El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su cruzada personal con Pedro Sánchez, aprovecha cualquier mínima oportunidad para atacarle, aunque no se ajuste a la realidad ni al conocimiento de la historia. Esto es lo que le ha pasado este mismo martes, cuando, en una entrevista en Antena 3, el líder de la oposición ha comparado a Perón y a Eva [Perón] con el presidente del Gobierno y su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, obviando así la vinculación del dirigente argentino con Francisco Franco. 

“Mientras Argentina ha acabado con el peronismo, en España se ha consolidado el peronismo, un cierto peronismo occidental europeo”, ha declarado Feijóo. "Sánchez y Díaz son una buena pareja para entender lo que podría ser el peronismo español”, sentenciaba, rematando así este paralelismo tras ser repreguntado por Susanna Griso.

Sin embargo, revisando un poco la historia de Argentina y España, esta comparación rápidamente se desmonta por lo disparatada que es. No obstante, esto no significa que el expresidente argentino no haya tenido una vinculación especial con nuestro país. Aunque, eso sí, si hay algún dirigente español que admite cierto paralelismo con Perón es nada más y nada menos que Francisco Franco.

Perón y Franco, una alianza de conveniencia

La historia de la relación entre el presidente argentino Juan Domingo Perón y el dictador español Francisco Franco es una historia de intereses políticos y económicos, que poco tiene que ver con la afinidad ideológica o personal. Perón, que llegó al poder en 1946 con el apoyo de los sindicatos y las masas populares, se presentaba como un líder nacionalista y socialista, que buscaba el desarrollo y la justicia social de su país. Franco, que se impuso en la Guerra Civil Española (1936-1939) con la ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista, era un caudillo autoritario y conservador, que reprimía cualquier disidencia y mantenía a España aislada y empobrecida.

Sin embargo, ambos encontraron en el otro un aliado estratégico para sus respectivos objetivos. Perón necesitaba romper el bloqueo comercial y diplomático que le imponían los Estados Unidos y sus aliados, que lo acusaban de simpatizar con el Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Franco necesitaba obtener alimentos y materias primas para paliar la escasez y el hambre que sufría su pueblo, así como legitimar su régimen ante la comunidad internacional, que lo condenaba por su pasado fascista y su falta de democracia.

Así, en 1946, ambos países firmaron un acuerdo de cooperación, por el cual Argentina le vendía a España trigo, maíz y carne a crédito, y le compraba minerales, maquinaria y productos industriales. Además, Perón defendió a Franco en la ONU y le envió un embajador a Madrid, gestos que fueron agradecidos por el dictador con la concesión de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica a Perón y a su esposa, Eva Duarte, más conocida como Evita.

El viaje de Evita a España en 1947 fue el momento culminante de esta alianza. La primera dama argentina fue recibida con honores por Franco y su esposa, Carmen Polo, y por miles de españoles que la aclamaron en las calles. Evita recorrió el país, visitó hospitales, orfanatos y escuelas, y repartió donativos y regalos. Su imagen de mujer joven, bella y carismática contrastaba con la de Franco, un hombre viejo, gris y severo. Evita se convirtió en la embajadora perfecta de Perón, que buscaba proyectar una imagen de líder moderno y generoso, que se preocupaba por los más necesitados.

Pero detrás de la fachada de cordialidad y solidaridad, se escondían tensiones y desconfianzas. Perón y Franco apenas se conocieron personalmente, y se comunicaban por cartas o intermediarios. Perón tenía que acatar las advertencias de Franco de no realizar actividades políticas en España, y de no molestar a los exiliados republicanos que vivían allí. Franco, por su parte, tenía que soportar las críticas de Evita, que le reprochaba su falta de sensibilidad social y su retraso económico. Evita también chocó con Carmen Polo, que la veía como una rival y una intrusa.

La relación entre Perón y Franco se enfrió con el paso de los años, y se deterioró definitivamente con la muerte de Evita en 1952. Perón fue derrocado por un golpe militar en 1955, y se exilió en varios países, entre ellos España, donde Franco le permitió residir, pero sin concederle ningún privilegio ni audiencia. Perón solo volvió a Argentina en 1973, cuando fue elegido de nuevo presidente, y murió al año siguiente. Franco le envió sus condolencias, pero no asistió a su funeral. Franco murió en 1975, y con él se acabó la dictadura y el aislamiento de España, que inició una transición hacia la democracia.

Perón y Franco fueron dos personajes clave del siglo XX, que marcaron la historia de sus países y de América Latina y Europa. Su relación fue una relación de conveniencia, que se basó en el intercambio de beneficios mutuos, pero que no ocultó las diferencias y los conflictos que los separaban. Su alianza fue una alianza efímera, que se desvaneció con el tiempo y los cambios políticos y sociales.