Es curioso cómo una sola palabra -libertad- puede representar todo lo contrario a lo que debiera. En España la experiencia así lo avala cada vez que políticos de derecha y extrema derecha sorprenden -o quizá ya no tanto- en las urnas a golpe de término. “¡Viva la libertad, carajo!”, fue el lema que Javier Milei, reciente y claro vencedor de las elecciones argentinas acuñó para alcanzar la Casa Rosada el pasado domingo con una superioridad de casi 12 puntos sobre el peronista Sergio Massa.

El expresidente uruguayo Pepe Mújica, que encuentra su relevo ahora en otros rostros de la izquierda latinoamericana como Gustavo Petro (Colombia) o Lula (Brasil) resume esto a la perfección con una de sus frases más famosas: “Cuando escuches que te hablan de libertad, preocúpate, porque te van a cagar”.

De Buenos Aires a Madrid, y con el jet lag al que hay que sumarle una noche agotadora de trabajo, el experto en comunicación política y periodista Luis Alberto Vivori hace un esfuerzo extra para explica a ElPlural.com los motivos del ascenso de lo excéntrico frente al candidato de Unión por la Patria.

Sería fácil reducir a un grupo de fascistas, nostálgicos de Jorge Videla, el triunfo de Milei, pero estos no representan a más de la mitad del territorio albiceleste. Niveles de inflación extrema, descontento generalizado, odio al peronismo en un país que no entiende tanto de izquierda y derechas como se concibe en Europa, ‘líos’ internos dentro del progresismo e, incluso, la convicción social de que algunas de las medidas del líder de La Libertad Avanza -como la venta de órganos o el cierre del Banco Central- no se llevará a cabo, son cuestiones que aportarían una visión más completa. A partir de aquí, el resultado es el que es: “Se impuso la necesidad de cambio sobre el miedo a las propuestas disparatadas”.

Vivori es politólogo y periodista. Ha compartido trayectoria con figuras clave de la política argentina como Victoria Donda (fundadora de Somos), Daniel Menéndez, coordinador nacional de la organización social SOMOS/Barrio de Pie, una de las dos más importantes del país, o Natalia Souto, diputada nacional del Frente de Todos.

PREGUNTA (P): De primero de política argentina, pero para que la gente que no lo sepa conecte con la entrevista. ¿Qué es o a qué ideología obedece el peronismo? ¿Y la variable del kirchnerismo, sin el cual no se entiende, mínimo, la última década política argentina?

RESPUESTA (R): El peronismo es muy difícil de explicar en pocas palabras. Haciendo un breve intento, puedo decir que es un partico político tradicional, un partido del poder y una identidad, todo al mismo tiempo. Ideológicamente puede decirse que, como todo partido del poder, se ha ido acomodando a través del tiempo yendo de un extremo al otro. Incluye en su seno desde neoliberales como lo fue Menem, dirigentes más de centro, sindicalistas combativos junto a otros más negociadores, militantes populares y también dirigentes revolucionarios, como en la década de los setenta.

La variable kirchnerista, al menos en lo discursivo y en parte en la práctica, responde a su variante más progresista o centroizquierdista, con lo dificultoso, en cualquier caso, que es definir hoy que sería izquierda y derecha. En cualquier caso y lo que es comprobable y no permite demasiadas discusiones, es la obra del peronismo. Más allá de sus contradicciones y vaivenes ideológicos. Al menos en alguno de sus años en la gestión de gobierno, el peronismo fue el responsable del ascenso social en Argentina, de la cristalización de muchos derechos, el voto femenino, por ejemplo, y de una política de Estado de bienestar a la que denominó “justicia social”.

El peronismo fue el responsable del ascenso social en Argentina

P: ¿Crees que la transición entre uno y otro ha podido favorecer el ascenso de Milei?

R: Creo que, sobre todo, lo que sucedió en el último gobierno de Alberto Fernández, en cuanto a los aspectos más políticos, es que no se pudo hacer una síntesis, lograr un equilibrio interno que permitiera a la alianza del Frente de Todos resolver sus diferencias de manera ordenada. Esta especie de asamblea interna permanente perjudicó y por momento inmovilizó buena parte de la gestión. Una gestión que, además, debió enfrentar escenarios sumamente complejos todos juntos y en muy poco tiempo, como la pandemia, la guerra de Rusia y Ucrania, la histórica sequía y fundamentalmente las dos grandes deudas que dejó el gobierno de Macri: una con el FMI de tremendo volumen y otra social, con pobreza e inflación. No justifica los errores del gobierno que ya va terminando ni su incapacidad de resolver sus problemas internos y problemas en la comunicación, pero si permiten comenzar a entender porque pierde la reciente elección.

