referencia que, aunque despectiva, no se acerca a las irónicas acusaciones que articuló Rafael Hernando: "¿Qué hierbas tomarán los independentistas para el desayuno?”.

El insulto está a la orden del día en el mundo de la política. Día sí y día también, personajes como Trump, Boris Johnson o el propio Hernando protagonizan improperios que harían levantarse de la silla al mismísimo Cicerón.

En julio de 2016 Donald Trump ofendió a la familia de un soldado musulmán fallecido en Irak. Una aparición estelar que se suma al sinfín de denuestos que el presidente de Estados Unidos ha pronunciado.

Y es que, Trump ha protagonizado algunos de los insultos más célebres de la política en los últimos años. En diciembre de 2015, ahora inquilino de la Casa Blanca utilizó la palabra inglesa “schlonged" para referirse a Clinton. Dicho vocablo hace referencia a unos genitales masculinos de gran tamaño. Trump afirmó: "Ella iba a ganar, era la favorita, pero fue sacudida [por un pene de gran tamaño], perdió", -refiriéndose a la derrota de Hillary Clinton frente a Barack Obama en 2012-.

Pero este no es el único insulto que Trump le ha dedicado a la que fue su opositora. “Débil”, “incompetente” o “deshonesta” son algunas de las perlas que el magnate empresarial ha pronunciado. El profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Enrique San Miguel achaca el auge de un deslenguado como Donald Trump al convulso contexto actual de crisis económica: “Un personaje como él [Trump] no hubiera tenido ninguna oportunidad en el siglo XX, y a día de hoy es el presidente del partido de Abraham Lincoln”.

Del lenguaje maquillado al burdo insulto

Los tiempos han cambiado y la oratoria política también. En el año 44 a. C, Marco Tulio Cicerón dedicó discursos poco amigables a Marco Antonio que incluían desde “vergüenza humana” hasta “borracho disoluto”. Pero por lo menos se esforzaba en maquillar sus embestidas en una fina prosa: “Profanador de la honestidad y la virtud, campeón de todos los vicios, el más estúpido de los mortales, prostituto de moral corrompida”.

En la actualidad, la ofensa maquillada ha dejado paso al burdo insulto. Nadie se corta ni un pelo. El secretario de Estado para las relaciones Exteriores de Reino Unido, Boris Johnson, es junto con Trump uno de los políticos más deslenguados de la actualidad. Célebre es ya su “formidable gilipollas” y el “pajero follacabras” que le dedicó al presidente de Turquía Recep Tayyip ErdoganA Hillary Clinton le llamó “enfermera sádica en un hospital psiquiátrico”, a Angela Merkel “cínica” y “elfo doméstico” a Vladimir Putin, de quien también dijo que era un “despiadado manipulador”.

En España también hay deslenguados

Pero no hay que irse hasta Reino Unido o cruzar el Atlántico para encontrarse con políticos políticamente incorrectos. Pablo Iglesias sacó a relucir el “pasado manchado de cal viva” de Felipe González, algo que fue muy criticado por los medios y por varias de las formaciones políticas. Pero esta no es la única salida de tono del líder morado, que llegó a calificar de "golfos" e "inútiles" a quienes por entonces llamaba "casta".

En diciembre de 2015 el propio presidente en funciones, Mariano Rajoy, llamó “ruiz (ruín), mezquino, deleznable y miserable” a Pedro Sánchez durante el debate previa cita electoral. Y es que, la descalificación parece formar parte del ADN popular. El alcalde del PP de la localidad coquense de Villares del Saz, José Luis Valladolid, llamó “puta barata podemita” a Rita Maestre y "lamepollas" a integrantes del PSOE.

Los descalificativos, sin maquillaje ni nada, han irrumpido en el marco político actual y ya nadie se extraña de que personajes como Trump, Boris Johnson y compañía protagonicen palabras que poco o nada tienen que ver con lo ‘políticamente correcto’. El “estatua de sal” y el cruce de acusaciones entre Ciudadanos y el PP es un juego de niños a su lado.