La Cámara Baja de Estados Unidos (EEUU) ha aprobado formalizar la investigación de juicio político contra el presidente del país, Joe Biden. De esta manera, la mayoría republicaban da luz verde al impeachment contra el líder del territorio norteamericano.

La reacción de Biden no se ha hecho esperar y ha acusado a la formación que la pasada legislatura alcanzó la Casa Blanca de la mano de Donald Trump de ir en contra de su persona a través de la “mentira” en lugar de centrarse en mejorar la vida de los estadounidenses.

Las pesquisas se habían abierto en septiembre, pero la intención de los republicanos va ahora un paso más allá y lo que pretenden es que se formalice el desbloqueo de lo que consideran “testimonios claves”. En estos términos se pronunció el presidente del Comité de Vigilancia de la Cámara de Representantes, James Comer, quien se sitúa al frente de la investigación. “Es importante y necesaria”, reseñó en el transcurso del debate.

¿Qué va a pasar con el ‘impeachment’ a Biden?

Lo que va a suceder a partir de ahora con el impeachment a Joe Biden todavía no se puede saber, pero si en los meses venideros la investigación de juicio político que los republicanos formalizaban hace unas horas llega a buen puerto (en un principio), los comités tendrán que proceder a la redacción de una acusación que se conoce como “artículos de ‘impeachment”, que tendrá que someterse de nuevo a votación en la misma Cámara.

A partir de aquí, si estos artículos se aprueban únicamente con mayoría simple, será el Senado la Cámara encargada de realizar un juicio contra el presidente estadounidense. Cabe destacar que en este hemiciclo la mayoría cae del lado demócrata.

Pero la pregunta que seguramente todo el mundo se hace es si Biden puede llegar a ser destituido de su cargo. La respuesta es sí, pero única y exclusivamente si dos terceras partes de la última cámara mencionada votan para ello, algo altamente improbable -por no decir imposible- si se tiene en cuenta que la fuerza predominante aquí es la del presidente electo.

Al margen de todo, no cabe duda de que una investigación (o intento de) hacia Biden servirá a los republicanos como arma arrojadiza de cara a la carrera electoral de 2024.

Suceda lo que suceda, la Carta Magna de Estados Unidos sostiene que el presidente puede ser destituido de su puesto en un juicio de estas características solo si cometió “delitos graves o faltas del mismo nivel”.

Los republicanos ponen el foco en los supuestos negocios del presidente

Los republicanos centran la mirada en los supuestos negocios de la familia del presidente norteamericano con países como China, con los que EEUU tiene una relación complicada, por mencionarlo de una manera sencilla.

Las acusaciones por parte de la oposición se ciernen sobre la posible utilización de las influencias de Biden cuando era vicepresidente del país, a su vez mano derecha de Barack Obama, entre 2009 y 2017, con el objetivo de ayudar a su hijo Hunter y otros familiares en lo que la parte republicana asume como presuntos negocios irregulares para favorecer a los mencionados países.

En el momento de redacción de estas líneas, los comités -siempre atendiendo a la versión del actual presidente de la Cámara Baja, Mike Johnson- han concluido que la familia del líder del territorio americano se benefició de más de 15 millones de dólares de empresas y gobiernos de países como Rusia, Ucrania, Kazajistán o China entre los años 2014 y 2019, mientras que sus socios habrían obtenido un total de 9 millones en ganancias.

“Esta gente trabaja para Trump”

La respuesta de los demócratas ha sido contundente. La persona encargada de llevar la voz cantante ha sido Hunter Biden, hijo de Biden, quien este miércoles había sido convocado para declarar a puerta cerrada sobre las acusaciones, pero que no acudió defendiendo para ello que quiere que su testimonio sea público.

En la Cámara, la contestación fue igualmente clara. Así, Jim McGovern -también del partido demócrata- subrayó que los republicanos “no trabajan para los estadounidenses, sino para Donald Trump” e hizo referencia al intento de la formación conservadora por alentar al fantasma del fraude electoral en 2020, misma estrategia que repetirían después homólogos de Trump como Jair Bolsonaro a lo largo del mundo .