P: Lo que la mayoría de la gente fuera del país se pregunta. ¿Qué razones hay para la victoria de Javier Milei? Más allá de las cuestiones económicas que pasan, entre otra cosas, por una inflación del 140%. Quiero decir, ¿en qué momento una parte importante de la población se siente reflejada con un candidato ultraliberal y tan excéntrico en las formas?

R: Milei es el resultado de varios factores al mismo tiempo. El primero naturalmente, la inflación y pobreza que se han ido acumulando estos últimos años en Argentina. Que arrancan en 2015 con el gobierno de Macri y continuaron con Fernández. Eso fue generando un descontento, potenciado durante el encierro y cuarentena de la pandemia, que empezó a ver en la política y en general en todo el sistema político el principal responsable de sus males. Eso le da entrada a un outsider de la política, excéntrico y violento, que aparece, en apariencia, como totalmente diferente a lo conocido. El “anticasta”. No es casual que, llegando al balotaje sin preparación, perdiendo claramente la discusión con un desconocimiento llamativo sobre el funcionamiento del Estado y contradiciéndose de forma permanente sobre todo lo que fue prometiendo en la campaña; en lugar de salir perjudicado en la última vuelta, se vio favorecido. Un fenómeno que se explica porque buena parte del electorado premió al amateur, al que no tiene culpas con el pasado, frente al político puro, el político “profesional”.

Pero sobre todo hay que analizar el tipo de alianza social y política que está detrás de Milei y que también explica el resultado. Una alianza que va de sectores humildes y de clase media baja pauperizados, representados históricamente por el propio peronismo, que van detrás del “elijo creer” (frase acuñada durante el último mundial y que ya forma parte del argot local) y por un cambio, más allá de la enorme incertidumbre que genera este outsider; con otro más de clase media y clase media alta, caracterizado históricamente por su odio al peronismo o cualquier expresión de lo popular, más propio de la coalición Juntos por el cambio y que, aunque también le afectan las cuestiones económicas, se encuentra más blindado frente a ellas y expresa un tipo de voto más ideológico de derecha tradicional, más allá de algunos matices.

P: ¿Crees que tiene que ver con el resultado electoral que Massa fuera ministro de Economía, dado que la cuestión monetaria es una de las grandes mochila que arrastra Argentina?

R: Sin dudas. Prendió muy fuerte la idea lógica de que, si este tipo no arregló los problemas económicos siendo el ministro, por qué lo haría siendo presidente. Fue una apuesta arriesgada de Massa, pero que se entiende en un marco en el que el Frente de Todos no tenía un candidato con más posibilidades para encarar la elección. Puede decirse que fue un candidato competitivo considerando todas las circunstancias adversas y por cierto, hubiera sido casi milagroso que ganase. Nadie lo hizo en la historia argentina con esos números de inflación. 

Hubiera sido casi milagroso que Massa ganase. Nadie lo hizo en la historia del país con esos números de inflación

P: Y las diferencias entre Alberto Fernández y Massa respecto de cómo revertir la inflación, de la realización o no de Primarias, ¿hasta qué punto influyeron?

R: Entiendo que, ya llegada la elección, para la mayoría de la gente estos aspectos más vinculados a las internas del gobierno no fueron trascendentes. Se impuso la necesidad del cambio por sobre el miedo a lo desconocido o a las propuestas disparatadas, que incluso la gran mayoría no comparte, pero que interpreta no serán aplicadas, como la dolarización, la venta de órganos, cerrar el banco central etc.

P: ¿Cuál fue el papel, muy resumido, de Cristina Kirchner en esta relación y qué papel desempeñó tras la designación de Massa como candidato, durante la campaña…? Trascendió también que habían tenido sus discrepancias con el presidenciable por Unión Por la Patria.

