El estado de los derechos de las mujeres en Afganistán es un caso único en el mundo. Los Talibanes son un símbolo de la opresión y el retroceso a tiempos incompatibles con el mundo moderno, imponiendo una versión propia y deformada de lo que es la ley sharía que hunde los derechos de las mujeres. Hay muy poca información disponible sobre la vida de las mujeres afganis actualmente, con solo unas pequeñas actualizaciones esporádicamente de grupos de derechos humanos.  

Cada país bajo ley islámica tiene que adherirse al cuerpo de reglamentos comprendidos entre las páginas de uno de los dos textos sagrados de la religión musulmana llamado la sharía. Este texto contiene leyes que, como en la mayoría de las religiones, crea un ordenamiento de conducta para los seguidores y cuenta con una sección dedicada a las mujeres (4. Surah An-Nisa). El cuerpo de estos estatutos es desigual entre los hombres y las mujeres, pero todo está sujeto a las culturas a las que se aplican y de su interpretación, por lo que se aplican de forma diferente dependiendo del país.

El grupo yihadista ha prohibido el acceso a la educación a las mujeres. Las niñas no pueden avanzar más allá de la educación primaria y el vacío legal que existía previamente que permitía que mujeres tuvieran una educación médica se ha eliminado y ha quedado prohibido. Pese a que los Talibanes afirmen que estas medidas son para reforzar la adherencia a la religión del Estado, no podría alejarse más de la verdad. El islam protege la educación y no distingue entre géneros. El propio Corán explica: “¿Acaso son iguales los que tienen conocimiento y los que no tienen conocimiento?” Solo reflexionan los dotados de entendimiento” (Corán 39:9).

El burka

El velo de Afganistán tiene un nombre particular, el burka, dado que es el único de su tipo. Pese a que leyes islámicas exijan que el cuerpo de la mujer vaya tapado, diferentes estados han adoptado la medida de diversas formas. Algunos incorporan el hijab clásico mientras que otros tienen sus respectivas versiones, como el iraní, llamado el chador, que es una prenda que tapa el cuerpo entero de la mujer, desde la cabeza hasta los tobillos, pero deja la cara destapada.

El burka es la versión más extrema de todas las interpretaciones, que cubre todo cuerpo, incluyendo la cara, con una rejilla a la altura de los ojos que permite ver. Se hizo obligatorio para las mujeres llevar esta prenda en 2022 y se ha denunciado que la violación de esta ley resulta en la detención de la mujer sin representación legal en condiciones deplorables, según Human Rights Watch.

Aun así, cabe destacar que la aplicación de las leyes relacionadas con el velo está profundamente relacionada con el poder, además de la cultura y las creencias. Afganistán ha tenido líderes que creían en la aplicación de la sharía, pero rechazaba el uso de los velos para las mujeres. Durante el reinado de Amanullah Khan (1919-1929), se consideraba un símbolo que impedía los avances de las mujeres en la sociedad, según el Consejo de Oriente Medio de Asuntos Globales. Sin embargo, esta creencia contribuyó a la disolución de su liderazgo por su incompatibilidad con la cultura.

Las leyes de virtud de los talibanes

Los talibanes han hecho que el tópico de “mujeres sin voz” se convierta en una realidad en su forma más literal.  El año pasado, el grupo publicó el primer agrupamiento oficial de leyes del “pecado y virtud”, algo que fue acompañado por la creación del ministerio de “la propagación de virtud y la prevención del pecado”. Estas leyes incluyen una prohibición a las mujeres de alzar la voz en espacios públicos -un volumen abstracto- y la obligación de llevar la cara tapada en espacios públicos.  

“Si Dios quiere, les aseguramos que esta ley islámica será de gran ayuda para la promoción de virtud y la eliminación del vicio”, explicó el portavoz del ministerio, Maulvi Abdul Ghafar Farooq, según AP. Dado que la voz de la mujer se considera algo íntimo, se ha prohibido escuchar a una mujer cantar, recitar o leer en público.

Tampoco se permite que los hombres y las mujeres que no estén casados o que no sean parientes se miren, además de prohibir que se mezclen en espacios públicos. Esto es una versión extrema de leyes de la sharía que condenan el adulterio y que contemplan que las mujeres pueden ser castigadas si no son “obedientes” (Corán 4:34). No obstante, los textos sagrados del islam también realzan la necesidad de proteger a la mujer frente al hombre, por lo que algunas ciudades musulmanas se han construido históricamente en base a una planificación urbana que toma en cuenta la segregación de géneros. Aun así, los talibanes han traducido estas leyes, escritas hace siglos, en un extremismo que castiga a las mujeres.  

Este cuerpo de leyes viola otros derechos básicos, como impedir que mujeres vayan en cualquier tipo de transporte o salgan de casa sin acompañamiento. Este deterioro en los derechos de las mujeres se está manifestando en consecuencias medibles. Un informe de Naciones Unidas (ONU) encontró que, del 90% de mujeres que sentían que tenían influencia en sus hogares en enero de 2023 ha caído en picado al 32% del mismo mes el año siguiente.

Se restablece la lapidación pública

Se ha restablecido la lapidación y los latigazos públicos a las mujeres por cometer adulterio bajo el mandato talibán. El grupo yihadista justificó el regreso de esta medida en la televisión afgana -bajo control talibán- con que es un método de contrarrestar la influencia occidental. “Lo podéis llamar una violación a los derechos de las mujeres cuando las lapidamos o las fustigamos públicamente por cometer adulterio porque van en contra de tus principios democráticos”, contaba el líder supremo de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, justificándolo con la lucha contra la influencia del oeste, según The Guardian.

Este mensaje tuvo impacto en la población por el contexto reciente del país. Cuando estuvieron bajo control estadounidense, el superpoder no comprendió la necesidad de adaptarse a la cultura para evitar rechazo. Por ello, al intentar insertar la cultura estadounidense de manera forzosa en Afganistán, la población lo resistió y se percibió como algo que corrompía los valores del país (Estados Unidos es aislacionista e individualista mientras que culturas árabes se basan en comunidad).

La ejecución a través de estos métodos es legal en Irán, partes de Nigeria, Pakistán, Sudán, Emiratos Árabes Unidos y Afganistán. La respuesta de la reinstauración de la ley por parte de expertos de la ONU ha sido de indignación: “Lapidar a la gente hasta la muerte … constituye tortura u otras formas crueles, inhumanas y degradantes de tratamiento o castigo. Estos castigos van en contra del derecho internacional”. Además, destacaron la discriminación hacia la mujer en Afganistán dado que serán los mayores recipientes de esta forma de pena capital.

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