Mark Carney será nombrado primer ministro de Canadá en las próximas horas, sustituyendo así a Justin Trudeau, persona que ocupa ahora el cargo. Lo hace en un momento delicado, seguramente el más complejo de la historia moderna del país, debido a las amenazas del presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, con la subida de los aranceles y la advertencia de que convertirá al país autónomo en un Estado más del suyo.

Economista de profesión, le ampara una carrera encomiable en este ámbito como responsable en el Banco de Canadá y de Inglaterra, pero nunca ha ocupado un escaño en el Parlamento canadiense. Ahora, tiene una complicada tarea por delante, además de hacer frente a Trump: estabilizar su Gobierno y frenar la caída de las encuestas.

Hay que remontarse a diciembre para entender la situación actual del Ejecutivo canadiense. Por aquel entonces, se dio la dimisión de la primera ministra canadiense, Chrystia Freeland, como consecuencia del enfrentamiento con el primer ministro del momento, precisamente como consecuencia de la gestión económica del país. De aquellos barros, estos nodos, que concluyen con la elección de Carney como líder de la formación liberal.

Con cerca del 86% de los votos de los militantes, el sustituto de Trudey ha arrasado en las primarias del Partido Liberal frente a una oposición que ha cosechado resultados poco menos que testimoniales, y es que su principal rival apenas ha conseguido el 8% de las papeletas; mientras que Karina Gould y Frank Baylis, tercer y cuarto lugar respectivamente, han logrado 3`2% y un 3% del respaldo.

Amenaza de Estados Unidos

Con el triunfo, Carney también superó el resultado de su antecesor, quien en el año 2013 consiguió su victoria en las primarias, pero con poco más del 80% de los votos. La pasada noche hablaba por última vez como líder de los liberales defendiendo el trabajo del partido para “hacer que este país sea aún mejor”, máxime en un “momento decisivo para la nación”. “Su país lo necesita más que nunca”, decía a quien le sucede en el puesto.

El nuevo elegido primer ministro de Canadá entraba en el cuerpo a cuerpo con Trump, a quien dejaba claro que su Ejecutivo “pondrá en acción un plan para construir una economía más fuerte y nuevas relaciones comerciales con socios fiables” para combatir las intenciones del presidente estadounidense con los aranceles. “No pedimos esta pelea, pero los canadienses siempre están listos cuando alguien se quita los guantes”, dijo plantando cara al presidente estadounidense, a quien avisaba de que “en el comercio, como en el hockey, Canadá ganará”.

Sobre una de las cuestiones de actualidad del momento, Carney ha indicado que, aunque los objetivos de su homólogo estadounidense pasen por “debilitarles con un plan de dividir y conquistar”, la división “no ganará una guerra comercial”, ni “pagará el alquiler ni la hipoteca”, ni “bajará el precio de los alimentos”. En definitiva, “la división no hará fuerte a Canadá”.

El actual primer ministro canadiense ha evidenciado que si bien “no pueden cambiar a Trump”; sí “la estrategia frente a él”, pues “las nuevas amenazas exigen nuevas ideas y un nuevo plan”. En estas, Carney ha destacado que su gobierno redoblará los esfuerzos para fortalecer la economía nacional y diversificar las relaciones comerciales, siempre “con un liderazgo positivo”. “Construiremos una economía más fuerte, crearemos nuevas relaciones comerciales con socios fiables y aseguraremos nuestras fronteras”, ha emplazado con un mensaje clarividente: Ottawa no va a permitir que Washington debilite la economía sin obtener contra esto una respuesta contundente.

Experto en la crisis de 2008

Carney destaca por su faceta como economista, donde destacó en 2008 en plena crisis. De hecho, su gestión evitó, dicen los expertos, que el país sufriera los peores efectos del colapso global. Su papel en el Banco de Inglaterra también fue determinante en la estabilización del país durante el referéndum del Brexit y lo peor de la pandemia del coronavirus.

De 59 años de edad, nació en Fort Smith, una localidad remota situada al noreste de Canadá. Estudió en Harvard y Oxford antes de hacer carrera en Goldman Sachs. Si bien se ha ganado el respeto de los mercados, tiene por delante un reto difícil: ser capaz de conectar con los votantes de su formación y consolidar el liderazgo en el partido y del país en un tablero geopolítico extremadamente complejo.

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