R: Las discrepancias entre Cristina y Alberto fueron evidentes, hasta irritantes porque se hicieron púbicas. En algunos casos por diferencias concretas sobre la gestión, en otros casos más oportunistas, para no hacerse cargo de los errores o por el malestar ocasionado en la gente. Con respecto a la candidatura de Massa, sin ninguna duda este contó con la aprobación de Cristina. No hubiera sido posible de otro modo. Y que responde, como se ha dicho, a tener que enfrentar una situación de gran dificultad y un electorado muy corrido a la derecha, frente al cual no había muchas posibilidades. Era el candidato que más podía acercarse a un electorado de centro y sumar votos independientes.

P: Tú trabajaste con Victoria Donda. Somos surge por diferencias en Movimiento Libre del Sur. Ejemplos de esto hay en todas partes. En España, salvando las distancias, tenemos el ejemplo de Más País primero, Sumar después… respecto de Podemos. Sea como fuere, los líos internos (algunos de ellos los hemos mencionado en esta conversación) siempre han existido, también en Argentina. ¿Qué grado de responsabilidad tiene la izquierda y estas peleas internas en el ascenso de las derechas y extremas derechas?

R: Sin dudas que tiene responsabilidad, más allá que sea difícil mensurarla. Creo que en el caso argentino y latinoamericano se dan varios factores. Gestiones que no han sido capaces de generar cambios estructurales en sus sistemas productivos y, por consiguiente, en sus estructuras sociales. Mezquindades de las organizaciones políticas y sociales, con poco o nulo recambio de sus cuadros dirigenciales y más preocupados por su propia supervivencia que por proyectos creativos que encuentren soluciones. Una falta de rumbo y/o modelos internacionales de la izquierda para observar, que golpea en todas las latitudes. Y, sobre todo, una respuesta ineficiente a la lucha ideológica planteada por el neoliberalismo desde fines de los años ochenta y años noventa en Latinoamérica, que ha ido edificando un ciudadano individualista, economicista, que sospecha del Estado, de la vida en comunidad y del sistema político en su conjunto. Que le corta las alas y no lo deja crecer. Frente a esa relación de tensión con la democracia y sus instituciones y de demandas no satisfechas, la izquierda, en la gestión, no fue capaz de demostrar que había otro paradigma, y que ese paradigma, de solidaridad, de un Estado fuerte, y de inclusión social, era el más indicado para el bienestar y progreso de las mayorías. 

La izquierda no fue capaz de demostrar que había otro paradigma frente a esa relación de tensión con la democracia

P: ¿En qué lugar queda el peronismo y qué retos tiene por delante tras la victoria de Milei?

R: Entiendo que el peronismo va hacia una reconfiguración. Tal vez con Massa y los gobernadores jugando un rol fundamental, llevándolo hacia el centro del mapa político. Con un kirchnerismo debilitado, ya no como actor principal, junto a organizaciones sociales y otros grupos menores, jugando a la izquierda de ese bloque. Y todos juntos, en una coalición que por un lado tiene mucho por recorrer como oposición, curando sus heridas y rediscutiendo su rumbo; pero que, por otro lado, tiene mayoría en ambas cámaras y cuenta con muchos gobernadores. Entre ellos, a Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, la más grande e influyente de la Argentina. El desafío general seguramente pasará por lograr ser una oposición que impida los proyectos más dañinos del gobierno entrante y al mismo tiempo potenciarse de cara a las elecciones de medio término de 2025. Todo en el marco de una sociedad en la que se va afirmando la idea de dos grandes bloques, con coaliciones, una más hacia la izquierda y la otra hacia la derecha, y un número no menor en el medio que no se siente representado por nadie en particular y que oscila hacia un lado o el otro dependiendo de la atmósfera del momento en el que llega la elección.

P: Los padres de Donda, siguen desaparecidos desde la dictadura. Entiendo el sentimiento de desesperación cuando tantos como ella ven los resultados de las últimas elecciones ¿Hay miedo a un retroceso en la Argentina? ¿En qué aspectos, concretamente, además de este?

