La candidata demócrata a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Kamala Harris, vapuleó a su homólogo a la Casa Blanca, Donald Trump, en el debate electoral de esta noche. En un evento clave como lo son los debates electorales, hay que saber jugar bien las cartas que se tienen, y Harris supo hacerlo.
Con todas las miradas puestas en ella, la candidata fue capaz de desviar la atención hacia la persona del otro atril y, a partir de ahí, una vez hecho lo que parecía más complicado, condicionar el debate.
La candidata del partido hasta hace nada liderado por Joe Biden dio a probar a Trump de su propia medicina, capaz de desmentirle todos los bulos. Fue en las mentiras, siempre habituales del republicano pero no siempre contestadas, donde Harris encontró el punto fuerte.
La candidata demócrata no se rebajó al nivel de Trump. Podría haber entrado a su juego, caer en una especie de histeria -no resulta fácil no hacerlo- o, sencillamente, rebatirle con cuestiones evidentes que él sí utilizó contra Biden, como la edad.
Un bulo tras otro
Sin embargo, le bastó -no es poco trabajo- con desmentir una a una las mentiras que el candidato ultra iba depositando sobre el atril. La primera llegó a los 20 minutos de partido, sobre el aborto. Trump intentó colar que algunos estados permiten la interrupción voluntaria del embarazo a los nueve meses e incluso ejecutar a los bebés ya nacidos. “Como he dicho, vais a oír un montón de mentiras (…) Eso no es un hecho”, sentenciaba. Cortita y al pie, pero suficiente, eficaz.
A renglón seguido, otro revés, seguramente el más inesperado para el expresidente. Llegó cuando Harris invitó al público a acudir a un mitin de Trump, algo totalmente sorpresivo, pero que la demócrata vendió como si las congregaciones del candidato con sus fieles respondieran poco menos que a un espectáculo cómico. O bochornoso. Que cada cual elija adjetivo. Algo digno de ver, en cualquier caso.
Contra la personalidad autócrata de Trump
La propia política lo reconocía como algo totalmente “inusual”. “Pero es algo realmente interesante de ver, porque veréis que durante el transcurso de sus mítines habla sobre personajes ficticios como Hannibal Lecter y notaréis que la gente comienza a abandonar sus mítines temprano debido al cansancio y el aburrimiento”, interceptó, evidenciando que, desde luego, lo que Trump no hacía en sus mítines era hablar de la gente, ni sus “necesidades o sueños”.
De esta manera, Harris fue capaz de golpear a su contrincante, seguramente, donde más le duele: su ego. El perfil del republicano es claro y no resultaría difícil de definir en una palabra por parte de cualquier persona experta en estos temas. Su perfil es el de una persona ególatra, narcisista. Lejos de resultar baladí, se trata de un hecho que podría repercutir directa y negativamente sobre su figura, teniendo consecuencia electorales ante una posible victoria peores de lo que él mismo vaticina.
De hecho, analistas políticos de EEUU e incluso voces dentro del propio partido republicano vaticinan que esta estrategia de Trump -la de centrar en sí mismo el discurso- puede terminar saliéndole mal, sobre todo en estados clave como Georgia, uno de los claves en el devenir del país. “¿Se preocupa más de sí mismo que de mí?”, fue la cuestión que Harris puso sobre la mesa. Menos de diez palabras para retratar a su oponente y, quién sabe, si empezar a decidir los comicios.
En un intento fallido por revertir la situación, Donald Trump apeló a términos empleados por la derecha para tratar de desvirtuar a su rival. Entre otras cosas, la llamó “comunista”, pero no le sirvió de nada. Todo lo contrario, y es que de nuevo Harris fue capaz de devolverle el golpe, empleando a su favor un concepto para algunos negativo en el campo en el que el republicano se creía más fuerte: la migración.
"Los migrantes se comen a nuestras mascotas"
Fue seguramente aquí, a pesar de ser uno de sus puntos fuertes, donde el político lo pasó peor. Acostumbrado a centrar en la cuestión de las personas migrantes su programa y en echar la culpa de los cruces irregulares en la frontera a Harris, recibió datos. Suficientes para tumbar el discurso racista y mentiras como la de la pasada noche, cuando Trump llegó a asegurad que “las personas entrando en nuestro país se están comiendo los perros, los gatos, las mascotas que viven allí”.
Más allá del bulo, es que los datos también contradicen a Trump, ya que desde que Biden aprobó el decreto que facilitaba las devoluciones en caliente, se ha registrado una bajada histórica de las personas que han cruzado la frontera con México. En concreto, en junio fueron poco más de 83.000, y en mayo cerca de 117.000.
Y la última estocada fue el asalto al Capitolio, cuando el moderado le preguntó si se arrepentía de algo de aquella jornada histórica (para mal). “Nosotros no…”, dijo apelando al plural. “Yo estuve en el Capitolio ese día y el presidente de EEUU incitó a una turba violenta para desacralizar la capital de nuestra nación. Ese día 140 agentes de seguridad del Estado fueron heridos y algunos murieron. Y el expresidente ha sido imputado y juzgado precisamente por esta razón”, recordó por su parte Harris.
El tono templado venció a la tensión y los datos a las mentiras. Este podría ser un buen resumen del debate electoral de EEUU, que dejó una ganadora clara. Ahora, a esperar a las urnas, salvo que se produzca un nuevo debate que, vistos los resultados de éste, pide el equipo de Kamala Harris.