Jean-Marie Le Pen fue un histórico político francés que falleció el pasado 7 de enero a los 96 años y que fue popularmente calificado como “el diablo de la República”, de corte fuertemente ultraderechista y cuyo legado ha quedado impregnado en su hija, Marine Le Pen, quien aspira a asumir el mando del Elíseo desde hace años.
El fundador del partido Frente Nacional allá por 1972 fue un actor clave en el ascenso de la extrema derecha en Francia, alcanzado así uno de los hitos más destacados su ascenso en segunda vuelta electoral en 2002 frente a Jacques Chirac.
Sin embargo, Le Pen fue mayoritariamente conocido por sus proclamas antisemitas, racistas y homófobas, habiendo sido condenado en reiteradas ocasiones por negar las cámaras de gas en el Holocausto nazi, llegando a tildarlas de “un detalle de la historia de la II Guerra Mundial”. También entonó declaraciones que pasaban por defender “la desigualdad natural entre razas”, la estigmatización de personas seropositivas o por su participación en la guerra de Argelia. Con este telón de fondo, en 2015 fue expulsado de su propio partido por declaraciones negacionistas de este calado.
Frente Nacional se reconvirtió en 2008, pasando a llamarse Agrupación Nacional; pero no fue hasta 2011 cuando su hija, Marine Le Pen tomó las riendas de la formación ultraderechista, aunque su actual presidente es Jordan Bardella. Ahora, este legado, aún arraigado en la política francesa, pasa a manos de la lideresa ultra tras el fallecimiento reciente de su padre, cuando comenzó su estrategia de remodelación del fondo y la forma del propio partido.
Las reacciones tras su muerte
El día que trascendió su fallecimiento, como cabe en estas situaciones, los principales actores y formaciones políticas expresaron sus reacciones ante tal noticia. Un hecho sobre el que destacó el tono neutro por parte de distintas voces que no quisieron entrar en la polémica que siempre rodeó a este líder de ultraderecha.
Desde el propio Palacio del Elíseo, el mensaje de pésame fue escueto, pero directo: “Su papel en la vida pública es ahora una cuestión que debe juzgar la historia”. A su vez, así se pronunció el primer ministro francés, François Bayrou: “Más allá de polémicas, que eran su arma favorita, y de los necesarios enfrentamientos de fondo, Jean-Marie Le Pen fue una figura de la vida política francesa. Los que nos enfrentamos a él sabíamos lo combativo que era”, expresó a través de redes sociales.
Quienes más alabaron su figura política fueron los integrantes de su propio partido: “A lo largo de seis décadas de combate político activo, demostró ser un visionario que llevó al debate público las grandes cuestiones que configuran la vida política actual, como la demografía y su corolario, la inmigración, así como la globalización y el declive de Francia, la soberanía nacional y el riesgo de dilución en la Unión Europea”, rezaba su comunicado.
Ruptura política con su hija: un antes y después en la ultraderecha francesa
La trayectoria política y pública de Jean-Marie Le Pen no sólo estuvo encabezada por su ideología ultraderechista, sino también por las diferencias de calado que le enfrentaron con su hija y heredera, Marine Le Pen. Esta brecha llegó en 2015, cuando los buenos resultados electorales anticiparon el crecimiento de popularidad de Le Pen y mismo año en el que fue destituido de sus cargos en el partido.
A tal punto llegó a la confrontación entre ambos que el líder llegó a “avergonzarse” de que su hija “llevara su nombre”, acusándola a su vez de estar “perjudicando al Frente Nacional”. Pese a ello, casi una década más tarde, ambos se reconciliaron después de que el veterano político se alejó de la vida pública.
Tras su fallecimiento, la propia Le Pen, en una entrevista al medio francés Journal du dimanche, reconoció que no se perdonaría haber excluido a su padre del partido: “Sé que le provocó un inmenso dolor. Tomar esa decisión fue una de las cosas más difíciles que hizo. Y durante el resto de mi vida, siempre me haré la pregunta: ¿Podría haber hecho las cosas de otra manera?”, llegó a expresar.
Debido a esta arraigada herencia ideológica que aun se cierne en los cimientos del partido, en esta nueva etapa diversas voces internas temen que ésta pueda volver a recomponerse con la vista puesta a una posible victoria electoral en el horizonte próximo. Pese a este pasado, la propia Marine Le Pen intenta esquivar esta realidad para encauzar su nuevo ideario dentro de Agrupación Nacional: “No tenemos nada de qué avergonzarnos en relación a nuestra historia”, defendió en el 50 aniversario de la formación allá por 2022.