R: En el tema de DDHH, tanto Milei como su vicepresidenta, revelaron una posición disruptiva con respecto a consensos logrados desde hace años en Argentina. Se mostraron durante toda la campaña proclives a relativizar la actuación de la última dictadura, “fue una guerra”. Discutiendo el número de desaparecidos, cuando quedó comprobado que los 30 mil es un estimativo muy cercano a la realidad y reconocido por los propios militares, aunque nunca hayan entregado sus archivos oficiales. Y planteando que “los crímenes del terrorismo son de lesa humanidad”, cuando es un criterio internacional aprobado por todas las naciones que lesa humanidad refiere a crímenes perpetrados por los Estados. Creemos que no tienen demasiado plafón para retroceder con las políticas de verdad y memoria, pero si es grave el valor simbólico de estas posiciones políticas. Una parte menor de la sociedad, escondida durante años, salen de sus cuevas cuando encuentran, como en este caso, quien les da entidad. Pero son minoritarios. El voto masivo a Milei no responde a esas cuestiones. Y la cuestión represiva y/o intolerante, podría verse ya no solo manifestada en lo discursivo, sino más bien en el accionar concreto frente a la respuesta popular a los recortes y medidas que todo indica van a intentar llevar adelante.

Una parte menor de la sociedad, escondida durante años, salen de sus cuevas cuando entra alguien que les de identidad

P: Gustavo Petro, Lula… contra Milei. ¿Puede servir parte de Latinoamérica de contrapeso del populismo más liberal?

R: Es un desafío, sin dudas. El éxito de sus gestiones de gobierno, deben servir como ejemplo. Pero, sobre todo, deben tener la capacidad de dar una pelea del tipo más cultural, sobre la necesidad de entender a la vida no solo desde parámetros consumistas que se impuso en mucha gente en buena parte del mundo. Lograr convencer, especialmente a los sectores más vulnerables, que los discursos de una supuesta libertad, solo los enarbolan sectores de la política y de la economía que vienen por sus derechos. Que, en muchos casos, estos protagonistas son nostálgicos o incluso reivindican momentos de las historias de esos países en los que precisamente no existía ningún tipo de libertad individual, más allá de la de sus perpetradores y cómplices. Que llegan a los gobiernos a desguazar al Estado, último refugio de los desventajados de la sociedad, para entregárselos a sus amigos, familiares y sponsors de sus campañas, vía privatización. Cómo dijo Pepe Mujica, “cuando escuches que te hablan de libertad, preocupate, porque te van a cagar”.

P: Y fuera de Latinoamérica, ¿qué amenazas suponen sus aliados? los Donald Trump, Santiago Abascal. ¿Es Milei de entre todos ellos el más excéntrico?

R: Que existe una inteligencia común entre todos estos dirigentes de la ultraderecha es evidente. Repiten consignas, formas de actuar y representan un emergente rebelde al sistema por derecha. Una contracultura, históricamente habitada por la izquierda que ahora llega al mundo con ropajes de algo supuestamente nuevo, pero que no son más que propuestas, que en el caso de Argentina ya fueron vividas y con consecuencias nefastas. Milei aparece como más cercano a Bolsonaro en Brasil, aunque sin el apoyo de grupos evangelistas, que en Argentina tienen menos influencia y sí como expresión de sectores juveniles sub 30, que en nuestro caso de la política solo conocen estos ocho años de frustración y muy calado un discurso individualista/ narcisista modelado en redes sociales que compran pensando que, muchas veces con razón, que el Estado los ha dejado abandonados y que por ello solo pueden confiar en sí mismos y en su autogestión. Milei tiene un perfil más mesiánico y desenfadado que los otros. Pero es muy clara su propuesta y en eso es similar a los demás. Neoliberalismo extremo en lo económico y un modelo intolerante y represivo en lo político.

Más allá de la vida útil de sus líderes, creo que es un fenómeno que llegó para quedarse. Que remoza viejas experiencias fascistas o intolerantes de la historia, montadas sobre situaciones de crisis y que revelan que la memoria histórica de los pueblos y los libros de historia no estarían sirviendo para no repetir esas recetas y sus siniestros resultados. Buscan culpables de los males de la sociedad en las mujeres, extranjeros, minorías u otredad en general; o en el Estado o sistema político y al final son siempre funcionales a los peores aspectos y fases del capitalismo, como la versión financiera que asoló el mundo desde los años ochenta. Por eso, no resulta fortuito, incluso lo ha hecho público, que sea Margaret Thatcher - a pesar de ser una figura vilipendiada por motivos más que razonables en Argentina - una de las principales musas inspiradoras en la breve pero meteórica carrera política del nuevo presidente, Javier Milei.