Hay momentos en política que te atraviesan. Que van más allá de ideologías, de partidos o de debates parlamentarios. Momentos que te interpelan como persona, como madre, como padre, como ciudadano. Y este es uno de ellos. Porque no hay nada más urgente, más humano y más doloroso que la petición desesperada de una familia que suplica para que no dejen sin atención a su hijo gravemente enfermo en plena madrugada. Sr. Moreno Bonilla, no están pidiendo privilegios. Están pidiendo algo tan esencial como humanidad.

A día de hoy, y tras más de 500 días de promesas vacías, Moreno Bonilla ha fallado. Ha fallado a esos niños y niñas. Ha fallado a sus familias. Y ha fallado a la dignidad más elemental de una sociedad que dice proteger a los más vulnerables.

Prometieron atención médica continuada para menores en cuidados paliativos. Prometieron un teléfono disponible las 24 horas. Prometieron que ninguna familia volvería a enfrentarse sola a una crisis médica en mitad de la noche. Y lo que han ofrecido, hasta ahora, es silencio. Un silencio indigno. Un silencio que duele.

El 8 de febrero de 2024, Moreno Bonilla y su entonces consejera de Salud recibieron a un grupo de madres que llevaban tiempo reclamando un servicio mínimo: asistencia médica telefónica 24 horas para sus hijos, menores gravemente enfermos que reciben cuidados paliativa en casa. La promesa fue clara: el servicio se implantaría en el primer semestre del año. La propia Consejería lo anunció como un avance. “Acompañar a las familias, aportar soluciones, asistencia presencial cuando se requiere”, dijeron. Hoy, esa promesa es humo.

Desde entonces, nada de nada. Ni una explicación, ni una hoja de ruta, ni un calendario. Mientras tanto, las crisis de estos menores no se detienen. Llegan por la noche, los fines de semana, en festivos. No avisan. Y los padres, que no son médicos, tienen que decidir entre esperar o correr al hospital. Algunos ya han vivido lo más temido: que su hijo fallezca sin que nadie llegue a tiempo.

Es la peor situación que puede vivir una familia. Y que en te momento tan duro no puedan contar con el servicio prometido es indignante. Sr. Moreno Bonilla, ¿no se le cae la cara de vergüenza?

Esto va de rifirrafes partidistas. Va de humanidad. De responsabilidad. Es el termómetro que mide si una administración como la Junta de Andalucía realmente pone a las personas en el centro de su acción pública. Porque si no es para proteger a quienes más lo necesitan, ¿para qué sirve un gobierno?

No es aceptable que en pleno 2025 una comunidad autónoma como Andalucía no garantice atención médica continua a menores en cuidados paliativos. No lo es. Menos aún cuando esa cobertura ya existe para pacientes adultos en situación similar. ¿Por qué se protege más a unos que a otros? ¿Por qué la vida de estos niños tiene un horario de atención limitado?

En Andalucía hay alrededor de 350 menores con enfermedades graves, la mayoría con dolencias raras que pueden derivar en crisis severas. La hospitalización domiciliaria es una opción válida y necesaria, siempre que exista respaldo médico real. Pero no lo hay. Las unidades de cuidados paliativos pediátricos solo están disponibles de 08:00 a 15:00 horas. Después, las familias quedan completamente solas.

Recientemente, el Defensor del Pueblo Andaluz ha exigido un plan urgente de cuidados paliativos pediátricos. Lo ha hecho tras comprobar que la situación es ya insoportable para muchas familias. Un caso lo resume todo: el de un niño que falleció durante un fin de semana sin atención médica. Su familia llamó, esperó, insistió. Nadie acudió. Cuando al fin les respondieron, ya era demasiado tarde.

¿Qué explicación se puede dar ante esto? ¿Que no había personal? ¿Que el protocolo no lo contempla? ¿O que nadie quiso asumir el coste de mejorar el servicio? Porque si esto último fuera cierto, estaríamos ante la expresión más cruel de la política: la que ahora en personas y gasta en propaganda.

Algunos se llenan la boca con términos como “transformación digital” o “inteligencia artificial”. Pero no son capaces de garantizar que un niño con insuficiencia respiratoria tenga a su médico al otro lado del teléfono a las diez de la noche. No hay nada más moderno que cuidar. No hay tecnología más avanzada que la empatía. No hay política más transformadora que la que salva vidas o, al menos acompaña hasta el final.

La Junta presume de tener diez equipos especializados en cuidados paliativos pediátricos. Pero fuera del horario laboral, no hay nadie. En Sevilla, incluso han recortado ese horario sin previo aviso, dejando a las familias aún más desprotegidas. ¿Cuál es la lógica detrás de este retroceso? ¿Por qué se les quita lo poco que ya tenían?

Más de 127.000 personas han firmado ya una petición para que se activen guardias 24 horas, los siete días de la semana. No piden imposibles. Solo exigen algo que debería estar garantizado en cualquier sistema sanitario decente: atención médica básica para sus hijos. Y lo hacen después de haber sido ignoradas, una y otra vez, por quienes tienen la capacidad de cambiar la realidad.

Las crisis no tienen horario. El sufrimiento no se programa. La muerte no espera al lunes por la mañana. ¿De verdad ese es el mensaje que queremos enviar como sociedad? ¿Que el dolor infantil puede esperar? ¿Que hay niños que deben morir solos?

¿Dónde están las guardias, señor Moreno Bonilla? ¿Dónde está el compromiso firmado por su propia Consejería? ¿Dónde está la decencia institucional de responder cuando una familia lleva casi dos años reclamando algo tan básico como un teléfono de urgencias?

Señor Moreno Bonilla: no puede seguir escondiéndose tras promesas sin fecha ni declaraciones genéricas. Andalucía no puede permitirse ser un lugar donde la muerte infantil llegue sola, sin apoyo médico, sin consuelo sanitario.

Esto no va de política. Va de dignidad. Y hoy, su gobierno está fallando en lo más básico. Cumpla su palabra. Ponga en marcha ese servicio. No hay tiempo que perder. Porque los niños también se van. Y cada día que pasa sin actuar es un día más en el que la política vuelve a llegar tarde.

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